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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
LA RESURRECCIÓN MUESTRA PARA QUÉ VINO JESÚS
Los hechos que desembocaron en la muerte de Jesús desorientaron a los discípulos, temieron por sus vidas y se marcharon a Galilea. Cuando resucitó, recuperaron la ilusión, regresaron y, aunque no habían presenciado el hecho, lo proclamaron sin miedo… ¿Por qué cambiaron de actitud?
Porque al resucitar se cumplió lo anunciado, entonces comprendieron el verdadero sentido de lo que hizo durante su vida, Él se les aparecía y ellos comprobaban que era el mismo porque hablaban con Él, comían y lo tocaban pero les sorprendía que no permaneciera a su lado como antes… ¿Por qué?
Porque al resucitar venció a la muerte y, siendo el mismo que convivió con ellos, ahora se presentaba en una dimensión que le hacía ser el mismo pero ellos lo percibían diferente.
¿Qué fue lo más reseñable de esta nueva convivencia que tuvieron con Jesús?
Que, aunque nadie vio la resurrección ni pudo explicar cómo ocurrió, todos asimilaron lo fundamental del hecho, que la muerte y resurrección de Jesús fue necesaria para que podamos estar junto a Él. Está en 1 Corintios 6,14: [Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su fuerza.].
Ahí estuvo el verdadero sentido de la venida de Jesús, morir y resucitar para que la humanidad pudiera salvarse.
Los discípulos, al haber sido testigos de todo lo que hizo Jesús y de lo ocurrido en aquellos días, después no dudaron en cumplir el encargo que les dio, la evangelización.
Pablo, cumpliendo su encargo, predicaba sobre los efectos beneficiosos que tuvo para los hombres la resurrección de Cristo y les aconsejaba actuar siempre sin apego a los bienes terrenales porque era más importante luchar por los de arriba que por los de abajo.
Cristo nos mostró el camino del Reino y ahora nos corresponde seguir sus enseñanzas. Lo haremos evitando actuar sin rumbo y para ello daremos un cambio radical a nuestra conducta, acción necesaria sí queremos estar a su lado cuando acabe nuestro tiempo terrenal.
CUANDO TODAVÍA ESTABA OSCURO
Aún estaba oscuro cuando María Magdalena fue al sepulcro. Las tinieblas de la noche no habían dado paso todavía a la luz y el día aún no despuntaba. Hasta en el interior de la Magdalena reinaba la oscuridad más profunda mientras se dirigía en busca de un cadáver, pues no esperaba encontrar otra cosa. Tan negra es su noche, que ver la losa quitada del sepulcro no es para ella signo de vida, sino una prueba de que se han llevado de allí al Señor.
Aún está oscuro, cuando la Iglesia y los cristianos desmentimos con nuestras obras y palabras, con nuestros gestos, que Jesús vive. Cuando parece que todavía corremos al sepulcro sumidos en la desesperanza y damos la impresión de ser amortajadores profesionales más que testigos del resucitado.
Aún está oscuro, cuando seguimos buscando los primeros puestos y el carrerismo, como lo llama el Papa Francisco , en la Iglesia y en nuestras comunidades de creyentes. Eso nos impide reconocer los signos de la vida; miramos sin ver y vemos sin creer. Solo el que ama, es capaz de distinguir los detalles de un tálamo nupcial ahí donde otros solo ven despojos. Solo el que ama, es capaz de ceder el paso al que llega por detrás como gesto de reconocimiento. Él ya tiene su recompensa. Su mirada limpia y clara ya ha contemplado la luz.
Aún está oscuro, cuando nuestros labios proclaman que Jesús está vivo, pero nuestros juicios, críticas y condenas, nuestra dureza y falta de compasión y misericordia lo desmienten, y escandalizan y alejan a los más pequeños y débiles.
Aún está oscuro, pero la vida es más fuerte que la muerte, y la luz brilla más allá de las tinieblas. La Magdalena se equivocaba al ir al sepulcro, al buscar un muerto, pero su amor la llevó a perseverar en su intento, a no rendirse a la evidencia, a no sucumbir a la angustia, y vio vivo y a su lado a Jesús. Pedro era incapaz de leer las señales, de distinguir lo que tenía delante de las narices. Su amor era inmaduro, egoísta y pequeño, miserable; pero Jesús le había tocado con su amor grande y profundo, y daría fruto a su tiempo; un fruto duradero y hermoso.
EL “COMO SÍ” DEL TRIDUO PASCUAL
¡Tanto he deseado celebrar esta Pascua contigo! Era la Última Cena con tus discípulos, pero el anticipo de tantas otras que vendrían después, y que nosotros seguimos celebrando hoy. Ellos celebraban el pasado : el paso de Dios y la liberación de la esclavitud en Egipto. Pero Tú, que pasaste por sus vidas (y las nuestras también) estabas celebrando el futuro: que nos liberaste de la muerte por Amor. ¡Qué difícil entender cómo juegas con el tiempo!
¡Tanto he deseado celebrar esta Pascua contigo! Me he sentado en tu mesa, te he visto partir el pan, dejé que me lavaras los pies… sigo necesitando comprender tanto amor derramado entonces, y ahora. Haced esto en memoria mía… pero que lo hagamos nosotros, en Tu nombre, porque Tú ya lo hiciste primero, nos diste ejemplo y nos mostraste el camino a seguir: el del servicio y la entrega, por Amor.
¡Tanto he deseado celebrar esta Pascua contigo! Por eso te he seguido al Huerto de Getsemaní, como sí estuviera allí. Quería estar contigo, rezar contigo, consolarte, abrazarte… pero te apresaron, y el miedo se apoderó de tus amigos y todos desaparecieron. Incluso yo, que estaba aquí y ahora, y quería seguir acompañándote en esos momentos, me llevaron de allí… Estos días recordamos lo que pasó entonces, como sí fuera ahora. ¡Cómo juegas con el tiempo!
Por eso me duele el corazón hoy, como si fuera entonces. Me duele cuando me sacan del Huerto, me duele acompañarte en la distancia cuando cargas con la Cruz, me duele ver cómo te tratan, me duele verte en la Cruz y perderte… y me desconcierta sentirlo ahora, y que se me escapen las lágrimas, como si fuera hoy. ¡Cómo juegas con el tiempo!
Haced esto en memoria mía… y cada vez que lo trato de hacer o lo intento, siento que algo de mí muere un poco, cada vez, contigo. Pero para que Tú vivas en mí .Porque la Cruz venció a la muerte para siempre, y es el árbol de la Vida que has sembrado en lo hondo de mi ser, y quiere echar raíces en lo profundo, y crecer a lo ancho y a lo alto. Y sólo me queda abandonarme en ella, como Tú, con libertad y confianza en manos del Padre, que no dejará que perezca, y cuidará, regará y podará, para que de frutos, a su tiempo. Y saber que el dolor de ahora es parte de la felicidad que fue, es y será. Porque para ti no existe el tiempo hoy, como un día para nosotros tampoco existirá.
¡Tanto he deseado celebrar esta Pascua contigo!
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