DOM-6B

domingo, 4 de febrero de 2018
11 FEBRERO 2018  

DOM-6º-B

2 comentarios:

juan antonio at: 05 febrero, 2018 18:25 dijo...

JESUS
Una primera intención era titular la reflexión JESUS CURA, pero me quedo solo con JESÚS, pues si miramos el pasaje que nos narra Lucas (4,16) en la sinagoga de Nazaret, uno de las actuaciones que el profeta Isaías refería al Mesías, al Ungido, era la curación de las enfermedades, la recuperación integral de la dignidad de la persona, la integración en la sociedad, quitada la impureza que la enfermedad arrastraba consigo.
Hoy Marcos nos presenta la curación de un leproso que acude a Jesús.
Al leer el pasaje, vemos, las personas, Jesús y el leproso, del que no se da nombre, y como decía un sacerdote, quizás sea porque somos todos, el dialogo que se entabla entre ambos, Jesús lo toca y le dice ”quiero, queda limpio”, al momento se le quitó la lepra y quedó limpio y le dices no se lo digas a nadie, pero el curado proclamaba la gloria de Dios
Todo ello a mí que me dice, qué encuentro tengo con Jesús, le doy gracias, le expreso mi alabanza, le expongo mis miserias, mis lastres, mis debilidades, con que fe hago mi oración, que en este caso el leproso era de petición, pero termina siendo de alabanza?.
Reconozco en mi la acción del Señor, día a día, en la multitud de dones desde el amanecer hasta llegar la hora del descanso, viviendo mi día a día con esa fe, confianza plena en Dios, de que estoy en sus manos y Él cuidará de mi como hijo suyo?
Señor, como el leproso, también te doy lastima cuando escuchas mi suplica sincera, “si quieres puedes limpiarme” y no solo del dolor y la enfermedad que llevo conmigo y me unen a tu cruz, me acercan a Ti, sino de las muchas lacras que llenan mi vida, límpiame de la lepra de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi orgullo, de min apatía, de mi pereza, de mis falsas excusas para no luchar por tu Reino. Escucho, acojo y agradezco la Palabra que hoy me dirige “QUIERO, QUEDA LIMPIO”, dame el don del agradecimiento y de alabanza para proclamar las grandezas que recibo y que soy incapaz de anunciar, gracias por tu presencia y cercanía, pese a todo.
Y contemplando tus maravillas, Señor, hazme crecer en la fe, hazme poner en Ti mi completa confianza, haz que cada día sea un encuentro contigo y dirija mis pasos al cumplimiento de tu voluntad haciendo a todos felices, en su dolor y en sus alegrías.

Tu nos lo dijiste, sin mí no podéis hacer nada, pues, Señor, QUE VIVA EN MI DÍA A DÍA ESA ESPERANZA DE QUE TÚ ME SIGUES LIMPIANDO

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a pedir la limpieza de nuestro corazón, AMEN

Maite at: 06 febrero, 2018 18:21 dijo...

Este domingo contemplamos la curación de un leproso que se acerca a Jesús suplicando y de rodillas. Un hombre que ha dejado de serlo, por su enfermedad y la exclusión comunitaria, y se dirige a Jesús, desde la más profunda humildad, con una de las peticiones más hermosas que encontramos en los evangelios: Si quieres, puedes limpiarme.

Podemos hacer nuestra su oración en tantas ocasiones... Siempre que la lepra nos infecta el alma o la voluntad, los sentimientos o nuestras actitudes. Cuando tocamos fondo aún nos queda Jesús, y podemos estar seguros de encontrar en él la compasión entrañable, su tacto delicado y sus palabras que nos devuelven la vida: Quiero, queda limpio.

Entonces la experiencia del salmista, como la del leproso de Marcos, será también la nuestra: Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación. Y no podremos evitar pregonar bien alto y divulgar lo que Jesús ha hecho con nosotros. Ya somos evangelizadores.

Una Iglesia en salida escucha el sufrimiento de los leprosos de nuestro tiempo, los acoge, atiende y entiende, y los toca con compasión. Refleja continuamente a Jesús que pasa haciendo el bien. Sigue su ejemplo, como Pablo, que buscaba la salvación de todos, fuertes y débiles en la fe, dejando de lado su propio bien, sus intereses, y evitaba cualquier escándalo, en la medida de lo posible, atento al bien de los demás.

Y yo, hoy y ahora: ¿Qué actitud adopto ante mi lepra o la de los demás? ¿Qué Iglesia reflejo: una que condena y excluye, o la que se acerca y libera? Quien me mira o se acerca a mí, ¿ve o se acerca a Jesús?