CORPUS-B

sábado, 26 de mayo de 2018

3 JUNIO 2018       
CORPUS-B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 26 mayo, 2018 17:47 dijo...

CUERPO Y SANGRE (Mc 14,12-16.22-26)

Cuenta san Marcos que Jesús, al comenzar la última cena, partió el pan y entregó un trozo a cada uno de los comensales. Era el modo habitual de empezar la comida entre los judíos. Ese gesto iba acompañado de una bendición. Sin embargo, en esta ocasión, Jesús pronunció unas palabras que daban al rito un sentido nuevo: "Esto es mi cuerpo". A partir de aquel momento, este sería el rito fundamental de la comunidad cristiana. En él Jesús se entrega y hace de la entrega el signo distintivo de sus discípulos. El amor es el valor central del cristianismo y nadie ama más que el que da su vida por aquellos a los que ama. La primera necesidad del ser humano es amar y sentirse amado. La fe añade que el amor es un don. Dios te ama, no por razón de tu bondad, sino por razón de la suya. No es un padre que ama sus buenos hijos, sino un padre bueno que ama a sus hijos. Quien cree y vive esto hace del amor el núcleo de su vida y se convierte en fuente de amor para aquellos que le rodean.

Luego, pasó una copa de vino diciendo: "Esta es mi sangre que va a ser derramada por muchos". Cuenta Ex 24 que, al cerrar el pacto con Dios, Moisés, tras sacrificar unos animales, derramó la mitad de la sangre sobre el altar y la otra mitad sobre el pueblo. Al hacer eso, seguía un ritual de la época nómada con el cual se sellaban los pactos y alianzas, ya que la sangre era símbolo de la vida. Jesús, sustituye la sangre de los animales -simbolizada por el vino- por la suya propia y la antigua alianza, por una nueva. Queda así expresado un segundo aspecto de la Eucaristía: la comunión de vida. La unidad con Cristo y con los demás será, ante el mundo, el signo del amor. San Juan vinculará el mandato nuevo -Amaos como yo os he amado- con la unidad -Que sean uno...- y con la misión de sus discípulos en el mundo -...para que el mundo crea-. La contemplación de la Eucaristía debe ser una meditación sobre cómo vivimos la unidad, un valor esencial en el seno de la Iglesia y de la sociedad. Todo lo que se construye sobre el amor camina hacia la unidad. Lo que divide y enfrenta está construido sobre la soberbia.

Es así como se cierra el círculo: el amor construye la unidad y la unidad engendra la fe. Y es esto lo que nos catapulta a un futuro de plenitud porque sólo los proyectos y las obras que el amor inspira están llamados a ser eternos en la mente de Dios y en la memoria de los hombres. Lo contrario no es el odio, sino el miedo, que es el origen de los mecanismos que subyacen tras todo tipo de perversión como la soberbia, la ira, la avaricia, el odio...

En tiempos de desconcierto y desorientación es bueno y saludable recordar lo esencial, para así recuperar el verdadero fundamento. La Eucaristía, al presentarnos el amor, la comunión con Dios y con los demás y la meta hacia la que caminamos, es buena noticia no sólo para el creyente, sino también para todo hombre de buena voluntad que se pregunte sobre qué cimientos se construye la vida individual y colectiva.
Francisco Echevarría

juan antonio at: 28 mayo, 2018 19:44 dijo...

……. MÁS AMOR
Es la última fiesta, podemos decir, del ciclo Pascual, fuera de la Pascua pero al igual que la semana pasada celebrábamos ese misterio de Amor de la Santísima Trinidad, esta semana celebramos la fiesta del Corpus Christi, del Cuerpo de Cristo, la fiesta de más amor que, como titulo de esta reflexión, he escogido.
Jesús sabía que había llegado la hora de ir al Padre y en la última Cena instituye la Eucaristía, porque como nos decía el Evangelio de Mateo la semana pasada “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” y para ello instituye la Eucaristía como forma de quedarse realmente entre nosotros, es la presencia real del Cristo Resucitado y Vivo entre nosotros, en el Pan de Vida para que sea compartido.
Quizás cuando comulgamos, cuando celebramos la oración por excelencia entre los cristianos, la Santa Misa, no nos percatamos de verdad de lo que estamos realizando, no entramos, porque no podemos entrar más que con los ojos de la fe, en esa realidad maravillosa de la presencia real de Jesús en el pan y en el vino consagrado: Cristo nace cada momento en las manos de esos seres privilegiados, los sacerdotes, que con sus pobres palabras traen a Dios a la tierra encima de una humilde mesa, que a veces nos pasamos en su construcción y no pensamos en el pobre pesebre de Belén.
Como decimos después de la consagración, este es el Sacramento de nuestra fe, proclamamos tu Muerte y Resurrección, ven Señor, Jesús, ven porque no me lo creo o porque lo tengo tan manido que muchas veces no me dice nada, perdónanos nuestras debilidades y haz que contemplemos tu presencia en tantos y tantos Sagrarios, que como decía S. Manuel González, están abandonados, quizás porque Dios nos creó muy grande en nuestra libertad.
Hagámoslo realidad en nuestra vida, hagámoslo realidad en nuestros hermanos, hagámoslo realidad en cada uno de nosotros, para que podamos dar con nuestra entrega, al modo de Jesús, nuestra vida por todos los que nos necesitan, que lloran porque padecen hambre, porque no tienen quien le escuche, porque la soledad le embarga el alma, porque son excluidos de muchos sitios porque no lo creemos dignos de nuestra compañía, sí, así es, y no caemos en la cuenta que son los preferidos de Dios.
Señor, hoy te pido que no olvide tu presencia, viva y real en el Pan de Vida, que no te olvide en mis hermanos necesitados, viva presencia tuya y que no olvide de hacer vida tu Palabra, todo ello en un servicio, el que pueda hacer y las fragilidades de los años deje, para hacerte presente en la comunidad en que vivo..

Sata María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a vivir la presencia de tu Hijo, en el Pan de Vida, en los Hermanos y en su Palabra, AMEN



Maite at: 30 mayo, 2018 09:08 dijo...

Adora postrado el Santísimo Sacramento del altar. Adora a Cristo Eucaristía que está ahí por ti y para ti. Y si lo haces de verdad, en el silencio de la oración, en la melodía callada de tu interior, poco a poco tus sentimientos, tu corazón, tu mente se irá transformando y serán los de Cristo.

Tu adoración será verdadera cuando se centre en los demás, cuando te des cuenta de que Jesús no solo está ahí, en el Santísimo Sacramento, sino que está de forma muy especial y también muy verdadera en todos los que te rodean, especialmente en los más cercanos, especialmente en los que sufren, en los más vulnerables, en los marginados, en los pequeños, en los pobres del todo.

Adorar a Cristo en la Eucaristía de verdad y con sinceridad de corazón, te llevará a darte cuenta que tienes que ser como él, pan partido y sangre derramada para todos. Y que has de hacerlo de una manera tan pequeña, tan sobria, tan sencilla, tan cercana como él. Sin asustar, sin ponerte por encima ni por delante, sin pretender enseñar, haciéndote solo una sustancia tan pequeña, tan sencilla, tan cotidiana como el pan tanto como el vino, que puede penetrar sin asustar en todos los hogares, en todos los corazones, en grandes y pequeños.

Adora a Cristo Eucaristía y comprométete, como él, con todos. Será la mejor adoración que puedas ofrecerle.