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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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LOS QUE BUSCAN
Contemplando el periplo de los Magos trazamos el de los que buscan. Son estos los soñadores de todos los tiempos; los que esperan, contra toda esperanza, que algo o mucho cambie a mejor. Hoy se trataría de soñar y buscar una Iglesia sinodal, donde quepan todos, todos, todos. Abierta, ensanchada, libre y liberadora, compañera de camino de los pobres y pequeños de la tierra.
Los que buscan tienen la manía de ver alguna que otra estrella y se dejan guiar por ella. Son pequeñas luces persistentes que se cuelan en el alma y fascinan a unos pocos; y dejando de lado las tinieblas exteriores se empeñan en seguir esas luces pequeñitas que apenas dan resplandor pero que, inexplicablemente, calientan por dentro, aunque sea poco. Lo suficiente para apasionar y despertar viejos sueños, como de adolescencia y juventud, que los que buscan creían perdidos.
Son sueños de universalidad y fraternidad, de ensanchar mentes y corazones, espacios y tiempos para que quepan, quepamos todos. Sueños de reconciliación y de paz profunda y duradera, como de paraíso perdido largamente añorado.
A veces, la estrella se apaga, y parece que nunca estuvo ahí. Es la hora de perseverar en el camino, de probar la consistencia de los que buscan, su fe y su esperanza. Se camina ahora a oscuras, sin luz ni calor, sin pasión ni ilusión; pero no se deja de caminar. Se pregunta, aunque sea a las personas, lugares y espacios equivocados y, cuando apremia, la estrella vuelva a lucir, aparece como surgiendo después de una pesadilla. Y una simple luz, por pequeña que sea, siempre es más grande y fuerte que las tinieblas y la oscuridad.
Y en la acogida a todos florece la adoración, la entrega de lo más valioso: uno mismo. Nacen la concordia y la reconciliación, y se desvanecen, como el humo, el individualismo y las prerrogativas de unos pocos.
LA EPIFANÍA. MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR
Isaías anunció la venida de la luz, el fin del sufrimiento y la restauración del orden perdido. Lo hizo porque el pueblo estaba cansado de vivir en permanente zozobra al ser empujados a vivir así y estar deseosos de vivir en tranquilidad pero, para alcanzarla, procurarían que las certezas guiaran sus pasos.
Hoy, cuando tenemos que ir a un lugar desconocido, activamos el GPS para que nos guíe hasta dónde vamos para evitar las equivocaciones. Los “Magos” llegaron hasta Jerusalén ayudados con el primitivo GPS de la estrella pero cuando se ocultó ya no pudieron continuar viajando y preguntaron por el rey de los judíos. Su petición despertó en Herodes el viejo temor de todos los políticos, perder el sillón, indagó y, cuando estuvo documentado, les pidió que lo informaran a su regreso.
Quienes sí conocían dónde nacería Jesús, sacerdotes y letrados, no se inmutaron… ¿Por qué?
Porque no percibían con certeza los mensajes divinos al no haber sabido escuchar a Dios en cada momento de sus vidas. Los viajeros sí la tuvieron y por eso lo buscaron allí.
Esta realidad enseña que para reconocer su presencia en nuestras vidas, sin verlo, tendremos que empezar por conocerlo a fondo y amarlo mucho. La lectura de la Biblia es la mejor ayuda que tenemos para poder percibir la certeza de sus mensajes y mejorar nuestro caminar.
Es posible que muchos estemos cumpliendo según la tradición de “visitar el templo, a diario o semanalmente” no nos da ventajas en la carrera del Reino, pero es un gran error creer que sí… ¿Por qué lo afirmo?
Porque Jesús nos lo enseñó en la escena del “látigo y los cambistas”, acción que no fue contra ellos sino contra la “corrupción que había en el Templo y en los políticos”. La gente no tenía “certezas” pero Él sí.
Los “Magos” cumplieron su objetivo, adorar a Dios, y nos enseñaron otras cosas importantes: Rechazar la grandeza y la ostentación, amar la sencillez, descubrir las mentiras de los poderes públicos, no colaborar con ellos, amar la verdad y plantar cara a las injusticias de la vida sin temer al “día después de”.
Debemos verlo así porque si Él nació en un establo y lo visitaron las clases sociales que en su entorno eran rechazadas por su humildad… ¡Qué grandeza de ideales debieron tener aquellos “Magos” cuando no les importó viajar hasta una cueva y encontrar en ella a Jesús acompañado de sus padres, pastores y animales!
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