DOM-33A

domingo, 12 de noviembre de 2017
19 NOVIEMBRE 2017          

DOM-33A

2 comentarios:

juan antonio at: 12 noviembre, 2017 22:01 dijo...

TRABAJAMOS LOS TALENTOS?
En las lecturas de hoy, la primera y la tercera, se nos habla del esfuerzo, de la diligencia en nuestra vida, de cómo hacemos las cosas, de cómo llevamos nuestros asuntos, nuestra casa.
La primera lectura me trae gratos recuerdos desde mi infancia, pues se proclama en la misa del día mi Patrona, Santa María Salomé, en Bonares - Huelva y naturalmente con la edad he llegado a comprender su contenido, como se elogia la actividad, la vida de la mujer, haciéndola responsable de su casa, de sus hijos, del esposo, es el alma de hogar, razones todas muy contrarias a las que se tiene de la mujer en aquellos tiempos de Cristo y mucho antes de Él, cuando se escribe el libro de los Proverbios, la mujer no era un florero ni un objeto de placer, sino todo lo contario, el alma y la vida de la casa.
Esta primera lectura enlaza con el Evangelio y la entrega a los criados de aquella cantidad inmensa de dinero, que no se hace de manera aleatoria sino “según su capacidad”, con lo que se nos enseña que Dios no nos pide más de lo que podamos hacer y eso, lo que se nos pide, hay que hacerlo.
A todos se nos ha entregado los talentos, los dones pero para que lo trabajemos, para que seamos activos y contemplativos, pues en el pasaje de Betania, Jesús no condenó la actividad de Marta, sino que elogió la de María y de ahí que el “ora et labora” sea regla común de todos los monasterios y conventos de clausura.
A la vista del texto evangélico, tendríamos que reflexionar sobre nuestra vida, pues aunque tarde mucho tiempo (ya cada vez menos) el Señor llegará un día y nos pedirá cuenta de nuestra actividad, de nuestra vida, de nuestro hacer, de que hemos hecho, empezando por nosotros mismos y terminando con nuestros enemigos y ante ello no podemos poner excusa de edad, ignorancia o poca sabiduría, pues para hacer el bien, solo hay que quererlo hacer y amar se aprende amando.
Y no seamos como el siervo que enterró el talento, que entregó al Señor su vida sin vivirla, su libertad si servirse de ella, el corazón sin haber amado, la fantasía nunca puesta en libertad para alegrar la vida de los demás y la propia, la fe amortajada, acartonada, la verdad endurecida en reglas y preceptos inútiles, tu Palabra Señor, como letra muerta, practicas manidas y descolocadas……
Dichoso el teme al Señor, el que lo pone ante todo, y sigue sus camino, nos dice el salmista.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a estar en el trabajo diario por el Reino, a hacer el bien y amar a todos con la actitud de tu Hijo nuestro Señor, AMEN

Maite at: 13 noviembre, 2017 21:17 dijo...

Somos protagonistas de nuestra propia historia y responsables de los talentos recibidos. Son para hacerlos rendir, no para enterrarlos y desentendernos de ellos. Con ellos podemos dejar un mundo un poquito mejor que el que habitamos hoy.

En cambio si no gestionamos bien los talentos recibidos y los dejamos bajo tierra, buscamos culpables, con insultos y arrogancia, para justificarnos, como el empleado negligente y holgazán.

Este mes recordamos de modo especial a nuestros difuntos y la vida eterna. Antes o después nos presentaremos ante el Señor. ¿Cómo queremos hacerlo: como los empleados fieles y cumplidores o como el último? ¿Agradeciendo los dones recibidos y mostrando orgullosos el fruto que han dado, o con la amargura de quien hace al señor responsable de su propia irresponsabilidad?

El libro de los Proverbios elogia a la mujer hacendosa que pone al servicio de su casa todos sus talentos, e incluso puede socorrer a los pobres. Y el salmista alaba al que come del fruto de su trabajo.

San Pablo exhorta a los Tesalonicenses a esperar el Día del Señor como hijos de la luz y del día. Como ellos, nosotros desconocemos el tiempo y las circunstancias pero, hasta el último aliento, tenemos mucho que hacer con lo que hemos recibido. Y si no nos aplicamos a la tarea de negociar con nuestros talentos para que produzcan, la culpa será solo nuestra, no del señor que los puso en nuestras manos para sacar con ellos lo mejor de nosotros mismos.

Pero ¿qué hacer con nuestros talentos? Pues sean cinco, dos o uno, ponerlos al servicio de la vida y dignidad de los demás, de su consuelo y esperanza. Como Jesús.