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sábado, 22 de febrero de 2025
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 25 febrero, 2025 07:54 dijo...

La honestidad (Lc 6,39-42)

Decididamente Jesús era un hombre sensato y lleno de sabiduría, de esa sabiduría que se saca de la vida diaria. Con estas palabras nos recuerda que necesitamos espejos donde poder mirarnos para vernos como somos. Nos pasa muchas veces como al bromista que se ríe del que lleva un muñeco a la espalda sin caer en la cuenta de que él lleva uno mayor.
No se pueden recriminar a otros los fallos que uno mismo está cometiendo, sin hacer un sincero examen de conciencia y esforzarse por cambiar. La verdad que digo es a mí al primero que compromete. La honestidad tiene mucho que ver con la sinceridad consigo mismo. Hemos usado tantas veces la mentira para lograr nuestros propósitos que nos ha llegado a parecer el modo normal de funcionar. Pero no es cierto. La mentira es de color negro porque crea oscuridad en la relaciones inter personales y la vida pierde calor y brillo.
Ser honesto es mirar de frente la realidad nos guste o no; es mirarse en un espejo sin romperlo de un puñetazo porque no es agradable lo que vemos en él, sin volverle la espalda para
olvidar lo que hemos visto, sin taparlo con un lienzo para no ver.
El que se somete a la prueba de la verdad podrá luego servir de espejo a otros. No huyas de la confrontación de los demás. Deja que te ayuden, aunque te duela lo que te digan y lo que te hagan ver. Y no olvides la verdad a medias, que es una forma de mentira. En el paraíso la serpiente vertió en la copa del corazón de Eva una mezcla de cosas verdaderas y falsas. Fue eso lo que la sedujo y la llevó a extender la mano a lo prohibido. La media verdad disuelta en la mentira hace que ésta sea aceptable y el corazón empieza a desear lo falso a causa de lo verdadero. Es una forma de manipular al otro para lograr de él lo que nos interesa. El final de la historia es que Dios terminó aclarando las cosas y poniendo a cada uno en su lugar. La mentira, tarde o temprano, queda al desnudo y es la vergüenza y la humillación lo único que le queda al mentiroso.

{ Maite } at: 25 febrero, 2025 17:09 dijo...

LO QUE REBOSA EL CORAZÓN
Puede que algunas palabras se las lleve el viento, pero otras se clavan como puñales. El efecto que hagan o dejen de hacer dependerá de dónde salen, qué rebosan, porque pueden salir de un corazón fraterno y agradecido o de uno amargado y rencoroso.

El amor cuesta y duele, por eso, hasta Santa Teresa hablaba de los que corrigen a sus amigos cuando ven que es necesario, experimentando en carne propia lo que cuesta la reprensión o llamada de atención. Pero, por otro lado, el que ama no puede ver al otro errado en el camino sin advertirle. Es superior a él intentar poner remedio dando luz al que cae o yerra, aunque se juegue la propia tranquilidad e incluso la amistad. Una corrección hecha del modo adecuado, es decir, con caridad y amor verdadero, brota de un corazón auténtico que sabe amar. Con ese amor que se pone al servicio del otro, buscando su bien y no el provecho propio.

Antes que Santiago, el apóstol, y sus disquisiciones sobre la lengua, ese pequeño órgano todopoderoso, el autor del Eclesiástico ya sabía que en el hablar es “donde se prueba una persona”, donde se ve qué rebosa su corazón, qué tiene dentro. En cambio, el salmista tiene claro lo bueno que es dar gracias al Señor. Y es que, la acción de gracias nace de un corazón agradecido, acogedor, libre y olvidado de sí. El que nunca encuentra motivos para dar gracias vive girando en torno a sí, y su corazón se obstina en la negatividad y el pesimismo.

Las palabras bondadosas y amables siempre darán fe de un corazón sosegado y limpio, centrado y maduro, acrisolado en las pruebas y victorioso en ellas. El corazón de un seguidor de Jesús.

Paco Pérez at: 26 febrero, 2025 13:45 dijo...

DIOS SIEMPRE NOS GUÍA… ¿LO ESCUCHAMOS?
El Eclesiástico ayuda a comprender la esencia de las relaciones humanas, si miramos en nuestro interior y aprendemos de los ejemplos que nos regala la vida a diario: Sembrando buenas semillas y cuidando las plantas recogemos abundantes frutos; escuchando y respondiendo con verdad y justicia somos respetados pero actuando empujados por otros intereses somos rechazados.
Partiendo de estas realidades deberemos no juzgar con prisas sino comenzar escuchando todos los razonamientos, después pasarlos por la criba y, finalmente, emitiendo nuestra opinión.
El salmo anima a proclamar, cada mañana, la necesidad que tenemos de dar gracias al Señor por lo recibido y a comportarnos con justicia para caminar sin tropezar pues así daremos buenos frutos y disfrutaremos de una vejez digna.
Jesús habló del Reino de Dios con parábolas y dichos, ejemplos y mensajes breves que tomaba de su entorno para que los entendieran bien y después, con libertad, eligieran entre cambiar o seguir igual… ¿Por qué? Porque sabía que cambian aquellos que escuchan a quienes les muestran la verdad pero los que permanecen abrazados a las tradiciones siguen igual o empeoran.
Muchas veces, deseando cambiar las cosas, nos equivocamos cuando criticamos con radicalidad a quienes tienen responsabilidades pues no lo hacemos como Él: Denunciaba las interpretaciones equivocadas de la Ley pero lo decía y hacía enseñándolos a perdonar, a ser misericordiosos y justos con las necesidades de los débiles, a luchar contra la tentación para vencer la muerte y a estar vigilantes para que el pecado no nos lleve a una muerte sin retorno.
Pablo habló sobre la resurrección y afirmó que era el triunfo sobre la muerte, logro alcanzado gracias a Jesús. Aconsejó permanecer en esa creencia y trabajar para que el deseo del Padre se cumpla pues cuando la muerte sea vencida, entonces se cumplirán las escrituras y recibiremos la recompensa.
Hagamos lo que propone Juan Muñoz: [Responder a la llamada del “despertador de conciencias”, Jesús.]