5º Domingo Ordinario - C

jueves, 25 de enero de 2007
4 Febrero 2007

ISAÍAS: Aquí estoy, mándame.
1CORINTIOS:
Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
LUCAS:
Dejándolo todo lo siguieron. Dios tiene necesidad de los hombres.

Descargar Evangelio del 5º Domingo Ordinario - C.

Juan García Muñoz.

2 comentarios:

Anónimo at: 25 enero, 2007 00:41 dijo...

PESCADORES DE HOMBRES (Lc 5,1–11)

En la Biblia, el mar no es sólo un lugar. Para una cultura de tierra adentro como aquella, estaba cargado de misterio y peligro. Por eso no es extraño que llegaran a considerarlo símbolo del caos y de la muerte y ámbito de los poderes demoníacos. Debido a ello, está muy presente en la vida de Jesús: camina sobre sus aguas, calma la tempestad y enseña al pueblo desde una barca, es decir, sobre sus aguas. El Mesías muestra así que los infiernos -los reinos inferiores, los demonios- no tienen poder sobre él. La escena de la pesca, que Lucas nos cuenta, muestra a los discípulos cuál ha de ser en adelante su tarea junto a él: sacar el mar -del dominio del mal- a quienes están atrapados en él. Hasta la llegada de Jesús, la lucha contra el mal había sido un bregar contra lo imposible sin obtener resultados -“Hemos pasado la noche bregando” le dicen-; a partir de él -“por tu palabra”- será un prodigio que sorprenderá a todos.

Estamos ante dos estrategias frente al mal y los males del mundo. Una está representada por los que acompañan a Jesús. Son pescadores y saben que los grandes peces suben a la superficie durante la noche y que es entonces la hora de la pesca mejor. Es la estrategia de lo humano basada en el saber, la astucia y la lucha personal en busca de triunfos. La otra es la estrategia de lo divino basada en la sabiduría de Dios, que no busca el éxito, sino el bien.

Frente a los problemas del mundo caben esas mismas dos posturas. Unos creen que es cuestión de habilidad y de técnica. La ciencia -vienen a decir- es poder y el poder es un dios al que se debe servir; todo lo que pueda hacerse debe hacerse, sin más límite que los propios límites; cuando logremos dominar todos los saberes y poseamos todas las técnicas, los males del mundo desaparecerán. La otra postura es la de los que creemos que el asunto es más complejo y que la erradicación del mal -en todas sus manifestacio¬nes- no es posible dejando a Dios de lado. El objetivo no es dominar al mundo, sino salvar a la humanidad. La lógica de lo divino puede parecer menos realista, pero, a la larga, resulta más eficaz.

No es que veamos con malos ojos el progreso técnico y científico. Pero nos dan miedo quienes hacen de ello un absoluto. No es el religioso el único fanatismo posible. También hay un fanatismo científico y un fanatismo político y cultural y... La planta del fanatismo y la intolerancia -con los extremos que conlleva- puede crecer en todos los campos. Tenemos, por desgracia, demasiadas pruebas de que lo que un fanático puede hacer a sus semejantes cuando pierde la conciencia del límite y justifica cualquier cosa que contribuya a sus intereses. La única manera de evitarlo es no perder de vista que el único objetivo justo es el bien del hombre y que, por ello, las exigencias éticas deben prevalecer sobre otros intereses. No puede hacerse todo lo posible, si ello atenta contra la dignidad del ser humano.

Anónimo at: 25 enero, 2007 00:43 dijo...

El oficio de pescador lo va a seguir realizando Pedro pero en otra clase de pesca. Habrá también buenos y malos momentos, bonanzas y tempestades, noches estrelladas y vientos huracanados, y con ellos, las alegrías y las tristezas, pero vividos de otro modo y por diferentes razones. Jesús va a sacarle de sus faenas diarias para hacerle pescador de hombres y Pedro va a recibir una vocación análoga a su trabajo humano que Jesús va a elevar a otro nivel, asociándole a la obra de salvación.

Ya el profeta Jeremías hablaba de que el pueblo de Israel dispersado sería devuelto a su hogar y que regresarían todos los que habían sido expulsados, porque "Dios va a enviar a muchos pescadores que los pescaran"; van a reunir y congregar a todos los alejados para que regresen a la casa del pueblo de Dios. Y para ello hace falta quien los reúna y congregue: pescadores de hombres que, con sus redes, van a juntar toda clase de pescados.

Y esto vale también para nosotros, creyentes. Nosotros, "los de labios impuros" estamos para vivir la fe en el servicio: buscar, acercar, unir, juntar y para ello romper con discusiones, enfados, rivalidades y desuniones. Abrir a las personas y grupos plegados en si mismos para vivir juntos en la casa de Dios.

Buscar otros mares y usar otras artes.

Y esto es hacer Iglesia y cumplir con nuestra vocación.

Manolo Martín de Vargas.