DOM-21A

domingo, 20 de agosto de 2017
27 AGOSTO 2017

DOM-21A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 20 agosto, 2017 17:55 dijo...

EL PESO DE LA LIBERTAD (Mt 16,13-20)

No era mala la opinión de la gente sobre Jesús: para unos se trataba de Juan Bautista revivido; para otros era el profeta Elías, quien, según la tradición, vendría como precursor del Mesías; había quienes lo equiparaban a Jeremías, uno de los más grandes profetas, cuya vida dio lugar a numerosas leyendas. Para la gente no era evidentemente un cualquiera. Sus enemigos, por el contrario, veían en él un enviado de Belcebú. A pesar de todo y aun siendo buena la opinión de la mayoría, no era suficiente. Por eso Jesús pregunta abiertamente a los suyos: ¿Qué pensáis de mí? ¿Cómo me veis vosotros? Pedro, en nombre del grupo, responde: “Eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Son tres posturas ante Jesús: rechazo, aprecio y fe. Las mismas que hoy se observan en muchos. Unos rechazan la figura del Maestro y consideran sus enseñanzas una amenaza que se debiera erradicar; otros valoran esas enseñanzas y lo ven como un gran reformador religioso de la antigüedad, como Buda o Mahoma; y luego están los que creemos en él como Mesías e Hijo de Dios. Y es que, ante Jesús, no cabe la indiferencia. Su mensaje sobre el hombre, sobre la vida y sobre Dios obliga a tomar postura.

Tras oír la respuesta de Pedro, Jesús tiene unas palabras de aprobación que son a la vez una aclaración: el conocimiento de la naturaleza y de la dignidad de Jesús viene de lo alto, es un don del cielo que acogen los sencillos y permanece oculto a los entendidos. Ciertamente la fe supone un corazón sencillo, pero no es un acto sencillo porque se trata de confiar en alguien que no parece lo que es y de fiarse de su palabra cuando habla de lo que no está al alcance de los sentidos y de la experiencia. ¿Cómo saber que es cierto que Dios nos quiere bien y que no nos va a tratar como un juez severo? ¿Cómo se puede amar al enemigo? ¿Por qué vamos a perdonarlo? ¿Quién garantiza que todo el que cree en él, aunque muera, vivirá?

Al final sólo queda tomar postura y vivir en consecuencia. Creer es una opción personal, lo mismo que no creer. Ambas opciones implican el riesgo de equivocarse y no se puede decir que ninguna sea más legítima o lógica que la otra. Toda postura que implica una opción supone libertad y es, por ello, igualmente respetable. Cuando se olvida esto, se cae en el fanatismo: el del no creyente -que se cree superior y menosprecia a los creyentes atrapado en el error de creer que lo humano, lo racional y lo lógico es la increencia- y el del creyente -que cree servir a Dios destruyendo a los infieles-. La razón es bien simple: cuando el pensamiento se convierte en un absoluto, genera intolerancia. Creyentes y no creyentes, si son intelectualmente honestos, saben respetar y valorar la opción del contrario, porque ambos son conscientes de la responsabilidad de su opción y sienten el peso de la libertad.

Maite at: 22 agosto, 2017 18:14 dijo...

Todos sabemos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, pero eso no responde a la pregunta sobre quién es él para mí, en mi relación personal con él, en mi proyecto de vida. Conozco la respuesta de Pedro, pero ¿cuál es la mía?

En su imagen de Dios el salmista destaca la misericordia que ha experimentado. Se ha sentido escuchado, acogido, apoyado. Y le pide que no le abandone, pues es obra de sus manos.

San Pablo ha aprendido en carne propia la generosidad y la sabiduría de Dios, y se maravilla de sus decisiones y caminos, insondables e irrastreables.

Y yo, ¿qué experimento de él? ¿En qué me fijo? ¿Qué me atrae o me cuestiona? ¿Influye en mi forma de ver y tratar a los demás, en el lugar que ocupo en el mundo, en mis opciones y decisiones? ¿Qué ha hecho por mí y qué haría yo por él?

Hoy, ahora, te pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

juan antonio at: 23 agosto, 2017 10:00 dijo...

CRISTO y SU IGLESIA
El Evangelio de hoy tiene como centro a Cristo y a su Iglesia, sacramento que nos lo hace presente en cada comunidad.
Esta semana Jesús hace, primero una pregunta a los de fuera “ qué dicen la gente de mí” y ahí se explayan los discípulos, parece ser todos, sobre quien es Jesús, pero cuando les pregunta a ellos “y vosotros”, la cosa cambia, porque, ayer como hoy, me pregunta a mí, pues mientras sean otros, tranquilos, pero cuando se dirige a mí, me tengo que mojar, me tengo que comprometer y dar una respuesta “mía”, con sinceridad, con honestidad, sin engaño, y decir coherentemente, qué significa Jesús para mi, qué es en mi vida.
Aquí habría materia, sin tiempo, para hacer una verdadera oración de contemplación y puede que nuestra vida sea corta y puede que lleguemos al final y aún no sepamos quien es para mí Jesús, porque nuestra vida llena de fragilidades y rechazos, nos hará ver que nos alejamos, nos desviamos de lo que queremos ser y decir.
En definitiva y, pese a todo, nuestra vida tiene que transparentar a Jesús, conformada con Jesús, ser la vida de Jesús y ante las vicisitudes de la vida, tenemos que pensar y actuar como lo hacía Jesús porque ya nos lo dijo, “vosotros seréis mis testigos”, esencia del cristiano.
Pero para Jesús llegó el final de su tarea en este mundo y subió al Padre y esta tarea se la dejó encargada a una comunidad de personas que conformaron la Iglesia el día de la Ascensión al reunirse los apóstoles y unas mujeres y la Madre del Señor y sobre todo en el día de Pentecostés, en el que todos recibieron el Espíritu y empezaron a hacer realidad el mandato de predicar y hacer realidad el Reino de Dios, hacer realidad la cercanía de Dios, el Amor de los Amores, a toda la humanidad.
Tenemos que preguntarnos si nos sentimos Iglesia, Pueblo de Dios o ésto es cosa de curas, obispos y el Papa, sin sentirnos parte?
Tenemos que preguntarnos si estamos comprometidos con la comunidad en la que se desarrolla nuestra vida, la Parroquia, pues el trabajo es mucho y los operarios, y hoy más que nunca, son pocos, y en una Parroquia hay mucho trabajo que no necesita de personas ordenadas, de sacerdotes, como es la catequesis, Caritas, enfermos, acompañamiento, acogida, escuchar a personas que se encuentran necesitadas de esa escucha, y cuantas otras labores que todos conocemos.
Nos acordamos de pedir en nuestra oración por el Papa, nuestro Obispo, nuestro Párroco y todos aquellos pastores que nos hacen posible la vida de Jesús en nosotros y que la llevemos, a los demás en todas esas actividades dichas?
O soy el criticón de marras para el que todo está mal, y voy, como decía alguien, a misas turísticas, hoy aquí, mañana allí, sin un arraigo y sin un compromiso, buscando el cumplo y miento
Hoy debemos de tener presente a nuestros pastores y ofrecernos en la construcción del Reino de Dios, tarea que Jesús inició y tenemos que acabar, pues espera que nosotros seamos trabajadores de su viña.
S. Pablo exclama en ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios!
Busquemos esa generosidad, sabiduría y conocimiento y abriendo nuestro corazón, recemos
“” Señor, que yo tenga las manos abiertas
Manos abiertas para estrechar las del amigo
Manos abiertas para ayudar en el camino
Manos abiertas para buscar un mundo nuevo
Manos abiertas para sembrar por los senderos
Manos abiertas como las de Jesús, las del Maestro,
Manos abiertas como las de quien supo amar primero””

Recemos con el salmista, sintiéndonos hijos de Dios ”Señor, tu misericordia es eterna, no abandones las obras de tus manos”
Santa María Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN