ASCENSION DEL SEÑOR-C

lunes, 23 de mayo de 2022
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4 comentarios:

Paco Echevarría at: 23 mayo, 2022 21:37 dijo...

A LO MÁS ALTO (Lc 24,46-53)


San Pablo, explicando el misterio de Cristo a los filipenses, lo presenta como un movimiento de humillación, una especie de descendimiento desde lo más alto -la condición divina- hasta lo más profundo -la muerte en la cruz-, seguido de un movimiento inverso, ascendente, hasta alcanzar de nuevo la cumbre. Responde esto a una experiencia humana fundamental según la cual sólo cuando se toca fondo se comprende que el único camino es hacia arriba. Esta ley de vida tiene su complemento en la contraria: todo lo que alcanza el cenit inicia su propio ocaso. Esto es algo que no deberían olvidar los grandes de este mundo, pues la historia llena de hombres que lograron grandes imperios de los que sólo quedan restos arqueológicos. No hay grandeza humana que resista el tiempo.

El descendimiento de Cristo de lo divino a lo humano fue visto como un acto de humildad y su ascensión como un triunfo. No suele ocurrir así en el mundo de los hombres, donde el descendimiento es -habitualmente- un proceso de perversión y autodestrucción. Tocar fondo significa -las más de las veces- sentir que se ha desdibujado casi por completo lo divino en nosotros. Por eso la subida sólo es posible de la mano de uno más fuerte y no es mérito ni triunfo personal, sino gracia y salvación.

La ascensión de Cristo significa, para los cristianos, que Dios ha descendido a lo más profundo para tomar en sus brazos todos los espíritus y elevarlos consigo hasta el lugar previsto en su designio. Éste es el concepto cristiano de salvación frente a otras religiones que lo entienden como resultado del esfuerzo humano. Para ellas, la salvación consiste en conquistar el mundo de los dioses y llegar a ser uno de ellos. Las más elevadas proponen la verdad y la rectitud moral como el camino más adecuado para lograrlo. En el cristianismo, por el contrario, la salvación es un don que Dios concede a todo el que lo acepta. El camino es la fe y la confianza en él. La verdad y la rectitud moral sólo son una indicación de que se avanza por la senda verdadera.

Había sido anunciado en la Escrituras que el Mesías iba a morir y resucitar y que se predicaría en su nombre la salvación y el perdón de los pecados a todos los hombres. Perdón y salvación van siempre unidos. Gracias a ello, se asientan los cimientos de la esperanza cristiana. La resurrección de Cristo significa que estamos llamados a la plenitud. Su ascensión al cielo completa la idea afirmando que esa plenitud es para siempre. Por ellos nos hace sentir una serena nostalgia de la patria definitiva y alimenta en nosotros el deseo de alcanzar la gloria de nuestro único y verdadero Señor. La seguridad de la meta hacia la que caminamos da sentido al camino que recorremos y da ánimo en la lucha sobre todo en los momentos de mayor oscuridad. Sólo quien sabe a donde va acierta en la elección del camino. Y sólo quien tiene una razón lo recorre completo.

Francisco Echevarria

juan antonio at: 25 mayo, 2022 18:28 dijo...

Hoy celebramos la partida de Jesús al Padre, quien al terminar su vida, llegó a la meta, Dios.

Pero no nos deja abandonado, nos dice que esperemos, que se cumplirá la promesa del Padre de recibir su Fuerza, su Espíritu y el Espíritu conformará la nueva comunidad.

Esta promesa es común en las lecturas de este Domingo, y así en la primera nos hará testigos en todo el mundo, la segunda nos dará sabiduría y revelación para conocerlo y en la tercera seremos revestido de poder desde lo alto.

En todas se nos habla de la Fuerza de Dios en nosotros, de la vida del Espíritu que conforma la Comunidad de seguidores de Jesús, y como nos dirá Pablo en su carta 1ª los corintios, somos morada de Dios y templos del Espíritu Santo.

La fiesta de la Ascensión del Señor es el final de una etapa en el plan de salvación de Dios y una vigilia en la constitución de su Iglesia con el envío del Espíritu que celebraremos la semana que viene.

Es decir la nueva comunidad, la Iglesia de los hijos del Dios, nace al amparo del Espíritu y nuestra reflexión debe estar en que somos morada de Dios y templo del Espíritu, por lo que tenemos que ser consciente de la importancia en nuestra vida de cristiano de la acción del Espíritu en nosotros, de vivir sabiendo que sus dones (Is.11,2) y sus frutos (Gl. 5,22) no llenará en una Vida plena en Dios

Debemos vivir con sentido de comunidad, no vivimos nuestra fe solos, la vivimos en compañía de todos los hermanos, y debemos rezar en plural, pues conmigo reza toda la Iglesia pues el cristiano no vive solo, vive y se salva, como dice el dicho, en “racimos”.

Pidamos a Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra ese sentir comunitario, como ella lo vivió con los Apóstoles, según narra el versículo doce y siguientes de los Hechos que no se proclaman, “”regresaron….subieron al piso donde se alojaban, eran Pedro….juntos con las mujeres además de María la madre de Jesús y sus parientes”” .
Aquí está la primera Comunidad de cristianos o seguidores del Camino como inicialmente se llamaban, “”todos ellos perseveraban unánimes en la oración””, en la espera de ser bautizados en el Espíritu Santo.

Vivamos nuestra Comunidad, vivamos el sentir del Espíritu en nosotros, Espíritu que recibimos en el bautismo y en la confirmación y que habita en nosotros.
La semana pasada citábamos esa cancioncilla del “Espíritu de Dios se siente aquí……, pues veamos si lo sentimos de veras.

Santa María Madre de Dios y Madre nuestra, ayudanos a estar en Vigilia con la comunidad de hermanos y llegar a nuestra meta, Dios, ¡AMEN! ¡ALELUYA!


juan antonio at: 25 mayo, 2022 18:32 dijo...

P.D.En el párrafo seis de la anterior reflexión, el final del mismo es: NOS LLENARÁ EN UNA VIDA PLENA EN DIOS.

Maite at: 26 mayo, 2022 16:51 dijo...

En la fiesta que celebramos este domingo resuena más hermosa que nunca la oración de Pablo. Contemplamos en ella a qué estamos llamados y así nuestra esperanza se renueva y crece de día en día.

Afortunadamente, sabemos que Jesús no está ahí arriba y nosotros aquí abajo, dejados a la intemperie de los acontecimientos. Formamos parte de una historia que se encamina hacia su plenitud y no estamos solos. El domingo pasado orábamos con las palabras más bellas y consoladoras del evangelio de Juan: somos morada de Dios.

El evangelista Lucas, a su vez, nos recuerda que no es tiempo de quedarse mirando al cielo. Hay mucha tarea por delante. Hacen falta muchos testigos y el mundo entero espera la buena noticia de Jesús. Eso sí: necesitamos ser revestidos de la fuerza de Dios, su Espíritu Santo. Y el mismo evangelista nos enseña que Dios no niega, a nadie que lo pida, este don; el mayor de todos.