5 AGOSTO 2018
DOM-18B
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
EL AMOR COMO ALIMENTO (Jn 6, 24-35)
Seguimos leyendo -y seguiremos haciéndolo varios domingos más- el evangelio de san Juan. Ahora nos adentramos en el discurso de Cafarnaum. Jesús se había quitado de en medio al ver que la gente quería hacerlo rey -no había venido en busca de poderes terrenales-. Pero el pueblo insiste hasta que lo encuentra. Tiene lugar entonces un diálogo que -como todos los de Juan- nos desconcierta porque da la sensación de que van por un lado las preguntas y por otro las respuestas. Para entender en algo de qué va la cosa, hay que tener en cuenta algunas claves.
Hay en el ser humano un conjunto de necesidades materiales que miran a la supervivencia. Jesús lo sabe -por eso hizo el milagro de los panes y los peces-. Y hay necesidades profundas, del espíritu. El peligro es ignorar éstas o pensar que pueden ser satisfechas del mismo modo que las primeras. En el primer caso se cae en el materialismo; en el segundo, en el hedonismo. Jesús advierte: "¡Buscad lo que puede daros la vida verdadera!". En nuestro mundo y en nuestro tiempo resulta chocante hablar de estas cosas porque hemos creado una cultura y un sistema de vida centrado en la satisfacción de las necesidades materiales -la cultura del bienestar-. Pero ya va siendo hora de que revisemos el camino recorrido. ¿Realmente el progreso material nos ha hecho más felices? En otro lugar -hablando con la samaritana- Jesús viene a decirle: "Llevas la vida entera bebiendo en pozos sin calmar tu sed. ¿Por qué no buscas en tu interior?". Buscar la felicidad en las cosas materiales es como echar agua en un pozo: al poco tiempo se ha ido por las profundidades. Sólo el que descubre el manantial deja de buscar incansablemente y logra ser feliz él y los que le rodean.
Cuando se hace una propuesta de este tipo, surge la inquietud, la inseguridad -que es condición propia del ser humano-. Por eso la gente pregunta a Jesús: "¿Cómo sabremos que tienes razón?". Es la pregunta del miedo: ¿Y si renuncio al pozo y no encuentro la fuente? ¿Cómo puedo saber que seré realmente feliz de la manera que tú dices? La respuesta de Jesús es un reto: "¡Tendrás que creerme y arriesgar! De todas formas, mira hacia el pasado: Dios alimentó a tus padres en el desierto, pero aquello era nada en comparación con el alimento que yo te propongo". Luego hace abiertamente el anuncio: "¡Yo soy el pan que da la vida verdadera!". Está hablando de su entrega y hace -de esa forma- de la entrega el camino mejor para ser feliz. Una vez más el evangelio insiste: frente a la ambición, la generosidad; frente a la posesión, el amor. Hemos oído esto tantas veces que ya no nos dice nada. Pero es que -para el cuarto evangelista- Dios es amor y el hombre -hecho a su imagen- sólo encuentra su identidad y el sentido de su vida en el amor. Todo lo que no sea construir sobre él es error y produce vacío.
Francisco Echevarría
BUSCAR Y HACER
Jesús se queda en el monte orando después de la multiplicación y los discípulos parten en una barca y lo dejan allí, solo, sin saber donde se encuentra y después se asustan al verlo venir sobre las aguas, ¿qué esperaban?, es un pasaje un poco enigmático para los que no somos entendido en Escritura, o es que los discípulos daban por hecho que ya llegaría, como llegaron los que habían comido, pero ahí dejo la cuestión, que quizás el maestro nos resuelva.
La muchedumbre BUSCABAN A JESÚS y éste les dice que porque se habían hartado de pan no por lo que habían visto, signos manifiestos de la gloria de Dios, cuestión que no sólo pasó entonces, sigue pasando todos los días entre los cristianos, somos unos pedigüeños; de acuerdo que Jesús nos dijo que quien pide recibe, quien busca encuentra y a quien llama se le abre, pero en la oración del Padre nuestro, también nos dijo ….SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, gloria y alabanzas, acción de gracias….., pero buscamos más el pan, el perdón, la liberación de las tentaciones y el maligno.
Al fin y al cabo somos iguales, buscamos los intereses, le pedimos a Dios gracias poniéndole condiciones, si me concede esto, haré….., lo que nos lleva a que no hemos entendido nada de lo que Jesús nos revela, el Amor de Dios, al que nos hace llamarle Padre, el amor siempre derramado a lo largo de nuestra vida y que somos incapaces de ver en lo pequeño de cada día de nosotros y de nuestro entorno y ello a cambio de nada.
Busquemos a Dios en lo que hacemos y lo encontraremos en lo que acontece (me repito, lo sé, pero lo veo así).
LA PREGUNTA DE LOS ISRAELITAS sobre qué hacer para realizar las obras de Dios, es contestada por Jesús, simplemente que crean en Él, el enviado, con quien han vivido, han visto sus prodigios, sus enseñanzas, sus atenciones de todo tipo, sin escrúpulos ni respetos humanos por enfermedades, pobreza, exclusión, estaba con todos y a todos enseñaba y atendía, como ahora si nosotros, los que nos llamamos sus seguidores, cogemos el Evangelio y lo encarnamos en nosotros y en la humanidad.
Me pregunto cuantas veces me he dirigido a aquellos que aún con vergüenza piden una ayuda, preguntándole donde viven, qué necesitan……, siempre he pensado que lo que pide será para….. y nunca he buscado con él hacer las obras de Dios, pues aceptar a Jesús es realizar el Reino a nuestro alrededor, lo demás, vanidad de vanidades y……, vaciedad pura.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra ayúdanos a decir AMEN.
Pide al Espíritu que renueve tu mentalidad para ser un seguidor de Jesús, un discípulo misionero; para que tu criterio sea el de un hijo de Dios.
Pide al Espíritu que eleve tus pensamientos y deseos hacia la vida eterna, hacia lo que no acaba y perdura para siempre. Que afiance tu confianza y tu fe en el Señor para asimilar su carne y sangre, su proyecto del Reino, su amor al Padre y a los más necesitados de él. Para hacerte, también tú, pan partido para todos.
Pide a Jesús que tu alimento, como el suyo, sea hacer la voluntad del Padre, y no otro. Pide saber mirar y escuchar sus palabras y acciones para encontrar la vida en ellas y poder llevarla a los demás.
Publicar un comentario