PEDRO-PABLO

domingo, 22 de junio de 2014
29 JUNIO 2014
SAN PEDRO Y SAN PABLO

MATEO 16,13-19. Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.

2 comentarios:

Maite at: 24 junio, 2014 20:48 dijo...

Una vez leí que el motivo de celebrar juntos a San Pedro y San Pablo fue terminar con las discusiones que surgieron entre los partidarios de uno y otro, entre quienes sostenían la preeminencia en la Iglesia de uno sobre otro.

A nosotros, que hemos recibido esta tradición de recordar juntos a los dos nos parece muy natural considerar a ambos como columnas y pilares de la Iglesia. Dos figuras tan distintas, con misiones diferentes pero complementarias; ambos elegidos por Cristo y seguidores suyos hasta la muerte. Los dos recorrieron caminos erizados de dificultades, de luces y sombras, gozos y dolores, certezas e incertidumbres, fortalezas y debilidades. Referentes indiscutibles para las primeras comunidades cristianas como líderes, pastores y maestros.

He deseado muchas veces poder repetir las palabras de Pablo cuando se acerque la hora de la muerte. Me gustaría ser tan consciente como él de la inminencia de la partida, y tener la seguridad de haber combatido bien mi combate y haber corrido hasta la meta después de mantener la fe durante toda mi vida. Y quisiera que mi confianza en el Señor sea entonces tan firme como la suya: el Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.

Nosotros conocemos la trayectoria de Pedro, el bueno de Pedro. Tan capaz de confesar a Jesús Mesías e Hijo de Dios, como de traicionar su confianza y amor negando conocerle en el momento de la Pasión. También Jesús conocía bien a Pedro, y no dejó por ello de hacer de él la roca de la Iglesia, de darle las llaves del Reino e investirle de autoridad.

Ni Pedro ni Pablo fueron super hombres y ambos tenían grandes cualidades y defectos, pero los dos amaban a Jesús más que a sí mismos y los dos entregaron la vida, como Él, por los hermanos que les habían sido encomendados, por la Iglesia.

Es bueno recordar a San Pedro y San Pablo y orar en este día por nuestros pastores, por todas las comunidades cristianas. Y seguir su estela, su ejemplo de vida, ahí donde nos encontramos, dejando que hoy prenda un poco más, en nuestro corazón, la llama del amor que transformó y consumió sus vidas. Porque los dos fueron, en medio de muchas vicisitudes y por encima de todo, dos grandes enamorados de Jesús.

Juan Antonio at: 26 junio, 2014 10:14 dijo...

Hoy celebramos la festividad de estos dos grandes seguidores de Jesús, que tienen como denominador común sus debilidades, uno lo niega y otro lo persigue, y sin embargo fueron grandes predicadores del Reino por todo el mundo.
Aquella debilidad, tocada por la mano de Dios, los convirtió en sus grandes luchadores del Reino, no temieron a nada ni a nadie, no tuvieron obstáculos que no vencieran para llevar la Palabra de Dios, ni persecuciones, cárceles, ni la propia muerte les asustó en modo alguno y prueba de ello es la carta de S. Pablo que se proclama en la segunda lectura.
Todo ello porque vivieron su fe, vivieron la oración y la Palabra, celebraron la cena del Señor, como nos decía S. Pablo la semana pasada “..el cáliz y el pan, no es la comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo?”
Quisiera fijarme en la frase de la primera lectura “mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él”
Hoy tenemos que reflexionar sobre nuestra oración por nuestros pastores, por el Papa, los Obispos, Sacerdotes, Diáconos y por todas las personas consagradas, son pocos y en gran número mayores, cansados y agobiados los más jóvenes porque tienen muchas parroquias a su cargo por esos pueblos de la sierra donde entregan sus vidas a la Iglesia
Nuestro rezo tiene que ser, además, disposición, ofrecimiento, entrega, colaboración ¡hay tanto que hacer en una parroquia! Ahí está la labor de los laicos, porque Iglesia, Pueblo de Dios somos todos, y a todos en nuestro bautismo se nos hizo, profeta, sacerdote y rey.
Esta semana tenemos que alegrarnos por la ordenación de dos sacerdotes y un diacono en nuestra Diócesis, demos gracias a Dios por ellos y los tengamos en cuenta en nuestro constante rezo, para que sus principios sea la roca fuerte en la que cimenten su vocación.
La pregunta de Jesús en el Evangelio, sobre quien es Él, yo propongo que la veamos al revés, ¿Quién soy yo para Jesús?, pues así, desde mi óptica personal, veré a Jesús.
No caigamos en la manida respuestas de esos novios, maridos, novias o esposas, que no manifiestan su amor por el otro porque el otro ya sabe que le quiere, que le ama: pues tenemos que decirlo y amar con obras y oraciones,
¿Quién es Jesús?
Señor, concédeme que en todo momento te alabe y te bendiga, que aunque las debilidades me haga saltar, vuelva a contemplarte para no avergonzarme.
Madre de todos los hombres, ayúdanos a decir AMËN