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sábado, 8 de octubre de 2022
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4 comentarios:

juan antonio at: 11 octubre, 2022 10:47 dijo...


Esta semana y la que viene, como nos previene la Hoja, trataremos de la oración.

En esta semana Jesús quiere explicar a sus discípulos como hay que orar:

”siempre sin desanimarse”

y para ello les propone la parábola del juez injusto, ante el que acude una pobre viuda pidiendo que le haga justicia.

Resalta la parábola la insistencia de la viuda ante ese “juez que ni temía a Dios ni le importaban los hombres”, una y otra vez hasta que consigue lo que solicitaba.

Podíamos preguntarnos, ¿porqué la insistencia, la perseverancia, es que Dios no escucha? y puede que la pregunta sea lógica, pero el mensaje está en que la perseverancia no es para Dios sino para nosotros, no es que Dios no sepa lo que pedimos, lo que necesitamos, es que nosotros sí necesitamos ese constante dialogo con Dios, esa relación continuada, hoy, mañana y pasado mañana, siempre y ello porque un primer signo de la oración es esa relación continuada, donde la confianza en Dios, la fe en Dios Padre Bueno, en Jesús Hijo que nos lo revela en su Palabra y hechos y con la Fuerza del Espíritu Santo, se acrecienta orando, donde el hombre/mujer abre su corazón expone sus necesidades, da gracias, alaba y glorifica a su Señor.

“Pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos… ?” a quienes le gritan día y noche en constante amistad?
Entiendo que la Palabra nos está diciendo que todo es un regalo de Dios, pues siempre “siempre nos dará cosas buenas” “nos dará su Espíritu Santo”, porque nunca nos abandona pues como nos dice el Libro de los Proverbios, (8,31) “ mi delicia es estar con los hijos de los hombres” , otras cosa es nuestra actitud.

El último inciso del Evangelio, referido a la última venida de Jesús al final de los tiempos, entiendo debemos mirarlo también en la actualidad, hoy ¿encontrará, encuentra Jesús esta fe?

El mundo se nos presenta a las puertas de catástrofes a todos los niveles sean guerras, sean conflictos económicos, financieros, políticos, reuniones sin fin para no llegan a nada pues por encima de todo, todos queremos poner nuestro interés olvidando lo que a todos favorezcan: en este caos se da la fe? En este embrollo tenemos confianza en Dios, elevamos nuestra mirada y nuestras manos en una oración constante para que la normalidad haga florecer las relaciones entre todos y busquemos el bien común, sobre todo de los más débiles?

Reflexionemos y salga nuestro grito a Dios Padre Bueno, que nos dará “cosas buenas”, elevemos nuestro grito siempre, siempre en ese contacto, justo y necesario, y ello porque nuestro auxilio viene del Señor, como reza el salmista.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!

Maite at: 12 octubre, 2022 18:15 dijo...

Entender mal las enseñanzas de Jesús sobre la oración nos ha metido en peligrosos callejones sin salida. Mucha gente abandona la oración porque, después de creer que persevera en ella, no encuentra respuesta a lo que pide. La oración no es un cajero automático. Es un camino de amistad honda, una historia entre dos que los va igualando y haciendo más y más semejantes. Porque, al decir de los místicos, esa es la obra que hace el amor: igualar a los que se aman. Por eso, en una relación de amor con Dios, nosotros nos vamos transformando en él.

Una transformación implica una metamorfosis. Santa Teresa lo explicará acudiendo a la naturaleza y describiendo cómo un gusano de seda se transforma en mariposa. El orante deja mucho de sí, lo deja todo, en realidad, a medida que avanza por el camino, y en su oración su petición, su alabanza, su intercesión se van transformando también, y se van conformando con los deseos, la voluntad de Dios.

Así, cuando el orante pide justicia no la busca tanto para él mismo, cuanto para quienes más sufren y padecen la mordedura de la injusticia. Y cuando la pide, alza sus manos limpias, al decir de Pablo, de toda injusticia, de toda ira y división, liberado de un yo egoísta, unido a Jesús y a toda la Iglesia que clama por la paz en toda la tierra. Ya no cuenta la fe de uno/a, sino la de toda la Iglesia, todos los hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes o no, que anhelan, aun sin saberlo, que venga a nosotros el reino de Dios; que todos seamos, de verdad, hermanos.

Pablo pone en manos de Timoteo la Escritura: el más preciado tesoro del orante; y en sus labios y corazón.

El salmista, un orante avezado del AT, se apoya en el Señor, y confía en él por encima y por debajo de todas las vicisitudes de la vida: el sol del día y la luna de la noche, las entradas y salidas. Pasa por tantas calamidades como cualquiera, pero sabe a quién acudir y en quién poner su confianza y esperanza.

Y hasta Moisés, el gran amigo de Dios necesitaba quien le sostuviera en su oración para poder perseverar en ella. También lo dice la Escritura: “El que encuentra un amigo, encuentra un tesoro”. Lo mismo pasa en el camino de la oración.

Paco Pérez at: 14 octubre, 2022 19:30 dijo...

LA ORACIÓN… ¿CÓMO DEBEMOS HACERLA?
Una vez más tener fe en el Señor quedó patente cuando Moisés, Josué y el pueblo lucharon contra Amalec.
Lo significativo de la creencia, en este caso y en cualquier otro, está en no dudar del camino a seguir: ORAR, tener CONFIANZA en el Señor y ESFORZARNOS. Durante el combate no dudaron y fueron constantes, el Señor estuvo a su lado y triunfaron.
Jesús continuó enseñándonos a orar y nos propuso hacerlo en soledad, con constancia, sin cansarnos de presentarle a Dios los asuntos que nos tienen agobiados aunque la justicia humana nos tenga olvidados, que al hacerlo estemos convencidos de que Él actuará a favor nuestro y que no acudimos a pedirle su ayuda empujados por nuestros egoísmos personales.
El comportamiento correcto queda reflejado en la viuda que presenta su denuncia y el incorrecto en el juez, éste tenía la obligación de estudiar la demanda pero no lo hacía, no respetaba las leyes y siempre sentenciaba en su contra. Ella, a pesar de ese comportamiento injusto, no se desanimó y continuó pidiendo justicia. Estar convencida de que la verdad era suya le hizo seguir confiando en la JUSTICIA, continuó con su petición, un día el juez cambió de criterio y ella recibió una sentencia favorable.
Si el juez injusto escuchó a la viuda porque fue constante… ¿Qué hará el Señor con nosotros si seguimos su ejemplo cuando OREMOS?
Debemos tener total CONFIANZA en el Señor, Él nos escuchará y no nos abandonará.
Pablo nos recuerda que siendo niños fuimos educados en unos principios y en el conocimiento de la Sagrada Escritura, realidades que nos animan a seguir fieles al regalo que entonces recibimos y a actuar con firmeza divulgando y practicando el mensaje de Jesús y, al hacerlo, no dudar si necesitáramos reprender o corregir a quienes se hubieran desviado del verdadero camino. Estas acciones se harán si es necesario y con la sana intención de ayudar a quienes necesitan cambiar el comportamiento equivocado que llevan.
También nos anima a permanecer firmes en lo que hemos recibido y se nos ha confiado, sabiendo que el conocimiento de la Sagrada Escritura puede darnos la sabiduría que nos hará permanecer en la fe en Cristo y, con su ayuda, poder alcanzar la salvación.

Anónimo at: 17 octubre, 2022 21:49 dijo...

La oración (I): “Es Él quien no desfallece y nos busca incansablemente…”

Yo rezaba (o hacía lo que podía). Empecé como me enseñaron, a confiar en Alguien que me acompañaría siempre y cuyo amor por mí permanecería hasta el final. Aunque yo a veces no lo sintiera y tuviera mis dudas. Creía y rezaba con la fuerza y la inocencia de un niño que pide un deseo, lo que más quiere, una y otra vez. Yo haría mi parte, ese era el trato. Tenía todo el tiempo del mundo.
Crecía y seguía rezando. Todo parecía igual. Empecé a pensar que no lo hacía bien, que quizás tenía que ser yo, instrumento entre Él y mi deseo. Y sin ser muy consciente de lo que rezaba, le pedía la “fuerza” para que aquello que pedía, se hiciera realidad a través de mí.
Pasaba el tiempo, seguía rezando y sin darme cuenta, Él iba creciendo en esa relación. Pero en todo ese tiempo, siempre había sido mi plan, y no el suyo. Quizás no tenía que ser así… Y comencé a rezar de otra manera: que fuera su voluntad y no la mía, la que se hiciera realidad.
La oración nos cambia. En esa relación de amor, Él había crecido y yo me iba haciendo cada vez más pequeña. Hagamos un nuevo trato.