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domingo, 7 de septiembre de 2025
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2 comentarios:

Paco Pérez at: 09 septiembre, 2025 20:53 dijo...

LA HUMILDAD SALVA. LA VANIDAD DESTRUYE
El pueblo, cansado de caminar y escaso de alimentos, protestó, el Señor se enfadó, les mandó serpientes venenosas y muchos murieron con su mordedura.
Arrepentidos acudieron a Moisés, reconocieron su error, le pidieron que intercediera ante el Señor por ellos y lo hizo. Él les propuso hacer una serpiente para que, al mirarla, los que hubieran sido mordidos quedaran curados. La propuesta debían entenderla como un acto de fe en el Señor y no para la serpiente.
Hoy, en los templos, hay imágenes de personas que fueron canonizadas y los fieles, con fe, les piden su ayuda pero hacerlo así… ¿Es una tradición humana o un deseo divino? ¿Las prácticas que se hacen con ellas las enseñó Jesús?
Él, desde el nacimiento hasta su muerte, nos mostró el camino del Reino con humildad… ¿Cómo?
Ayudando en la familia, en la sociedad, en lo que decía y hacía, escuchando… Él se mostraba con naturalidad y nosotros dando imagen de sobrados pero, en el momento de la verdad, Él no fallaba porque amaba a las personas, aunque conociera sus debilidades, y nosotros sí porque estamos escasos de sentimientos nobles… ¿Por qué seguimos fallando?
Porque la vanidad nos hace buscar aquello que no sirve, el reconocimiento de lo que hacemos o somos.
Su humildad quedó probada al nacer, vivir y morir pero nosotros aún no somos buenos alumnos… ¿Por qué?
Porque Él priorizaba ayudar sin esperar nada de los demás y nosotros somos maestros practicando "el te doy y me das".
Las personas no lo comprendieron, acabó recibiendo el trato de un delincuente y sólo Dios supo elevarlo hasta donde le correspondía para que después todas las rodillas se doblen al escuchar su nombre.


{ Maite } at: 12 septiembre, 2025 23:03 dijo...

PARA DAR VIDA
Las palabras y las obras de Jesús nacen de su experiencia de un Dios que se revela para dar vida, y vida abundante, nos enseñará Juan.

Con demasiada frecuencia solemos buscarla donde no está, e incluso en aquello que, directamente, la mina y acaba con ella. Jesús demuestra, con toda su vida, pero de modo especial con su muerte en cruz, que la vida se encuentra, se recupera y se irradia en la entrega de la misma. Y es que, como dice un hermoso himno: La salud se encuentra naciendo de la herida. Así, la vida brota tanto más fuerte y hermosa cuanto más ha sido alcanzada por la muerte por los demás.

Jesús, al ser elevado colgado de una cruz, como un maldito de Dios, según el Deuteronomio, atrae hacia sí a todos los malditos, los abandonados y despreciados, para que recobren su vida y su dignidad.

No, Dios no busca ni persigue la condena del mundo ni su juicio, sino su salvación y liberación, su salud y vida plena, la de todos los seres. Y Jesús, revelación del amor de Dios, sabe que en la mayor aniquilación y abajamiento, el mayor despojo, se alumbra un nuevo nacimiento para una vida nueva que no se acaba.