DOM-32B

viernes, 2 de noviembre de 2018

11 NOVIEMBRE 2018          
DOM-32B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 02 noviembre, 2018 09:15 dijo...

Los escribas eran los expertos legales de aquel tiempo y, con frecuencia, actuaban como abogados. Constituían una clase social satis¬fecha de sí misma, prestigiada y piadosa. Esto se manifestaba en su forma de vestir, en el trato que recibían públicamente y en el lugar que se les reservaba en actos oficiales. ¬Pero todo era fachada. Pura imagen. Su modo de actuar con los pobres indicaba que su corazón no era tan digno como parecía su exterior. Cuan¬do una viuda tenía problemas, ellos le ayudaban en los tribuna¬les a cambio de algún tipo de contribución. Pero, dado que las viudas constituían uno de los colectivos más pobres de Israel, eso significa¬ba aprovecharse de la necesidad de los demás. Jesús dice que serán juzgados con dureza.

En la vida -en la sociedad a la que pertenecemos- es frecuente encontrar personas que dan mucha importancia a la imagen, a lo exterior, a lo que se ve. Les importa mucho la apariencia, lo que piensan los demás, el juicio de los otros. Olvidan que la verdadera identidad de un hombre está en su interior. Si quieres saber la talla de un ser humano no lo midas de la cabeza a los pies. Mide su corazón.

E¬so es lo que hace Jesús. Tiene un modo de mirar a la personas que le hace percibir el interior. De ahí que ponga a los discípulos en guardia frente a los escribas: eran como una casa de hermosa fachada, pero ruinosa en su interior. Y a la vez dirige la atención de éstos hacia la viuda que está depositando una pequeña limosna en el templo. En el patio destinado a las mujeres, frente a la sala del tesoro, había trece cepillos en forma de trompeta para recoger las limosnas. Junto a ellos había un sacerdote que indicaba en qué cepillo había que echarla según la cantidad y el destino que quería dársele. Por tanto, todo el mundo podía ver quienes daban más y quienes menos.

Jesús observa el movimiento de la gente y repara en una viuda que deposita su limosna en el cepillo de los pobres, de los que apenas daban. Con su palabra pone de relieve la verdadera dimensión de aquel gesto. Viene a decir que lo grande es pequeño cuando el corazón es mezquino y lo pequeño, grande, cuando es generoso. No es la cantidad lo que cuenta, sino la calidad del corazón. No hay cosas pequeñas ni pequeños detalles cuando la medida de las cosas se toma en el corazón. Tu vida, por tanto, valdrá lo que valga tu generosidad aunque tus posibilidades sean insignificantes. Y al revés: por muy grande que pueda parecer tu vida, es nada si tu interior está vacío.

juan antonio at: 06 noviembre, 2018 17:59 dijo...

El Evangelio de hoy tiene dos partes que parecen diferenciada, pero podíamos decir que se correlacionan, por un lado está la denuncia de los explotadores, los de la clase alta de la sociedad israelí y por otro la alabanza de la que se da en el acto de su limosna, no le sobraba, era lo que tenía.
Creo que más de una ocasión he dado una cita de un autor del que no recuerdo quien era, que decía que teníamos que tener “”la mirada limpia y la mano tendida””.
Qué mirada tenían aquellos explotadores de las viudas, huérfanos y pobres de solemnidad de aquellos tiempos que no tenían, ni para ellos y además tenían que cumplir con los preceptos que aquellos maestros habían creado, cómo eran capaces de llegar a tal desprecio y sólo mirarse asimismo, siendo lo que eran, responsables de un pueblo al que debían instruir en el conocimiento de Dios a través de las enseñanzas de la Ley y los Profetas.
Estos mismos entran en la segunda parte del Evangelio en el que vemos como no confían en Dios, como no se abandonan en Dios, pues su limosna es la sobra de lo que tienen, mientras la pobre viuda, al igual que la de los tiempos de Elías, confiando en Dios se dan por completo.
Ante estas actitudes, cuál es la mía, la nuestra, hasta donde llega nuestra fidelidad a Dios, nuestra confianza en Él, nuestro abandono para desprendernos de todo en beneficio de los demás, tendiéndole nuestra mano y dándonos, pues si no nos damos, no damos nada.
Traigo a esta reflexión el versículo 32 del capítulo 12 de Lucas, “”No temas pequeño rebaño porque al Padre de ustedes les agradó darles el Reino””
Qué entrañable expresión de amor como para no corresponder con nuestra plena confianza, con nuestra plena disponibilidad y nuestra entrega gozosa en el servicio, como esclavo fiel y prudente que aguarda a su Señor, en la espera de su llegada que empezaremos a preparar dentro de pocos domingos.
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Madre de nuestra Esperanza en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu, ayúdanos a decir AMEN

Maite at: 06 noviembre, 2018 18:26 dijo...

En la economía del Reino dar poco no vale, si se da tiene que ser todo y del todo, como las viudas pobres del Antiguo Testamento y del evangelio. El valor al alza es la generosidad, que atrae la mirada y los elogios de Jesús.

Si lo das todo nadie podrá pedirte más y serás como el Maestro que entrega hasta la propia vida. No se trata de dar lo que sobra sino de compartir, de ser solidario, porque los bienes son de todos. En una sociedad como la nuestra muchas personas no necesitan un dinero que tal vez no tengas o no puedas estirar más, pero sí tu tiempo, tu cariño, tu atención, tu palabra o consejo, o que estés ahí, a su lado. Y todos necesitan que entregues tu vida, que sirvas, como Jesús.

Y cuando das, ya sabes, no hace falta que se entere todo el mundo, que se vea. Si necesariamente ha de ser así, será bueno el testimonio, y si no recuerda que Jesús y el Padre ven en lo escondido, donde ningún otro ojo puede ver. Con eso vale.