17º Domingo Ordinario - C

domingo, 18 de julio de 2010
25 Julio 2010

Génesis: Intercesión de Abrahán para salvar a Sodoma.
Colosenses: Dios os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados.
Lucas: Señor, enséñanos a orar.


Descargar 17º Domingo Ordinario - C.

Juan García Muñoz.

3 comentarios:

{ Paco Echevarría } at: 18 julio, 2010 22:15 dijo...

ORAR (Lc 11,1-13)


La oración es –debe ser– una actividad habitual del cristiano. Pero no están los tiempos para detenerse un poco y entregarse sin prisa a algo que algunos consideran un tiempo perdido. Los mejor intencionados dicen que hay demasiados problemas en el mundo para emplear tiempo en algo que ven como una huida de las dificultades. Otros dicen que no pasa de ser una conversación con un ser mudo que nunca contesta. Los hay que no saben qué hacer en una actividad en que los minutos parecen horas.

Siem­pre tenemos un pretexto para no orar. Y, sin embargo, es algo esencial en la vida cristiana. Jesús –que sabía mucho de compromiso, de preocupación por las personas y de afrontar problemas– pasaba noches enteras en oración. No le restaba tiempo ni al Padre ni a los hombres. Se lo restaba al sueño. La oración estuvo presente en los momentos más importantes de su vida: en el desierto, en el cenáculo, en Getsemaní y en el calvario. Era para él una fuente de energía para afrontar el reto de cada día.

Las instrucciones que da a sus discípulos son claras: lo primero es situarse ante Dios como ante un padre. Si no se llega ahí, lo que sigue resulta difícil de entender. Y hay que insistir. No es cosa de un rato, sino algo integrado en la vida. A Dios no se le da una propina de nuestro tiempo, sino el tiempo que le corresponde. Incluso los más cumplidores se conforman con poco: damos a la Iglesia la calderilla de nuestro dinero y a Dios la calderilla de nuestro tiempo. Y que la misa no dure mucho.

En cuanto al contenido de la oración, hay que decir que es muy diverso, pero la más humana es la de petición. Pedir significa reconocer la propia indigencia, la propia debilidad –sentirse humano, es decir, humilde–; y es creer que Dios –como buen padre– con una mano nos sostiene y con la otra nos protege. Lo cual no significa que tenga que hacer lo que queremos o pedimos –mal padre es el que da a sus hijos todos los caprichos porque les priva de formar el carácter y de fortalecer el ánimo–. Dicen los místicos que hay que tener mucho cuidado con lo que se pide porque te lo pueden conceder y ¿a ver qué haces luego? Con ello indican que hay que saber pedir.

Y termino con una advertencia a los reticentes: la oración no es sólo un encuentro con Dios; también es un encuentro con nosotros mismos. Miramos demasiado al suelo y olvidamos que se nos permitió caminar de pie para poder mirar al cielo y comprender cuál es nuestro sitio en el mundo. Si hemos sido creados a imagen de Dios, sólo mirándole a él podremos conocernos a nosotros mismos y comprender cuánta dignidad se encierra en cada ser humano. Ya pasó el tiempo en el que se creía que mirar a Dios lleva a olvidarse del hombre. Más bien es lo contrario.

Maite at: 22 julio, 2010 09:33 dijo...

Cuánto me gustaría, Señor, estar contigo en un cierto lugar para poder verte orar. Y contemplar cómo hablas con el Padre, y qué destila el corazón cuando dejas que fluya la oración.

¿Puedo ponerme a tu lado, para que, muy despacito, me enseñes a orar, a estar con mi Dios amado? ¿De verdad, desde el principio, puedo llamarle Padre? Pues así, nada más empezar, el corazón se puede dilatar y comenzar a cantar una bella melodía filial.

¿Y qué le puede decir un hijo pequeño a su padre? Pues que sea en todo y en todos inmensamente grande, y que cuide a sus hijos en todas sus necesidades. Que nos enseñe a formar auténticas comunidades, de hijos y de hermanos que tienen un mismo padre, y que así todos velemos unos por otros en la oración, clamando a Ti, Padre nuestro, en continua intercesión, pues el dolor de un hermano es también mi dolor, y cuando el gozo le embarga, de gozo me lleno yo.

Y a la hora de pedir nos dices que hay que insistir, como un amigo pesado que se encuentra agobiado, y se vuelve inoportuno y cargante cual ninguno.

Y cuando es tiempo de orar también lo es de buscar y llamar, y Tú nos dices que vamos a encontrar y que se nos abrirá, pues tratamos con un padre todo bondad. Un padre que sabe lo que nos tiene que dar, lo que hemos de pedir, por lo que llamar y buscar, pues de entre todo lo bueno que hay que desear aquello que vamos a necesitar bien sabe Él que es el Espíritu de verdad.

Señor, que cuando yo vaya a un cierto lugar, a solas, a orar, estés Tú conmigo; que vaya yo llena no de soledad, sino de presencias que piden y buscan, que van a clamar que venga tu Reino y que llegue ya.

Flora León at: 23 julio, 2010 19:53 dijo...

En atención a los diez no los destruiré, dice Dios a Abrahán, después del forcejeo en el que Dios muestra su inefable bondad y condescendencia.

En atención a UNO, su Hijo único, no hemos sido destruidos sino salvados, amados en extremo. Estábamos muertos por los pecados, pero Dios nos ha dado la vida en Cristo perdonándonos todos nuestros pecados al morir por nosotros en la Cruz.

Por eso, Te doy gracias Señor de todo do corazón, cantaré delante de los hombres y de los Ángeles para Ti tu promesa supera tu fama. Cuando te invoqué me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Tú Señor completarás tus favores conmigo, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos!

Y en el Evangelio nos enseñas a orar, nos muestras qué es lo importante de veras para que te lo pidamos. En estas grandes peticiones está nuestra verdadera paz y felicidad…nuestra dicha sobre la tierra. Mientras que, por el contrario apartándonos de “ESO” que es tu Reino, de glorificar tu Nombre, apartándonos voluntariamente de perdonar para ser perdonados….es el infierno ya acá , en la tierra de nuestro corazón.

Tú ves Señor , que muchas veces queremos y no podemos… el mal anida en nuestro corazón y somos nosotros los primeros en sufrirlo…Ah, danos fe para llevar a la práctica eso que hoy nos enseñas! Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá” Danos a gustar el Don de a oración , que es esa relación de amor Contigo, donde está lo mejor que podemos hallar sobre la tierra.