DOMINGO-21B

sábado, 17 de agosto de 2024
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3 comentarios:

Paco Pérez at: 20 agosto, 2024 18:28 dijo...

¿SEGUIMOS A CRISTO O A LA TRADICIÓN? RECTIFICAR ES EL CAMINO
La religiosidad de las personas estuvo, y está, ligada a la tradición que había, y hay, en el lugar donde nacían y por eso adoraban a los dioses.
Josué solucionó ese problema convocando al pueblo y a los representantes de las tribus para pedirles que reflexionaran y decidieran si abandonaban la idolatría o daban culto al verdadero Dios, el que los liberó de los sufrimientos que tenían en Egipto. Cambiaron y aceptaron al Señor como único Dios.
Pasaron los años, el pueblo esperaba la venida del Mesías pero no lo reconocieron en Jesús porque sus palabras y acciones no fueron comprendidas, ni por los discípulos,
porque al anunciarles su muerte consideraron que todo era un fracaso y no una buena noticia… ¡No comprendieron que su muerte era necesaria para salvarnos!
Sus palabras llamaban al seguimiento pero muchos no lo comprendieron, lo criticaron y se alejaron de Él. Sólo continuaron a su lado unos pocos discípulos y le manifestaron su fidelidad pero, cuando tuvieron que demostrarla, huyeron.
¿Le damos la espalda nosotros?
Puede ocurrir cuando, a diario y solos, tenemos que responder con justicia ante los temas de la vida o cuando acudimos a los concurridos actos que hemos convertido en tradiciones o costumbres: Asistir a la misa semanal o de difuntos; visitar las imágenes a diario para tocarlas o encenderles velas; acompañarlas en procesión y, al acabar, despedirnos hasta el año próximo…
Algo debe cambiar porque las personas han pasado de tener a Dios en el centro de sus vidas a mostrarse indiferentes… ¿Por qué?
Porque se nos mostró a Dios como no es, un Padre que nos espera en actitud fiscalizadora para ajustarnos las cuentas y castigadora, imagen que no se corresponde con las enseñanzas de Jesús.
También porque tenemos una religión que potencia el culto a las imágenes pero no se programa en las parroquias una “Escuela Bíblica” en la que profundice para conocer mejor a Dios, se lea Éxodo 20, 1-6 y se comprenda lo que hacemos… ¿Sólo eso?
Debemos cambiar el compromiso cristiano de manera individual, yo el primero, en todos los ámbitos.
Pablo nos ayuda aconsejando que haya armonía en la familia y la sociedad y, como ejemplo, les puso una comparativa tomando como referencia las relaciones entre la Iglesia y Jesús y la mujer y el hombre. En ella Cristo es la cabeza visible de la Iglesia, ésta está bajo su protección y ambos trabajan en perfecta unión, empujados por el amor. Siguiendo ese patrón de comportamiento, el hombre protegerá a la mujer y los dos defenderán muy unidos la familia y, empujados por el amor, se respetarán y ayudarán.

{ Maite } at: 21 agosto, 2024 11:59 dijo...

ESPÍRITU Y VIDA
Las palabras de Jesús escandalizan a muchos que acaban marchándose de su lado. Pero él ha advertido que sus palabras son espíritu y vida. Nos cuesta entender, a nosotros también, esto en su verdadera y amplia dimensión. Seguimos sin distinguir entre el espíritu y la carne.

Según Jesús, aquí y en el pasaje del mismo Juan en la conversación con Nicodemo, Jesús afirma que la carne no sirve de nada. Siempre apunta a la vida en el espíritu. Pero, ¿qué entendemos por carne y qué por espíritu? Efectivamente, son antagónicos, y eso se comprende, sobre todo, por experiencia; calibrando cómo actúa cada uno de ellos en nosotros y adónde nos llevan. Cuáles son sus efectos en nosotros.

Para Jesús, todo lo que empieza en la carne, en ella acaba; y todo lo que empieza en el espíritu, en él acaba. ¿Cuándo actuamos según la carne? Cuando lo hacemos, según Pablo, dejándonos llevar por el instinto, que sería carne en su versión más literal. Todas nuestras pasiones, las bajas pasiones, son carne, y todas ellas tiran fuertemente de nosotros. Son las que tienen que ver con el dominio del ego y apuntan a su predominio, su soberanía, su hegemonía en nosotros. Y nos llevan, de la mano, a ejercer todo eso en nuestras relaciones con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

La carne siempre acaba en muerte; una muerte en vida, si se quiere, pero muerte. Estar en ella conduce siempre al desasosiego, la desesperanza, la falta de vitalidad, la sepultura de la ilusión, de los sueños, de la solidaridad en todas sus formas. La carne incita al pecado, por tanto, a la caída a lo más bajo de los infiernos de nosotros mismos. No solo la impiedad es carne, también la piedad entendida como seguridad y comodidad en nuestras vidas. Como estructura asfixiante que genera la falsa calma de los conformistas, de los acomodados que han optado por dejar de buscar, de preguntar, de subirse a la cuerda floja o tirarse sin red.

El Espíritu es el que da vida. El que fomenta y desarrolla los sueños y la ilusión, la esperanza, la humildad entendida, al decir de Santa Teresa, como andar en verdad: con Dios, con nosotros mismos y con los demás. El que hace crecer nuestro verdadero ser, auténtico, bello y profundo, desde lo más hondo de nosotros mismos. El que destruye las sombras y las capas de lodo que lo atenazan y, poco a poco, va haciendo resplandecer, en nosotros, la luz. Así, nos hace hijos de Dios en Jesús, reproduciendo su imagen en nosotros; y hermanos de todos los seres humanos y el resto de la creación con el que compartimos casa.

Nos queda elegir: carne o Espíritu. Y ser consecuentes y coherentes con nuestra decisión.

juan antonio at: 22 agosto, 2024 12:13 dijo...

DOMINGO 21 T. O.* B * 25.08.2024 ENTREGA, INTIMIDAD, VIDA...

Hemos llegado al final del discurso donde Jesús nos ha hablado de lo más intimo, de su propia identidad que ha querido hacerla nuestra “habita en mi y yo en él”, pero como todo final conlleva la adopción de una postura, aceptar cuanto se nos ha dicho o rechazarlo.
Y como ha sido la constante en todo el discurso, los que le seguían han dialogado con Jesús, unas veces para saber cuales son las obras de Dios y las más, para criticarle.
Ahora pasa lo mismo, -esto que dice es inadmisible- ¿quién puede admitirlo? Y se marchan y Jesús como dándoles, dándonos, un último regalo, nos dice ¿y si vierais al hijo del hombre subir donde estaba antes? La Plenitud, la Vida eterna.
Es su respuesta y la marcha, la respuesta de los que no supieron ver más allá de lo material, de lo terreno, de ahí que siga diciéndonos que el espíritu es el que da vida, que sus palabras son espíritu y vida, que la carne, lo terreno, lo de este mundo, no vale y, conociéndoles, les dice que hay quienes no creen.

El discurso está lleno de lo más intimo de Jesús, del Padre, del Espíritu y de nosotros, que somos moradas de Dios y Dios morada nuestra, lo dicho, puro misterio, pura esencia de Dios y de la humanidad, humanidad que no corresponde con la generosidad de hacer viva la fe regalada, “nadie puede venir a ami sino le es dado por el Padre” y por ello dando el “sí”, de aceptar y prestar la adhesión total y sin reserva al que le dio la Vida en su vida, el estilo de vida que nos hace Vida.

Por todo ello muchos discípulos se volvieron atrás y no andaban con él y ante este abandono Jesús no tiene otra salida que dirigirse a “los doce”, ya bien determinado, ¿También vosotros queréis iros?

Esta pregunta nos la debemos hacer todos, cada día o cada momento de discernimiento sobre nuestra vida, qué comporta nuestras actitudes en la sociedad en que vivimos, nuestro testimonio es coherente con lo que decimos creer, nuestras practicas y nuestras celebraciones qué dicen a los que nos ven?

Ahí está nuestra vida, Jesús no nos impone nada, nos dice lo que es y lo que somos y nos deja la opción a nuestra entera libertad, ¿también yo quiero irme?

Cuántas veces me he marchado y cuantas veces he dejado mi fe a un lado, en uso de mi libertad, lo más grande que Dios regaló a la humanidad, pues la intimidad de Dios y de mi con Dios no se impone, Jesús nos la está ofreciendo, nos está diciendo como vamos a él, como estamos con él, es la fe que activamos en nuestra mayoría de edad religiosa, pues puede que los años nos tenga sin ver el bosque porque mis árboles no me dejen verlo.

Repitamos con frecuencia el salmo que nos ha acompañado en la vivencia de este discurso, “Gustad y ved qué bueno es el Señor” ¿lo hemos comprobado, experimentado? Ahí queda eso.

Santa María, madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¿AMEN!