22 FEBRERO 2015
1º DOM. CUARESMA-B
MARCOS 1,12-15: TENTACIONES DE JESÚS
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
LA CRISIS, EMERGENCIA DEL ESPÍRITU (Mc 1,12-15)
Estamos habituados a ver la tentación -en cualquiera de los campos que se plantee- como una situación de peligro que hay que evitar y, si ello no es posible, superar con fuerza de voluntad, responsabilidad y sentido moral. Creo que esta actitud responde a la idea de que la vida ha de ser fácil y de que debemos eludir todo lo que signifique esfuerzo, lucha, sacrificio...
Pero hay otra forma de ver las cosas. La tentación es una situación de crisis en la que la solidez del sistema de valores, de los principios que de él se derivan y de las normas de vida que los concretan es sometida a comprobación. Sin tentación y sin crisis no es posible el conocimiento de sí mismo y, sin éste, no hay crecimiento. La tentación, por tanto, además de ser un peligro, es una oportunidad que hay que agradecer. Por eso no sorprende que Jesús la sufriera y que, cuando enseña a los suyos a orar, no diga “líbranos de la tentación”, sino “no nos dejes caer en ella”.
Evidentemente la crisis tiene dos salidas: el hundimiento, con el retroceso o estancamiento que eso supone, y la superación, con los beneficios que ello comporta. Stanislav Grof, psiquiatra y uno de los pioneros de la psicología transpersonal, en su obra “La tormentosa búsqueda del ser” la llama emergencia espiritual y afirma que, si se comprende y trata bien (como momento crítico de un proceso natural de desarrollo), puede desembocar en fuertes sensaciones emocionales y psicosomáticas, provocar cambios profundos y positivos en la personalidad y llevar a la solución de muchos conflictos.
¿En qué está entonces nuestro problema? La respuesta nos la da B. Blin en el texto que prologa la edición española de la obra citada. El imperialismo científico nacido en el XVIII ha impregnado todos los ámbitos de la vida, modificando nuestra forma de pensar, convirtiéndola en una concepción lineal donde todo tiene una causa y un efecto. Esto ha permitido un desarrollo técnico e industrial sin precedentes, pero nos ha alejado del Misterio; ha potenciado nuestra capacidad de hacer y de tener, pero ha descuidado el ser.
Todo lo que no puede ser explicado desde los presupuestos científicos oficiales es o ridiculizado o negado o perseguido. No es extraño que, para esta mentalidad, la experiencia mística sea una paranoia, la crisis espiritual, una depresión, la religión, una neurosis, la fe en Dios, una proyección de las propias insatisfacciones... Las emergencias espirituales, que no son sino crisis del alma, no son patologías mentales, sino experiencias de tránsito, profundamente humanas y humanizadoras. Jesús de Nazaret, en el desierto de Judá, nos muestra la profundidad en la que se adentra el que sabe afrontar la crisis y bendecir la oportunidad que en ella se le ofrece.
Francisco Echevarría
La Palabra de Dios de este Domingo primero de Cuaresma, nos trae a la consideración las tentaciones de Jesús, proclamada sumariamente por el evangelista Marcos y la llamada a la conversión y aceptación del Evangelio, de la Buena Nueva que nos trae Jesús.
Es un tiempo largo de reflexión, cuarenta días, en los que la Iglesia nos invita a examinar nuestra vida, nuestro seguimiento del camino que Jesús nos dejó, su estilo de vida, su forma de estar y hablar, su forma de orar, como y cuando lo hacía, como no dejaba de dar gracias al Padre.
Para ello tendremos retiros, ejercicios espirituales, lecturas, una reconciliación profunda con Dios porque nuestra vida habrá dejado mucho que desear y así desde el mensaje de SS. El Papa Francisco, digno de llevar a la oración durante este tiempo, hasta todas esas actividades parroquiales que nos muevan a ese cambio de vida que nos pide Jesús, tendremos mucho que aprender.
Por eso quiera pedir al Señor con el salmo,
Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas y así mi corazón se abra a tu gracia que nos vendrá por tantas y tantas acciones litúrgicas que nos hablarán de Ti y tu vida, abre mi mente para que oyendo, escuche, mirando, vea y estando cerca de Ti, te sienta en la Eucaristía, cuya institución es preludio de ese duro camino hasta el Padre.
Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eterna, pues qué seríamos sin ellas, como podría dirigirme Ti si miras sólo mi pecado, si solamente reparas en mis debilidades o mis fragilidades con rigor. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
Hazme caminar, Señor, con rectitud, que no es más que vivir el amor que nos enseñaste tu único mandamiento, amar como Tú nos amaste, entregarnos como Tú te entregaste, darnos como Tú te diste, sin mirar color, raza ni en quien creen, son todos, somos todos hijos de Dios.
Señor, que esta Cuaresma, no sea otra más, que no sea un pasar, sin más, un llenar los días sin ese sentido de purificación que me haga vaciarme de todo lo que me sobra para llenarme de Ti en la gozosa Cena, en tu dolorosa Pasión y Muerte y en tu gloriosa Resurrección .
Virgen Santa, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdame a ver qué cosas tiene que cambiar en mi vida, son tantas, que como se suele decir, los arboles no me dejan ver el bosque, pero Tú ayúdame a escoger aquella con la que más molesto a los demás, para que mi amor sea más cercano a todos.
Al comenzar el tiempo cuaresmal el evangelio nos invita a dejarnos empujar al desierto por el Espíritu. En tan buena compañía, con tan buen capitán, que diría Santa Teresa, como encontramos en Jesús, podremos permanecer en este espacio privilegiado de silencio y soledad, de encuentro con nosotros mismos y con Dios.
Etty Hillesum, joven judía holandesa que murió asesinada en Auschwitz en 1943, expresa así de bien en qué consiste la "meditación", tan propia de este tiempo de gracia:
El hombre es cuerpo y espíritu. Media hora de gimnasia y media hora de "meditación" pueden proporcionarnos una buena base de concentración para toda la jornada. Pero conseguir una "hora de paz" no es tan sencillo. Es algo que se aprende. Tendríamos que borrar del interior todo ese pequeño fárrago bajamente humano, todas las florituras. Una pequeña cabeza como la mía está siempre atiborrada de inquietud por naderías. Hay también sentimientos y pensamientos que nos elevan y nos liberan, pero ese fárrago se insinúa por todas partes. El fin de la meditación debería consistir en crear en nuestro interior una llanura grande y extensa, limpia de los zarzales disimulados que nos tapan la vista. Hacer entrar un poco de Dios en nosotros. Hacer entrar también un poco de Amor, no de un amor de lujo de media hora, con el que te regalas, orgullosa de la elevación de tus sentimientos, sino de un amor que podamos transferir de algún modo a la modesta práctica cotidiana.
El desierto es también un buen lugar para discernir las tentaciones que nos acechan en el seguimiento de Jesús, para elegir y establecer prioridades, para decidirnos a luchar, con todas las consecuencias, por lo que queremos: iniciar un camino de conversión al Evangelio para hacer posible, entre nosotros, el Reino de Dios, para creer y transmitir la Buena Noticia. Para salir hacia Galilea, la tierra despreciada de los gentiles, a anunciar la misericordia de Dios.
En este primer domingo de Cuaresma, el salmista pone en nuestros labios una hermosa oración en que pide al Señor ser instruido en sus caminos, ser recordado con ternura y misericordia, con bondad.
Aprovechemos este tiempo de camino hacia la Pascua para ahondar en el trato más asiduo e íntimo, más amoroso y personal, con nuestro Dios, que pone en el cielo su arco de colores como señal de que la vida no será destruida.
Publicar un comentario