DOM-15B

sábado, 7 de julio de 2018

15 JULIO 2018      
DOM-15B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 07 julio, 2018 13:58 dijo...

LA FUERZA DE LO DÉBIL (Mc 6,7-13)

Marcos cuenta la elección de los Doce de un modo sencillo y escueto -es el evangelista menos dado a adornar sus relatos-. Jesús elige a doce varones -tantos como fueron los patriarcas de Israel en la antigüedad- y los envía en parejas -estaba escrito en la Ley que no era válido el testimonio de un solo hombre-. Para realizar su misión les entrega el poder de expulsar los demonios -tienen que limpiar el campo para que el Reino de Dios crezca sin obstáculos-. Las instrucciones que les da son bien sencillas: no llevarán otro equipaje que la palabra y lo indispensable para caminar -un bastón y unas sandalias-, aceptarán humildemente la hospitalidad que les ofrezcan y dejarán en paz a quienes les rechacen.

La Iglesia -en los inicios del III milenio- se encuentra ante la tarea de la Nueva Evangelización y los evangelizadores -buscando la mayor eficacia del esfuerzo- corren el riesgo de olvidar las instrucciones del Maestro. Pablo -que sabía mucho de estas cosas- explica, hablando a los corintios, la razón de esa pobreza de medios cuando dice: "Llevamos este tesoro en vasos de barro para que quede claro que este poder extraordinario pertenece a Dios y no viene de nosotros". Dios hace grandes cosas con medios pobres. Si los grandes de este mundo -en cualquiera de los campos en que la grandeza humana es posible- recordaran continuamente que, por muy grande que sea, su poder siempre es efímero y por ello débil, tal vez asistiríamos a un modo de ejercer la autoridad más humano y justo. Pero, desgraciadamente, el riesgo de todo el que sube a la montaña del poder es creer que, por estar alto, pertenece al mundo de los dioses y es más grande que el resto de los mortales...

En cuanto a la hospitalidad que ha de aceptar el evangelizador ¿qué cabe decir en estos tiempos de puertas blindadas y porteros automáticos? En la antigüedad era un valor religioso acoger al forastero, ser solidario con el caminante y ofrecerle comida y cobijo. Hoy hemos optado por desconfiar de todo lo que es diferente y extraño. El evangelizador -aceptando la hospitalidad- propone a los hombres un mundo sin barreras, un estilo de vida con las manos tendidas y abiertas, con ojos que miran a los ojos, es decir, un modo de ser y de vivir construido sobre la fraternidad.
Y luego está el respeto al que no quiere aceptar el mensaje, que no es otra cosa que el reconocimiento de su libertad. En este tiempo de multiplicación de sectas y nuevos movimientos religiosos, conviene no confundir evangelización y proselitismo. La primera es una propuesta desde el respeto; el segundo es un ataque a la dignidad del otro y una amenaza para su libertad. El evangelio de Jesús es un regalo que se ofrece, no una mercancía a la que hay que dar salida. Son tres lecciones válidas para todos los tiempos y especialmente para el nuestro: la fuerza de lo débil, el valor de la acogida y el respeto incondicional al otro.

Francisco Echevarría

juan antonio at: 09 julio, 2018 18:29 dijo...

VOY A ESCUCHAR LO QUE DICE EL SEÑOR
La semana pasada la profecía de Ezequiel nos decía que el Señor le enviaba para que supieran que había un profeta en medio del pueblo, esta semana se cuestiona al profeta Amos y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Reino de dos en dos.
Esta misma misión se nos encomienda desde nuestro bautismo, anunciar el Reino de Dios, hacer discípulos a todos los pueblos (Mt. final), explicar la Palabra de Dios como el etíope le requirió al Diacono Felipe, ¿cómo voy a entender si nadie me lo explica? (Hc 8).
Pero para cumplir mi misión tendré que estar preparado, tendré que asimilar, asumir, hacer vida la Palabra de Dios y esto no puede hacerse si no estoy en esa constante relación con Dios, viviendo su presencia, viviendo y encarnando su Palabra, haciendo vida de discípulo, iniciado, pues no por muchos años lo voy a saber todo, Dios es tan grande y tan pequeño que se deja estar en un humilde trozo de pan, que comemos y veneramos, pero ¿lo hemos hecho carne de nuestra carne como para exclamar como Pablo, vivo, pero no soy yo es Cristo quien vive en mi?
Hasta ahí, hasta ahí tenemos que seguir escuchando lo que dice el Señor y no tenemos vida bastante para ello, porque esa es nuestra Vida “que te conozcan a Ti Padre y al que Tú has enviado”
Señor que mi misión sea sencilla, tal como le encargaste a tus discípulos no llevar más que bastón y sandalias, y por supuesto el testimonio de hacer lo que diga con la palabra, en definitiva coherencia entre lo que creo, digo y hago y que prescinda de todo lo que impida llegar a los demás, todo oropel y toda farándula, todo lo que los siglos nos ha dejado pegado a la verdad y que tenemos norma, todo lo que hemos ido acumulando en nuestros templos y decimos que es legado de la historia pero de lo que no nos desprendemos ni con nagua caliente en beneficio de los que necesitan lo mínimo de lo mínimo y ¿de qué sirve todo eso a la predicación del Reino?: un bastón y unas sandalias.
Recemos esta semana la carta de Pablo a los efesios con verdadera devoción de Hijo, Hermano y lleno del Espíritu Santo.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN.

Maite at: 12 julio, 2018 23:27 dijo...

Necesitamos profetas. Profetas humildes, como Amós, conscientes de la llamada de Dios, de la elección de Dios y no de su propia valía. Confiados en la fuerza y en la luz del Señor y no en sus propias cualidades o aptitudes.

Necesitamos discípulos misioneros, que se sepan enviados por Jesús. Que quieran salir, que quieran ir, que quieran anunciar y evangelizar. Que se sientan escogidos y elegidos para caminar con lo justo, para vivir en solidaridad y sobriedad. Que quieran llevar la paz allá donde van. Que quieran hablar de conversión para la felicidad de todos. Que quieran curar y ungir con aceite, suavizando heridas.

Necesitamos discípulos misioneros que no se arredren ante las calumnias, ante las quejas, ante la irritación que provoca su presencia o su paso. Que sepan encajar la frustración, el fracaso, el quedar mal.

Necesitamos cristianos que se sepan hijos del Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Que se sientan bendecidos por él en la persona de Cristo. Elegidos por él para vivir en el amor. Necesitamos cristianos que se sepan perdonados por Jesús. Que sepan que disfrutan del tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia. Que se sientan todos los días bendecidos. Que se sepan herederos. Que se sepan vasos del Espíritu Santo.

Necesitamos profetas, discípulos misioneros. Necesitamos orantes, como el salmista confiado en la misericordia de Dios y necesitados de salvación y evangelizadores de esa misma salvación. ¿Y tú, te animas a ser profeta, orante, a ser discípulos misionero?