DOM-24B

sábado, 8 de septiembre de 2018

16 SEPTIEMBRE 2018        
DOM-24B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 08 septiembre, 2018 11:07 dijo...

EL CAMINO DE LA RENUCIA (Mc 8,27-35)

Cuando emprende el viaje que culminará con su muerte en Jerusalén, Jesús exige a los discípulos que se definan sobre él. La pregunta que les formula es la gran pregunta que todo cristiano ha de hacerse: ¿Quién es Jesús para mí? Es verdad que -a nivel humano- podemos distinguir entre la persona y la tarea, entre el ser y el hacer. Pero no así en el caso de Jesucristo. Creer en su persona -como el Hijo de Dios- es creer en su misión -como salvador-. Creer en él y creerle a él van necesariamente unidos. Eso fue lo que Pedro no entendió. Creía en Jesús como Mesías, pero no aceptaba el camino del Mesías: ser condenado a muerte, ser ejecutado y, más tarde, resucitar. Se resistía a aceptar que el sufrimiento -el fracaso, la humillación y la muerte- es el modo de llegar a la vida. En definitiva: el problema de Pedro era rechazar el camino de la humildad como camino de salvación. Es la misma propuesta que le había hecho el diablo en el desierto: convertir las piedras en pan, utilizar el poder del mundo y manifestarse gloriosamente en el cumplimiento de su misión. Es satánico procurar la eficacia y éxito a cualquier precio. Pedro era hijo de su tiempo y de su pueblo y esperaba -como todos- un mesías guerrero, que fuera la manifestación del poder de Dios en favor de Israel. Pero Dios tiene otros planes y otro modo de hacer las cosas.

Y, para evitar equívocos, muestra el camino del seguimiento. Sólo puede ser de los suyos quien está dispuesto a la renuncia, a aceptar la cruz que ello conlleva y seguir sus pasos hasta el final. El principio es bien claro: quien se aferra a la vida la pierde; sólo se salva quien la entrega. Es el camino del Mesías y también el camino de la vida, que es tanto como decir, el de la dicha y la felicidad verdaderas. La vida -como la semilla- sólo tiene sentido cuando se pone al servicio de una meta mejor. Sólo así el grano se convierte en espiga y la vida logra un “para qué”, es decir, un propósito, un sentido, una meta. Con frecuencia olvidamos que no es el origen sino la meta lo que alumbra nuestra existencia. No es saber por qué estamos aquí, sino conocer para qué hemos venido al mundo lo que da valor a la lucha diaria y al esfuerzo continuo. A los jóvenes se les suele preguntar erróneamente ¿qué esperas de la vida?, cuando la verdadera pregunta -la que señala el camino verdadero en las encrucijadas, en los momentos de las grandes decisiones- es ¿qué espera la vida de ti? Algunos piensan que todo es azar y -por ello- capricho de un destino ciego y muchas veces cruel. Yo creo que es más bien providencia de un Dios que nos espera detrás del horizonte y nos anima a recorrer el camino sin dudar y sin desfallecer. La vida no es fácil -porque es grande la lucha que conlleva el vivir-, pero no tiene por qué ser absurda. Sólo quien posee un “para qué” supera el absurdo del “por qué”. Sólo quien conoce la meta soporta la dureza del camino. Jesús va por delante dando ánimo y ejemplo. Sólo nos queda seguir sus huellas.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

Maite at: 11 septiembre, 2018 21:12 dijo...

Juan nos cuenta en la hojilla quién es Jesús para Marcos. La Iglesia ve su rostro en el Siervo de Isaías.

Cuando el salmista expresa quién es Dios para él lo hace elevando un canto de amor y pintando el retrato de quien le escucha en sus peores momentos y le libra de la muerte en vida. Un Dios que con su compasión, solicitud y ternura ha enamorado su corazón.

A Santiago la fe en Jesús le empuja a obrar como él, a pasar haciendo el bien.

Todavía hay muchos que en Jesús reconocen al Mesías y así lo adoran y veneran sin que eso complique su vida ni les exija demasiado. Todavía hay muchos que se dicen de Jesús pero no le siguen ni son discípulos suyos. No entienden de gastar la vida por y para los demás.

Si puedes responder a la pregunta de Jesús como un discípulo suyo será porque has gustado en tu vida qué bueno es, porque te ha transformado y desinstalado, te ha programado de nuevo para un camino que nunca hubieras soñado ni elegido si no fueras en pos de él. Y además eres tremendamente feliz.

juan antonio at: 13 septiembre, 2018 12:05 dijo...

NO VOLVER LA CARA
Esas palabras pueden subrayar toda la liturgia de este Domingo
Isaías al relatar el tercer canto del siervo, evidencia la situación en que puede encontrarse quien recibe una misión de Dios y podemos verlo a lo largo de los siglos, desde el antiguo Testamento hasta nuestros días en que miles de personas no vuelven la cara, no se echan atrás, defienden su fe hasta dar la vida por ella “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, en esta sociedad permisiva y relativista, donde se ha perdido la conciencia de que es “pecado”, todo vale, todo está permitido, pero no y ahí están los que luchan por la vida y la verdad.
Santiago nos propone la cuestión de la fe y la cuestión de las obras, dándose como una contradicción entre él y Pablo, cuando no hay tal, Pablo es primero, somos salvados por nuestra fe, pero esta fe, Santiago, nos lleva a darnos a los hermanos, creer y actuar, pero sin escondernos, a la luz del día, dando la cara, nuestra fe tiene que ir acompañada de obras, pero esas obras tiene que salir del corazón.
El Evangelio nos expone la curiosidad de Jesús de saber qué decían la gente de Él y lo que decían los discípulos, eterna pregunta para ver qué entiendo por ser cristiano, pues si no sé a quién sigo, estoy perdiendo el tiempo y soy más que cristiano, hipócrita, falso, “me adoran con los labios, pero su corazón está lejos de mí…”
Donde estoy yo respecto a Cristo? Cada cual se conteste así mismo
Sé lo que implica mi fe, sé hasta dónde llega mi entrega a Cristo en una aceptación gozosa?, aunque tenga que coger mi cruz de cada día en el seguimiento de quien es mi luz y mi salvación, aunque pierda mi vida porque ya la he ganado entregándola por Él y el Evangelio, desde mis años, desde lo que puedo hacer y muchas veces no hago acogido a esa comodidad de ser mayor y lleno de debilidades?
Quien pierda su vida por mí y el Evangelio la salvará
¿Cuándo nos vamos a enterar de esto, cuando vamos a empaparnos de que dando se recibe y de que dándote se recibe todo.
Decido irme con Jesús? o me quedo recitando rutinariamente mis oraciones, asistiendo pasivamente a las celebraciones eucarísticas, aparentando lo que de verdad no soy, en una caridad de calderilla y muy lejos del corazón de los hermanos que tenemos muy cerca y siempre creemos que la caridad es para los de fuera y la caridad es el amor que debemos a aquellos de los que nos tenemos que hacer prójimos.
Subimos a Jerusalén, sabemos lo que ello entraña y esa es nuestra Cruz porque hemos elegido el Camino, la Verdad y la Vida, a pesar de nuestras debilidades.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida
¡Qué hermoso es caminar con Jesús! Con su estilo, sus hechos, su VIDA.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN