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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
LA AVARICIA (Lc 12,13-21)
Son siete las necesidades del ser humano y satisfacerlas de un modo adecuado viene a ser la tarea fundamental de la vida. Las tres primeras tienen que ver con el mundo material. Son la necesidad de bienes que garanticen nuestra supervivencia y nos den seguridad; la necesidad de gozar del don de la vida en medio de las dificultades; y la necesidad de realizar nuestros proyectos que nos proporciona confianza en nosotros mismos y eleva nuestra autoestima. La cuarta es la más humana: se trata de la necesidad de amar y ser amado. Cuando es rectamente satisfecha, nos introduce en el ámbito de las necesidades espirituales, que nos acercan al mundo de lo sobrenatu¬ral. Las tres últimas son: expresar nuestro mundo interior –ser creativos–, comprender la verdad de la existencia y alcanzar la sabiduría por la que comprendemos nuestro destino último y el sentido de la vida.
Las tres primeras son –como las restantes– necesidades fundamentales del ser humano, pero encierran un peligro: cualquiera de ellas puede atrapar el corazón e impedir el progreso del espíritu hacia estados superiores. Quien queda atrapado en la primera es víctima de la codicia. Su vida no tiene otro objetivo que acumular riquezas y bienes. Quien se deja dominar por la segunda cae en el hedonismo, en la búsqueda compulsiva del placer y se vuelve incapaz del sacrifico, la renuncia o el esfuerzo. El esclavo de la tercera tiene un desmedido afán de poder. Su objetivo es dominar el mundo. Lo paradójico de la vida es que, siendo tres necesidades, son tres posibilidades y, a la vez, tres riesgos, aunque, la más peligrosa es la primera.
Jesús dice, refiriéndose a ella, que es de necios acumular riquezas para uno mismo y no ser rico ante Dios y el autor de los Proverbios hace gala de equilibrio y sensatez cuando pide: "Señor, no me des riqueza ni pobreza, sólo lo necesario para vivir" (30,8).
La verdad es que resulta extraño este lenguaje en Occidente, dado que es un mundo atrapado en las tres primeras necesidades. Pero creo que ya es hora de empezar a hablar del callejón sin salida en el que estamos metidos. Porque ¿a dónde nos está llevando la idolatría del dinero, el afán de placeres y el ansia de poder? ¿Acaso a un mundo más humano y feliz? En el siglo pasado hemos creado la utopía del progreso y de las libertades y hemos caminado hacia ella, pero al final lo que encontra¬mos es un mundo de ricos muy ricos y pobres muy pobres, donde las libertades individuales son encadenadas por los violentos y los poderosos y las nuevas generacio¬nes, víctimas del vacío existencial, tratan de disfrutar a tope porque nadie les ha mostrado otra felicidad. Necesitamos desandar el camino y situarnos en el sendero adecuado. Quienes lo muestren serán los verdaderos bienhechores de la humanidad.
Este domingo es un buen día para hacer nuestra la oración del salmista. Ha hecho suya la profunda reflexión del autor del Eclesiastés; pero ha sabido, o ha querido darle un aire más poético, más amable. Ha dejado de lado la amargura y, sin dejar de hacer pie en la realidad, no ha echado el ancla en su crudeza, y se ha lanzado a velas desplegadas por las olas de la presencia de Dios en su vida. Cual surfista enamorado, ha cabalgado sobre ellas enarbolando la bandera de la esperanza, la confianza y el amor. Del agradecimiento apasionado.
Como Pablo que, fiel a las enseñanzas de Jesús, sabe dónde están los bienes verdaderos, objeto de los afanes de todo discípulo del Maestro. Por eso va derecho a lo esencial, a lo que merece la pena; con la misma premura del autor del Eclesiastés o el salmista cuando asumen la brevedad de la vida y la fugacidad de cada momento. Para Pablo, de ojos y corazón de águila, no existe más codicia que la de anhelar lo que más identifica con Cristo y transforma en él.
A poco que se conozca a Jesús, queda claro que “aunque uno ande sobrado, la vida no depende de sus bienes” y, durante esta vida es vana cosa atesorar para sí, si no se es rico ante Dios. Todo un testimonio de vida, actitudes y prioridades en nuestro mundo. Una auténtica evangelización.
La Palabra de Dios esta semana nos trae la condena de la codicia, del tener por tener, del acumular, mirándose a uno mismo, sin mirar al su alrededor, sin levantar la cabeza para ver qué hay además de uno.
A Jesús le plantean un problema de herencia y Jesús plantea la parábola de rico necio, del insensato.
La riqueza en sí no es condenada, el poseer no es reprobado, es la actitud del que posee, del que tiene que no ve otro futuro que el suyo, que no mira más allá de su mundo que lo encuentra tan bueno después de haberle tocado la lotería de la vida, se complace en cómo vivirá y comerá él sin preocuparse de mirar a su lado.
Olvida que el dinero, los bienes tiene una función social en la sociedad, no somos propietarios de nada, somos administradores de aquella cantidad que nos ha tocado gestionar, sea para nosotros, nuestros hijos y nuestros hermanos, sobre todo los más débiles y ello nos lleva al desprendimiento, a la generosidad, al compartir, al ser hermanos de nuestros hermanos y en las necesidades grandes, más grande debe ser nuestra actitud con lo poco o mucho que podamos aportar, pero siempre, siempre, sin que olvidemos a los demás y sobre todo a los más débiles.
La riqueza sin visión solidaria, sin visión social, es, en mi parecer, fruto del mal en la sociedad, hemos roto el equilibrio y diría más la dignidad de las personas, si miramos las fuentes de ese acumular y tener.
Debemos de interpelarnos como cristianos y como Iglesia, qué acumulamos, qué tenemos, que damos, qué compartimos, pues si seguimos mirándonos, seguiremos si saber nada de nada.
Mira que puedes hacer, que puedes compartir y si no tienes comparte tu tiempo tu vida con los demás y si puedes, pues adelante ya sabes.
Como Iglesia no me resisto a transcribir parte del n.º 31 de la Encíclica Solicitudo Rei Socialis, de Juan Pablo II, de hace muchos años y me pregunto si la Iglesia ha hecho algo de lo que el santo Papa decía en ella
“”” 31. La fe en Cristo Redentor, …...
Así, pertenece a la enseñanza y a la praxis más antigua de la Iglesia la convicción de que ella misma, sus ministros y cada uno de sus miembros, están llamados a aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos, no sólo con lo « superfluo », sino con lo « necesario ». ANTE LOS CASOS DE NECESIDAD, NO SE DEBE DAR PREFERENCIA A LOS ADORNOS SUPERFLUOS DE LOS TEMPLOS Y A LOS OBJETOS PRECIOSOS DEL CULTO DIVINO; AL CONTRARIO, PODRÍA SER OBLIGATORIO ENAJENAR ESTOS BIENES PARA DAR PAN, BEBIDA, VESTIDO Y CASA A QUIEN CARECE DE ELLO.59 Como ya se ha dicho, se nos presenta aquí una « jerarquía de valores » —en el marco del derecho de propiedad— entre el « tener » y el « ser », sobre todo cuando el « tener » de algunos puede ser a expensas del « ser » de tantos otros.
El Papa Pablo VI, en su Encíclica, sigue esta enseñanza, inspirándose en la Constitución pastoral Gaudium et spes.60 Por mi parte, deseo insistir también sobre su gravedad y urgencia, pidiendo al Señor fuerza para todos los cristianos a fin de poder pasar fielmente a su aplicación práctica.
NOTA 60 Carta Encíc. Populorum Progressio, 23: l.c., p. 268: « 'Si alguno tiene bienes de este mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra las entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios?' (1 Jn 3, 17). Sabido es con qué firmeza los Padres de la Iglesia han precisado cuál debe ser la actitud de los que poseen respecto a los que se encuentran en necesidad ». En el número anterior, el Papa había citado el n. 69 de la Const. past. Gaudium et spes del Concilio Ecuménico Vaticano II “”
Ahí lo dejo.
¿Es rica la Iglesia? No me lo planteo yo, sino un Papa y santo y creo, porque no lo sé, que de lo que se proponía en la Encíclica, no se ha hecho, nada de nada, Estamos como Iglesia acumulando y teniendo cosas que son superfluas, sin darle el sentido social a esos bienes?
Hoy día de Santa Marta, la que se ocupaba de las cosas para atender al Señor y la que hoy sale a su encuentro, nos ayude en nuestra reflexión
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a vivir en austeridad y con sentido cristiano, ¡AMEN!
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