1ºDOM- PASCUA-C

lunes, 11 de abril de 2022
DESCARGAR

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 11 abril, 2022 12:05 dijo...

RESUCITÓ (Jn 20,1-9)

La fe cristiana arranca de la resurrección de Cristo. Sin este hecho, no habría pasado de ser un profeta más o un renovador religioso. Otra cosa es el modo de explicarla, que depende de la antropología y filosofía de la que se parta. De todas formas es un asunto de fe, lo que significa que, por muchos argumentos a favor o en contra que uno encuentre, al final, es una opción personal que condiciona el modo de entender la existencia propia y ajena. Esto no significa que la fe sea irracional como algunos dicen. Es que no puede ser consecuencia de un razonamiento. Pero ¿dónde está escrito que la medida de la verdad y el criterio de la realidad sea la capacidad de comprensión y conocimiento del hombre?

Una cosa sí es cierta: a lo largo de la historia son muchos los hombres y mujeres que han encontrado en la resurrección de Cristo el elemento clave para encontrar un sentido a su vida. La Magdalena, Pedro, Juan y todos los demás, no creyeron en la resurrección porque alguien les demostró con sabios argumentos la consistencia de esta doctrina, sino porque se encontraron con Jesús vivo tras su muerte y, a partir de ese momento, sus vidas cambiaron por completo. La fe en la resurrección, por tanto, no es algo que se demuestra, sino algo que se muestra. Nadie tiene que probar nada. Lo único que cabe es expresar lo que se ha vivido.

Pero, junto al hecho histórico, está el sentido místico de la misma. La resurrección no es sino el lado luminoso de la Pascua, cuyo lado oscuro fue la muerte. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Esto significa que nada humano que acaba, acaba completamente. Todo acabamiento es el comienzo de una nueva realidad. Cuando se siembra un grano de trigo, lo que brota no es el mismo grano, pero toda la espiga estaba contenida virtualmente en él. Es la fuerza de la vida lo que hace que algo pequeño e insignificante alcance tal plenitud.

Así es en los individuos y así es en las colectividades. Por eso, aunque a veces la muerte nos golpee cruelmente y sean unos hombres los causantes del dolor, la fe en la resurrección nos permite mirar más allá del horizonte y conservar la esperanza de un mundo mejor. Así ha sido, así es y, desgraciadamente, así será. Hasta que le llegue la muerte a la Muerte y una nueva humanidad habite sobre una tierra nueva, bajo un cielo nuevo que nunca verá la noche.
Ése es el significado de los cientos de lámparas que, día y noche, han brillado en Atocha por la muerte, innecesaria e injusta de casi doscientos seres humanos, por el sufrimiento, innecesario e injusto, de más de mil quinientos seres humanos. Sus autores tal vez quisieron acabar con la esperanza, pero sólo lograron que brillara más intensamente.

Ése es el también el sentido del grito cristiano de la Pascua: ¡Aleluya! ¡El Señor ha resucitado!

Maite at: 13 abril, 2022 18:30 dijo...

María Magdalena vio la losa quitada del sepulcro, pero después de esto aún estaba oscuro en su corazón, y echó a correr en busca de Pedro y los demás para dar su propia versión del hecho: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. No, todavía no se ha hecho la luz. María no ha experimentado aún que Jesús está vivo.

Pedro y el otro discípulo que corre con él camino del sepulcro, ven las mismas señales al llegar, pero uno y otro, a pesar de ello, no experimentan lo mismo. Del discípulo amado se dice que creyó al ver; de Pedro, no. Sí, hay distintas reacciones en la comunidad de discípulos ante la resurrección de Jesús; distintos niveles y ritmos, distintos tiempos. Cada cual tiene el suyo. Y Jesús respeta todos. Y aguarda.

No demos por sentado, por haber recibido una tradición, que creemos en la resurrección. Hace falta más que correr al sepulcro al amanecer con Magdalena, más que su deseo y su pena. Hace falta más que el sobresalto de Pedro y el otro discípulo para ir a verificar que el sepulcro sigue intacto. Se trata de encontrar la vida verdadera en Cristo. Y, resucitados con él, como dice Pablo, buscar los bienes de arriba, los de verdad. Los que nos llevan a la plenitud humana. No los bienes objeto de consumo desatado que deshumanizan y retrasan, una y otra vez, el desarrollo de pueblos oprimidos por los más ricos e industrializados.

A nosotros, los que creemos que Jesús vive, porque lo hemos experimentado en nuestra vida, Pedro nos llama testigos: de todo lo que Jesús hizo y dijo, de que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos, de que sigue comiendo y bebiendo con nosotros. Testigos de que nunca nos deja solos, de su misericordia y perdón. De que la Vida es más fuerte que cualquier muerte.

juan antonio at: 15 abril, 2022 13:21 dijo...


Este Domingo celebramos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, hecho del que no conocemos nada, solo un atisbo en el capitulo 28 de S. Mateo, donde se nos narra como las mujeres van al sepulcro, el terremoto, el susto de la guardia y a partir de ahí vemos el sepulcro vacío y se inicia las distintas apariciones de Jesús.
Hace un año decía en este comentario que yo había visto la Resurrección, recordad mis vivencias en el hospital, pues podemos repetir hoy la misma vivencia y me baso en el hecho del ansia de todos de vivir la semana santa tras dos años sin procesiones.
Y de ello ha sido testigo todos los reportajes televisivos, sea la cadena que sea, porque es el pueblo el que se ha manifestado, es las personas que en su fondo vive Cristo las que han deseado vivir el dolor de sus Cristos y de sus Vírgenes por las calles de su ciudades y pueblos.
Hemos ido al sepulcro de nuestro corazón y a sus puertas hemos encontrado al Hijo no dejado de la mano del Padre y a la Madre del Hijo, y nuestra Madre, María Santísima, que vivieron el dolor y que viven la alegría.
Hemos vistos las procesiones en las que las miradas y las lagrimas han hecho resucitar en nuestras vidas a Cristo y hemos vuelto a dejar al paso de su trono y los de María, su Madre, nuestras angustias, dolores y sufrimientos por tantas cosas pasadas y que pasan, por tanto odio y por tanto rencor, por tanto poder desaforado que humilla y hunde a los hermanos, hemos vuelto nuestros ojos al Resucitado, aunque iba en una Cruz, aunque llevaba el peso de Una Cruz, aunque le insultaban e injuriaban, aunque….. fuera, muy posiblemente yo quien hiciera esas cosas, pero hemos vivido nuestra transcendencia aunque sea en un destello pequeñito.
Yo he vuelto a ver la Resurrección, esa que los evangelistas dan como hecho consumado, y ha salido a mi encuentro en los rostros de Cristo y María dolorosos y en las vivencias de cuantos han salido a las calles a ver, quizás un espectáculo, pero se han encontrado con algo más, se han encontrado con el misterio hecho Vida.
Ante todo tengo que reflexionar qué es para mí la Resurrección de Jesús, del fracasado, del humillado y maltratado, del que no parecía hombre, ¿vivo la Vida o es una gota más que cae por los cristales de mi persona?
Como nos dice el salmo, este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.
No estamos viviendo una ilusión sino una realidad, realidad que vivimos en la Cena del Señor, donde se nos dio el misterio del Amor para que lo tengamos con todos, el misterio de la permanencia eucarística de Jesús entre nosotros y el misterio del sacerdocio, mediadores por todos; realidad que vivimos en la pasión y muerte y la adoración del gran misterio de la Cruz y la realidad del sepulcro vacío y que todo sigue siendo realidad por la fe que se nos ha dado y que hemos asentido, porque tenemos que hacer vida nuestra fe, cada día, cada instante, viviendo la cercanía de Jesús a lo largo del año litúrgico en que vamos viviendo su Palabra y comiendo su Carne, viviendo su misterio en nuestras vidas.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a ver y vivir a tu Hijo Resucitado en nuestras vidas, ¡AMEN! ¡ALELUYA!