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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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DIOS Y EL CESAR
Se discutía en tiempos de Jesús si era o no lícito pagar el tributo romano. Los saduceos -más pragmáticos y realistas- sostenían que había que pagarlo para evitar problemas mayores; los fariseos -y con ellos la mayoría de la gente- se negaban a ello porque era un signo del sometimiento a Roma. De hecho hubo no pocas revueltas por este motivo. La pregunta que le plantean a Jesús es inflamable y de hondo calado político: si decía que sí, se enfrentaba al pueblo; si decía que no, se le podía denunciar ante las autoridades romanas. En cualquier caso perdía influencia y poder ante las masas.
Pero, si inteligente fue la pregunta, más inteligente fue al respuesta. La moneda en circulación era romana y ello, de por sí, significaba el dominio de Roma sobre Israel. Era absurdo discutir un asunto menor -el pago de los impuestos- cuando el mayor -la dominación romana- se imponía como un hecho incontrovertible. Pero no era ese el verdadero problema del Judaísmo. Jesús aprovechó la pregunta para plantearlo abiertamente: Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios significa que hay que poner a los hombres en su sitio y a Dios en el lugar que le corresponde. Ellos preguntaban por los derechos de las autoridades y Jesús respondió que siempre han de estar por debajo de los derechos de Dios. No hay dos poderes paralelos e independientes entre sí. Sólo hay una autoridad: la de Dios; la que disfrutan los hombres es siempre limitada y está sometida a un poder superior.
Tal vez alguno interprete que esto es negar la autonomía del orden temporal, pero no es así. Evidentemente, las instituciones temporales -políticas, económicas, culturales, etc- no están sometidas a la Iglesia como institución. Pero es falso que el poder sea absoluto y absolutamente independiente. Pensar así conduce al absolutismo. Cuando las circunstancias de la vida -o los votos- entregan el poder a un hombre -o a un grupo-, éste debe tener presente en todo momento que el suyo es un poder limitado. Si es creyente, pensará que, por encima de él esta Dios; si no lo es, deberá pensar que sobre él están el bien común y la justicia. Olvidar esto conduce primero a prácticas totalitarias -para eliminar al adversario y consolidar la posición alcanzada- y luego a la corrupción como medio para lograr beneficios personales o de grupo.
Cuando el Cesar se cree Dios y exige la sumisión absoluta y el derecho por encima de todo derecho, la Iglesia -y cada creyente- ha defender contra viento y marea la soberanía de Dios como garantía última del bien común. Para los creyentes la única razón que justifica el poder humano es la defensa de los débiles. No hay mejor razón para explicar que, siendo todos los hombres iguales, unos estén situados por encima de otros. Por eso, para Jesús, la autoridad es servicio y no dominio.
Dm 29 TO 22.10.23 Mt 22,15-21
La primera lectura hace elogio de un rey pagano instrumento de Dios para liberar a su pueblo y termina la profecía diciendo,
“”Yo soy Dios y no hay otro””
Esta manifestación de Dios nos trae las enseñanzas de Jesús sobre donde está nuestro corazón, qué Dios tenemos, el Padre Dios o los que nos hacemos a nuestra medida; examinémonos, veamos nuestro comportamiento, nuestras actitudes y abramos nuestro corazón a la conversión de cada día para que Dios sea nuestro único Dios.
Pablo nos trae como centro de nuestra vida la fe activa, el esfuerzo en el amor y el aguante (el sufrimiento, la tolerancia, la paciencia) en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Un programa de vida, ya que nuestra fe se muestra en nuestras actitudes ante la vida, el amor llenando nuestra vida y la de todos y la esperanza en el anhelo de la llegada del Señor al final de nuestra existencia y al final de los tiempos, siendo la luz, todas ellas, de lo que somos y queremos ser: seguidores de Jesús.
El Evangelio presenta la trama de los enemigos de Jesús y la salida airosa de éste ante la proposición política de los enviados de los jefes judíos que no dan la cara:
Jesús no responde sobre la licitud o no del tributo, lo deja a su consideración, Jesús va más allá, Jesús les dice que todo es de Dios y que siendo de Dios, lo engloba todo, no podemos hacer apartijos ni componendas y por ello date a Dios, entrégate a Dios, haz las obras de Dios, la compasión…, lo demás déjalo.
Cantemos con el salmista ese cántico nuevo de nuestra vida entregada a Dios y Vida vivida a la luz del Evangelio, sabiendo que todo, todo es de Dios como nos recuerda S. Pablo, si vivimos…. si morimos...en la vida y en la muerte, pertenecemos al Señor.
Gracias, Señor, por todo
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¡AMEN!
LOS TRIBUTOS, UNA CARGA PESADA… ¿HEMOS MEJORADO?
Jesús mostraba en las parábolas el camino de la verdad pero quienes tenían el poder, al sentirse retratados en ellas, lo rechazaban. Le enviaron aquel grupo de personas afines a ellos para preguntarle sobre un tema social complicado y, como tenía que elegir entre dos opciones, una parte de la sociedad se ofendería y lo rechazaría.
La maldad humana quedó reflejada en esa escena.
Dos milenios después el comportamiento humano también hace sufrir a las personas con los mismos o similares problemas y, además, les hace asistir impotentes a la puesta en escena de la misma obra de teatro. Esta realidad sigue ocurriendo porque al poder le basta con dar leves retoques al guión teatral, cambiando el lugar de la representación y los actores, pero éstos, aunque sean otros y hablen idiomas, siguen teniendo el mismo nivel de escrúpulos y preocupación por los problemas ajenos, aunque de vez en cuando se reúnan para mostrarnos sus buenos deseos… ¡Que la PAZ sea una realidad!
Cuando se apagan las cámaras archivan los acuerdos, se quitan las máscaras de ese día y hacen lo contrario, continúan abriendo nuevos frentes bélicos para vender armamento, endeudarlos y saquearles sus recursos naturales.
Estos comportamientos son contrarios al mensaje cristiano porque quienes mueven los hilos del concierto internacional o local no tienen inconveniente en seguir jugando con Jesús, encarcelándolo y crucificándolo, cuando necesitan hacer daño a otros para triunfar o acompañándolo en procesión, si desean ganar popularidad. Alcanzados sus objetivos se olvidad otra vez de Él al ponerse el traje del buen talante para confundir al necesitado haciéndole promesas que nunca cumplirán pues lo que sí harán será imponerle nuevos incrementos recaudadores, estas maniobras las ocultan porque no administran los recursos públicos como propios y así ocasionan el endeudamiento progresivo de las personas y del estado.
En el pasado también hubo guerras e invasiones y los obligaron a vivir en el extranjero, perdieron la libertad y pasaron a ser esclavos, los trataron mal y no los alimentaron correctamente. En nuestros días también hay personas que sufren las consecuencias de la opresión de los poderes públicos, aunque los formatos seas diferentes.
Cuando ocurren estas realidades las personas se sienten abandonadas por Dios pero Él nunca nos da la espalda. Ocurrió cuando estuvieron en Babilonia y Dios tuvo que enviarles a Isaías para comunicarles que no perdieran la fe y la esperanza pues su liberación estaba próxima.
Este hecho histórico nos ayuda a comprender que no nos abandona y que nos ayuda sin mostrarse.
Pablo escribió a los tesalonicenses para reconocerles lo hecho, darles ánimos y reconocerles los logros alcanzados con su buena actitud al escuchar la Palabra y el empuje recibido del Espíritu Santo. Les aconsejó que siguieran firmes en la fe, unidos por el amor y que no perdieran la esperanza.
La Iglesia, y los cristianos, debemos denunciar las injusticias, lo que hizo Jesús.
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