8 ABRIL 2018
2º PASCUA-B
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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EMPIEZA LA COMUNIDAD….LA IGLESIA
En este Domingo segundo de Pascua mi reflexión ve el inicio de lo que sería la primera comunidad de los seguidores de Jesús y el germen de la Iglesia, que poco tiene que ver como hoy la conocemos, no sé si hemos ganado o perdido con el tiempo y todo lo que se nos ha ido adhiriendo a lo largo de los siglos
Así vemos la primera lectura se nos da notas características de aquella primera comunidad, la comunidad de bienes, el testimonio de los Apóstoles, eran bien vistos por la sociedad, ninguno pasaban hambre.
Es una comunidad idílica pero que no podía funcionar, como así pasó, pues los cristianos de otros sitios tenían que hacer colectas para los de Jerusalén como se comprueba en los Hechos de los Apóstoles, comunidad que al desprenderse de los bienes pensaban en la inmediata última venida del Señor, pero entiendo que de ahí a tener que ver como la Iglesia hoy a duras penas cumple con su función social a través de Caritas, va un abismo, por lo que debemos de reflexionar qué Iglesia queremos en el presente y en el futuro, la de las grandes riquezas de la que la historia la ha hecho depositaria o esta sencilla, comunitaria de verdad y que era bien vista por aquella sociedad, es decir daban testimonio y como expresaba Tertuliano al decir de los no cristianos “mirad como se aman”, actitudes que no es más que lo que Jesús nos dejo dicho en J. 13,35 “amaos unos a otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos”, ¿nos conocerán como cristianos porque amamos? ¿Hasta dónde amamos, hasta donde nos entregamos, hasta cuanto nos desprendemos, hasta……
En el Evangelio se nos habla de otra comunidad, la comunidad de los “discípulos”, que “al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos….”, es decir no eran solos los apóstoles (también están otros, p.ej. los de Emaus), todos estos debieron ser los primeros que recibieron como regalo de Jesús las primicias de la Pascua, como también nos la regla a nosotros por virtud del Bautismo, la paz, el Espíritu Santo, el perdón de los pecados…., y como fruto de la Pascua lo debemos de recibir y vivir, en comunidad, en la Parroquia que es la iglesia particular dentro de una mayor que es la Diócesis., y dentro de la totalidad de los que creemos en Jesucristo muerto y Resucitado, tenemos que caminar juntos, legado éste que hemos recibido de Jesús pues desde los primeros pasos de su vida pública, fue eje principal de su misión la elección de los Apóstoles de entre aquellos discípulos que le seguían.
La ausencia de Tomás y la posterior presencia a los ocho días, nos enseña que también nosotros somos como él, como fueron los judíos que a lo largo de su vida entre ellos siempre le estaban pidiendo señales y milagros y los tenían delante de ellos y no los veían, como nos pasa a nosotros: ¿damos gracias por la vida al levantarnos, por la creación que se abre en cada amanecer, por el agua, por el aire, por la amistad, por la salud, por…….. tantas y tantas cosas que a lo largo de cada día se nos da, incluso la enfermedad, efecto de nuestra debilidad, de nuestras limitaciones que provoca el amor de otros que nos cuidan, que se preocupan de nosotros sin pedirnos nada a cambio?, no sabemos mirar a nuestro entorno, no queremos mirar a nuestro alrededor para ver las maravillas que nos proporciona el Señor.
Seamos agradecidos y recemos y cantemos con el salmista, “gracias Señor porque eres bueno, porque es eterna tu misericordia, este, y todos los días, es y son los que actúa el Señor, sea por ello nuestra alegría y nuestro gozo, ¡Aleluya!
Virgen Santa María, alégrate porque el hijo que mereciste llevar, está vivo, resucitó y sigue resucitando en cada uno de nosotros cuando conformamos nuestra vida a la suya. ¡AMEN! ¡ALELUYA!
Como los discípulos de Jesús, al anochecer de aquel día, nosotros sabemos mucho de oscuridades, puertas cerradas y miedo. Como Tomás, sabemos de dudas y falta de fe, de necesidad de ver y tocar para creer, de incredulidad ante el testimonio de los hermanos. Somos una comunidad pobre, pequeña y vulnerable, que corre el riesgo de encerrarse en sí misma y hacer de su fragilidad su único punto de referencia.
Mira a Jesús Resucitado, vencedor de la muerte, la tuya y la mía. Busca a tu comunidad y contémplalo en medio de ella; está ahí, vivo. Mira, como Tomás, sus manos y su costado abierto, con las marcas de los clavos y la lanza, y cree que esas heridas te curan. Llénate de alegría y recibe su paz, que supera todo entendimiento, todo sentimiento, toda razón. Esa que solo procede de él y no de que todo salga como tú quieres o de tu complacencia en ti mismo.
Recibe el Espíritu Santo, acógelo y siéntete enviado a la misión, a dar testimonio, a gritar: He visto al Señor!!!
Así podremos construir entre todos esa comunidad en que nadie pase necesidad porque sabremos compartir lo que tenemos. Una comunidad con un solo corazón y una sola alma donde todos tienen en común a Jesús Resucitado, y encuentra en él la fuerza y la luz para vivir el mandamiento del amor.
Sí, verdaderamente HA RESUCITADO EL SEÑOR. JESÚS VIVE
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