DOM-28C (VIRGEN del PILAR)

domingo, 5 de octubre de 2025
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2 comentarios:

Paco Pérez at: 10 octubre, 2025 19:22 dijo...

TÚ ELIGES… ¿HALAGO O VERDAD?
Las lecturas muestran, viajando al pasado, las manifestaciones de Dios a las personas para ir encauzado el culto poco a poco.
David, por encargo de Él, levantó una tienda y en ella mandó colocar el Arca de la Alianza. Al acto acudió el pueblo, tuvo la pomposidad y grandeza del momento y le ofrecieron holocaustos y sacrificios. Concluida la ceremonia, David, en nombre del Señor, los bendijo.
Pasaron los años y, al morir Jesús, se reunieron los once discípulos, María- su madre-, sus hermanos y algunas mujeres… ¿Por qué?
Porque el dolor y desconcierto que les causó su muerte los empujó a hacerlo para consolarse y buscar las respuestas que les ayudaran a planificar el futuro como familia en Cristo. Debemos recordar que los discípulos habían recibido de Jesús el encargó de continuar la evangelización de la sociedad.
Es posible que, en esos momentos y circunstancias especiales, se pusieran las primeas piedras de la Iglesia y que lo hicieran las personas que estuvieron siempre a su lado, convencidas de que ese era el camino… ¿Lo estamos nosotros?
Considero que seguimos sin avanzar en nuestro compromiso cristiano a pesar de las enseñanzas que nos dio Jesús pero sí respondemos, sintiéndonos emocionados y justificados, cuando participamos en las prácticas multitudinarias que se nos proponen... ¿Por qué somos así?
Porque asistiendo no reflexionamos, no cambiamos y no nos comprometemos con el mensaje de Cristo pero, al concluir, nos sentimos eufóricos y nos damos un suculento refrigerio por el sacrificio que hemos hecho.
El evangelio nos muestra uno de los comportamientos inútiles de nuestra sociedad… ¡Hacer halagos que brotan en momentos de euforia!
¿Por qué?
Para quedar bien o conseguir algo y después, como no nos comprometen, los arrinconamos en el cajón del olvido.
Hay personas que, al recibirlos, se muestran complacidas porque creen que se los merecen y eso los empuja a perder la humildad, el espíritu de servicio, ganar un comportamiento equivocado y ser diferentes.
Jesús, con su respuesta, desmontó ese falso retrato de los bienaventurados para que nos sirva de guía, lo hizo con pocas palabras: [… escuchar la palabra de Dios y cumplirla.].

{ Maite } at: 10 octubre, 2025 23:19 dijo...

EL LUGAR DE MARÍA
Ante el precioso piropo de una mujer asombrada y agradecida a Jesús, este ensalza a los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Nosotros reconocemos ahí, qué duda cabe, a su madre, aunque no se la mencione. Pero, evitando hacerlo, Jesús redimensiona los afectos más puros y bellos, y nos lanza a velas desplegadas a un nuevo orden de cosas. No se trata de negar lo incuestionable, sino de evitar anclar toda experiencia y compromiso de seguimiento del Maestro ahí donde no debe estar. Lo particular, el propio círculo evita, por bueno que sea, un despliegue universal, generoso y sin fronteras. Hace falta relativizarlo, sin negarlo, para poder extender las alas y volar allende el mar.

El resto de las lecturas de la Eucaristía del día parecen empeñadas en mostrarnos cuál es el lugar de María; el que, como madre de Jesús, le es más propio, connatural incluso. El que nos muestra como el mejor para los discípulos de su hijo.

El libro de las Crónicas describe con mimo las atenciones que se deben prestar al Arca del Señor. María, en cambio, Arca también ella del hijo de Dios, es mencionada en último lugar en la lista de privilegiados que oraban juntos, según San Pablo, aguardando la venida del Espíritu. No es propiamente el lazo indisoluble que la une a su hijo como madre lo que la hace bienaventurada, que también, sino esa perseverancia suya, desde mucho antes, en escuchar lo que venía de Dios y ordenar toda su vida desde ahí y para él. Esta escucha la ha liberado de todo afán de brillo y ansias de privilegios, y poner por obra lo escuchado le ha permitido crecer hacia adentro e irradiar, con limpieza, la gracia, el amor y la bondad de Dios. De modo especial, para con los más pequeños y pobres.

María ha sabido encontrar su lugar en el plan de Dios y entre los hombres y mujeres que han compartido espacio e historia con ella. Su lugar es, siempre, por detrás de su hijo, el último. Solo necesita permanecer ahí para transparentar todo el amparo maternal de Dios, su solicitud por todos, toda gracia y bendición.