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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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TÍTULOS Y DIGNIDADES
Moisés fue el primer legislador de Israel. Después de él, vino la tradición. En tiempos de Jesús era incumbencia de los escribas y fariseos conservar, defender e interpretar tanto la una como la otra. Ocupaban la cátedra de Moisés o, lo que es igual, eran los encargados de explicar al pueblo la voluntad de Dios. El problema era que no siempre respaldaban con su vida lo que predicaban con su palabra y es que entonces como ahora, una cosa es predicar y otra dar trigo. Jesús denuncia la incoherencia entre la doctrina y las obras y la tacha de hipocresía. Y aduce como razón de este modo de actuar que quienes así obran lo hacen porque quieren ganar fama y honor entre los hombres, sin que les importe el honor de Dios. Por eso les gusta ofrecer signos externos de su importancia, ocupar puestos de relieve y ser reconocidos públicamente.
Jesús está en completo desacuerdo con este modo de ser y de actuar y advierte a sus discípulos que ellos han de ser de otra manera. Para explicar su pensamiento pone tres casos relativos al tratamiento que solía darse a los rabinos: maestro, padre y consejero. A nadie hay que llamar maestro porque el único maestro es Jesús; ni padre, puesto que el único padre es el del cielo; ni consejero ya que el único consejero es el mesías. Todo esto está en consonancia con la letra y el espíritu del evangelio donde queda claro que entre los cristianos el mayor, el más importante, es el más pequeño y es a él a quien todos -de modo especial los grandes- deben servir.
Pero hay otra razón detrás de esta doctrina: el único maestro y consejero, es decir, el único que tiene autoridad en sí y por sí es el Mesías. En la comunidad cristiana nadie tiene autoridad para exponer doctrinas propias de modo que pueda reunir en torno a sí discípulos como solían hacer los rabinos. La función de enseñar no es autoridad propia sino misión recibida de aquel que tiene esa autoridad. Por eso puede decir en otro lugar: “Quien a vosotros escucha a mí me escucha”,expresión que es más un aviso a los maestros que una advertencia a los discípulos.
El espíritu y la letra a veces se nos olvida a quienes decimos seguir a Jesús y, de la mano de la historia, vamos dejando que las cosas sean de otra manera con pretextos y justificaciones que no siempre convencen. Nos encariñamos con títulos y dignidades y dejamos que la gloria de Dios ceda ante la gloria de un hombre -aunque éste sea su representante-. La verdad es que las palabras de Jesús nos deben inquietar. Es verdad que no se trata de suprimir títulos, sino de erradicar del corazón la ambición de poseerlos. Pero reconocer que lo importante es el fondo no significa desmerecer el valor de la forma. Al fin y al cabo la única dignidad que cuenta es la que confiere a un hombre su espíritu de servicio y la humildad que muestra cuando se pone a los pies de los pequeños
Dm 31 TO 5.11.23 Mt 23,1-12
Esta semana Jesús en el pasaje evangélico que contemplamos, reprocha al estatus religioso la forma de transmitir las enseñanzas al pueblo de Dios, dicen pero no hacen y debemos hacer lo que nos digan aunque no lo hagan, es decir, hacen un servicio que no llega porque no es servicio, es pura egolatría, yo en la sinagogas, yo en los banquetes, yo en las plazas y siempre yo, nunca “nosotros”.
Podíamos resaltar del contexto el siguiente párrafo
“”Pero este relato es, al mismo tiempo, la contraposición de la Iglesia de todos los tiempos, que sigue a Jesús, sí, pero nunca acaba de entender su camino de servicio y de poder””
Es como si estuviéramos en un estado permanente de tibieza, de medias tintas, de sí pero no, y como nos dice el Apocalipsis (3,20) porque no eres ni frio ni caliente, te arrojaré de mi boca: damos un culto de boquilla, damos un amor de egoísmo y una caridad, un amor de exhibición, lejos de lo que Dios quiere de nosotros, así Jesús nos dice “si quiere ser discípulo mio…… abnegación….cargar con tu cruz y seguir sus pasos ligero de todo, pues si queremos ser discípulo….. ve vende lo que tienes, dalo a los pobres…..
El día uno se proclamó las Bienaventuranzas, “dichosos los que quieren ser pobres….”, no miserable, desprendido para llenarnos de Dios Padre y le sigue ese programa de vida que tenemos que meditar y orar para seguir a Jesús y tender la mano al hermano.
Como dice el contexto, hoy nunca acabamos de entender el camino de servicio y sin poder alguno, pues él fue “”uno de tantos”” y miremos qué buscamos en el seguimiento de Jesús, lo que el Papa Francisco llama la carrera clerical?, propia incluso de los laicos….. yo presidente de tal hermandad, tal cofradía, responsable de tal movimiento…., que me vean que hago esto y…... y así nos enaltecemos, olvidando el servicio, mandato prioritario de los seguidores de Jesús, porque no podemos ser mayor que el maestro y si éste “vino a servir y no a ser servido”, tenemos que aprender a darnos en los detalles, por simple que sean, que Dios nos irá pidiendo cada día, sin luchar por puesto alguno, sin aspirar a prebendas ni privilegios, siendo el “último y servidor de todos”: cosa que no hemos llegado a entender en su “””totalidad”””.
Pero siempre hay buen viento para quien quiere navegar, por lo que empecemos de nuevo cada día, pidamos sabiduría para entender lo que Dios nos pide y entregate sin reserva alguna, pues la vida del cristiano, se ha dicho, no es de medias tintas, es de total entrega, con las fuerzas que tengas, con los tropiezos de siempre, pero levantate y sigue que Dios Padre, Jesús Hijo y el Espíritu de ambos, nos dará el empujón necesario, no estamos solos.
Señor, gracias por todo
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¡AMEN!
JESÚS DECÍA Y HACÍA. LAS PERSONAS DECIMOS Y NO HACEMOS
Jesús denunció el mal comportamiento de quienes enseñaban el camino del Reino porque no hacían lo que decían, les puso como ejemplo a los escribas y fariseos y les aconsejó no fiarse de las personas que hacían como ellos.
A quienes guiaban la espiritualidad del pueblo les pedía coherencia para no confundirlos y a las personas les aconsejó tener espíritu crítico para no dejarse llevar por los planteamientos equivocados de quienes, anteponiendo sus intereses al bien común, sólo se preocupaban de recibir alabanzas y de ocupar los primeros lugares.
Han pasado muchos años pero tengo la impresión que seguimos practicando cumplimientos que, para mí, no tienen nada que ver con las enseñanzas de Jesús. Él actuaba y así nos mostraba el camino y su opinión sobre el comportamiento humano equivocado.
Opinar para mejorar lo que hay, no es ir en contra de nada ni de nadie sino tener el deseo de prevenir a otros sobre la verdadera intención de quienes gobiernan torcidamente nuestras vidas cuando adaptan a sus intereses las propuestas de Dios, es decir, divulgan las suyas pero no las de Él. Los escribas y fariseos daban relevancia a lo que no era importante, pasaban de puntillas sobre las cosas esenciales de la vida porque no habían comprendido la auténtica dimensión del mensaje de Cristo y porque se creían en posesión de la verdad y del conocimiento de Dios.
La prueba de que a Dios siempre le preocupó el hombre está en el texto donde el profeta Malaquías reprende a la clase sacerdotal por el incorrecto comportamiento que habían tenido en el cumplimiento de las normas que Dios les estableció y cómo habían arrastrado con él a otros. En nuestros días… ¿Tiene validez ese texto?
Opino que sí porque hay vigentes algunas prácticas que sólo son “tradiciones”, así lo interpreto cuando leo Éxodo 20, 1-5.
Daremos culto a Dios siendo justos con el prójimo y abandonando las prácticas que no son bíblicas.
Pablo nos muestra la experiencia misionera que tuvo con los cristianos de Tesalónica y destaca de ella el gran valor que tuvo el AMOR, el elemento que debe resplandecer en las relaciones de los hombres pues sin él no podremos convencer a quienes nos escuchan haciendo otra cosa o intentando imponerles nuestras ideas por la fuerza.
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