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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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EL BAUTISMO DE JESÚS Y EL NUESTRO
El pueblo vivía en el destierro y el profeta los animaba anunciándoles la venida de un hombre extraordinario que, dotado de unas virtudes únicas, cambiaría lo tradicional sin emplear la violencia y las armas, se comportaría con humildad y la única ayuda que recibiría vendría de la fuerza de sus palabras y ejemplo de vida para abrir los ojos a los ciegos de espíritu. Así liberaría a las personas que vivieran cautivas de las fuerzas del mal hasta que se instaure el orden verdadero en la sociedad.
Pasaron los años, el “Plan de Dios” para el hombre avanzó y fue Juan “El Bautista” el elegido para preparar los caminos del Señor, el anunciado por el profeta. Éste renunció a las comodidades familiares para vivir en el desierto humildemente y predicar a quienes se le acercaban que debían cambiar el comportamiento mediante la conversión, el arrepentimiento y el bautismo. Las gentes se ilusionaron con su mensaje y ejemplo de vida, iban al Jordán arrepentidas porque deseaban “cambiar”, recibir el “perdón de sus pecados”, “bautizarse” y comenzar a vivir de manera diferente.
Jesús, mezclado entre la gente, se acercó al río aunque Él no necesitaba ser bautizado. Fue un riesgo innecesario porque, al bautizarse, pudieron dudar de su grandeza y pensar que si lo hizo fue porque era pecador como ellos y no el Mesías esperado.
En Lucas 3, 16 se desmonta esa posible duda: [Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.].
Jesús, tal vez, sólo deseaba apoyar a Juan, mostrarles su condición humana y enseñarles el camino. Después ya lo acompañaron algunos discípulos recorriendo los pueblos, Él predicaba y ellos aprendían, pero Pedro tardó en comprender que Dios acoge a todos los hombres sin fijarse en su nacionalidad, raza o condición social porque, al ser judío, no aceptaba a los paganos de origen romano, por eso tardó en abrazar a Cornelio y su familia.
El Bautismo es un acto de gran responsabilidad y debemos preguntarnos… ¿Somos conscientes de ello? ¿El Bautismo de nuestros días es el modelo que predicó Juan y se completó al recibirlo Jesús?
Opino que no pues ellos se bautizaban siendo adultos, cambiaban y practicaban un nuevo formato de vida social y comunitaria… ¿Se parece el nuestro al de Jesús?
Que cada persona reflexione y saque sus conclusiones.
LA VOZ
Al decir del salmista, la voz del Señor es potente y magnífica, majestuosa y soberana. Sin embargo, consagra a un mesías que se caracteriza por su falta de poder, por su mansedumbre, su debilidad aparente, su resiliencia. Un hombre, cercano a todos y uno más entre todos, elegido y amado sobremanera, valedor de los últimos, consuelo de los afligidos y liberación de oprimidos. El que procura la reconciliación, la paz y la luz para todos. Es el siervo del Señor puesto al servicio de todos.
Los que han sido testigos privilegiados de su vida y experiencia, como Pedro, definen su lugar en la historia como el de aquél que pasó haciendo el bien, curando y librando de la opresión del mal; en virtud de la fuerza del Espíritu con que fue revestido en el Jordán.
La escena del bautismo traduce, sobre todo, una fuerte experiencia interior de elección amorosa, de fuego del Espíritu. Experiencia que sucede, qué duda cabe, después de una búsqueda sincera, constante y fiel del rostro de Dios; de identificación de Dios con los últimos y oprimidos, con los más pobres y pequeños, con los abandonados por la religión. Y con una salida del sistema, un éxodo del templo a favor de los caminos y las mesas de los pecadores.
Revivimos hoy, por ello, una llamada, un bautismo de fuego, no de ritos y doctrinas, de caminos trillados y seguridades. Una certeza interior de ser elegidos y amados para ir en pos de las huellas del que se hizo uno de tantos para ser luz y consuelo, fuerza y reconciliación para todos; hijos y hermanos.
¿CUÁNDO BAUTIZARNOS?
Maite interpreta con gran belleza espiritual el Bautismo y nos abre su ventana para que percibamos otras realidades sin apartarnos de lo esencial.
Llevo años dándole vueltas al Bautismo porque, para mí, se imparte a una edad inadecuada, normalmente, con días o meses de vida y por esa realidad me vengo preguntando… ¿Es ese el camino que se muestra en la Biblia?
Juan el Bautista bautizaba a quienes se le acercaban arrepentidos y se lo pedían. Antes de hacerlo, sin esconder la verdad, les decía:
[Yo bautizo con agua (inmersión) en señal de arrepentimiento pero el que viene después de mí, de quien no soy digno de desatarle su sandalia, es más poderoso que yo y Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego].
Jesús fue hasta él y lo bautizó con 30 años… ¿Por qué lo hizo entonces?
Tal vez, para indicarnos que con esa edad se cumplían los requisitos para recibirlo aunque Él no incumplía ninguno.
En el Bautismo de nuestros días… ¿Puede manifestar un bebé que se arrepiente de sus errores y que desea bautizarse? ¿Cumplen los padrinos el compromiso que adquieren? ¿Es el comienzo del camino cristiano o un día de fiesta familiar?
Felipe acompañó a un eunuco mientras leía un texto de Isaías, le reconoció que no entendía el texto, él se lo explicó, le habló de Jesús y creyó. En el texto de Hechos 8,36-38 le pide a Felipe que lo bautice:
[En el camino encontraron agua, y el eunuco dijo: Aquí hay agua… ¿hay algo que me impida ser bautizado?
Felipe le dijo: Si crees de todo corazón, puedes ser bautizado.
Y el eunuco respondió: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.].
Si esta persona se bautizó porque se arrepintió y
creyó que Jesucristo era el Hijo de Dios… ¿Deben ser
bautizados los niños sin haber cometido pecado ni conocer aún a Jesús?
La Iglesia enseña que el bautismo perdona el pecado original, nos convierte en hijos de Dios y nos permite ser parte de ella.
Pero en Efesios 4:32 se nos dice: [Sed más bien unos con otros bondadosos, perdonaos los unos a los otros, como Dios os ha perdonado en Cristo.].
Sabemos que el mensaje de Juan iba dirigido a los adultos y que éstos se bautizaban. Pero… ¿Se les perdonaba el pecado original solamente y les quedaban pendientes los otros o todos a la vez?
Si se perdonaban todos… ¿Para qué murió Cristo?
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