2º DOM-PASCUA-C

sábado, 20 de abril de 2019

28 ABRIL 2019
2º DOM-PASCUA-C

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 20 abril, 2019 09:05 dijo...

LAS DUDAS DE TOMÁS (Jn 20,19-31)

Estaban escondidos y asustados y Jesús se les mostró extendiendo ante ellos las manos y mostrando el costado. Eran los trofeos de su victoria. Ellos, al verlo, se llenaron de alegría. Es el sentimiento que invade a todo el que se encuentra -en medio de sus dudas y temores- con el Señor de la vida. El primer rasgo de un cristiano es, precisamente, la alegría, ya que ella es el brillo del amor. Pero una alegría que nadie puede quitar porque no procede de nada que alguien pueda darnos, sino de algo más profundo.

Después de tranquilizarlos, los envía a cumplir su misión en el mundo: la misión de perdonar. Para ello les entrega su Espíritu. Y es que la misión de perdonar excede con mucho las posibilidades humanas, como bien decían los fariseos a Jesús. La Iglesia no cree tener por derecho propio el poder de absolver o no la culpa. Sólo Dios es Señor del perdón. Pero ella ha recibido una misión que de anunciar el perdón. Esa fue la gran lección de la cruz: la violencia y el odio desatados contra él en su pasión no consiguieron descabalgar a Cristo de la montura sobre la que entró en Jerusalén: la paz y el amor incluso al enemigo. Por eso murió perdonando, aunque algunos, después de veinte siglos, aún sigan odiándole por ello.

Todo esto va precedido del saludo de la paz, el principal de los dones del Mesías. Paz, alegría y perdón: ¡Hermosa trilogía para un mundo demasiado carente de las tres! La misión del cristiano, como la de Cristo, es anunciar a un mundo, castigado por la violencia, la paz más profunda y valiosa: la del corazón; entregar la dicha más auténtica a un mundo entristecido, que oculta su insatisfacción en una compulsiva búsqueda de placeres; y liberar de la angustia de la culpa a quienes han olvidado el concepto de pecado, pero no se han podido liberar del sentimiento que conlleva la connivencia con el mal.

Tomás representa a todos los escépticos, a todos aquellos que sólo creen en lo que puede verse y tocarse, a los que hacen gala de ser prácticos y positivos. Sólo creen en la verdad de los sentidos. Lo cual es bien poco. A éstos Jesús les dice: “Dichosos los que crean sin haber visto”. No está hablando de falta de rigor o ingenuidades. Habla de que hay otra realidad tan presente y comprometedora como aquella que creemos conocer. Ignorar esto no es cosa de sabios, sino de engreídos.

Más aún: sólo es verdadero sabio quien sabe ver siempre más allá, quien no se deja engañar por la apariencia, quien busca en todos y en todo el espíritu que anima a cada ser. Tal vez la fe no sea -como en otro tiempo se creyó- una debilidad del ignorante, sino una necesidad, un valor, para la supervivencia. Han pasado los años, al menos eso parecía, en que los creyentes casi teníamos que pedir disculpas por creer y ser aceptados sin ironías ni menospre¬cios. Hoy la fe es un don que ofrecemos al mundo con la paz, la alegría y el perdón.

Maite at: 23 abril, 2019 18:54 dijo...

Según Juan el que cree en Jesús tiene vida en él, vida verdadera, plena, de la mejor. Y porque cree, sus sentimientos, actitudes y opciones son las de Jesús.

¿Crees que Jesús ha resucitado y está vivo? A tu alrededor hay todavía mucha, demasiada oscuridad de muerte, miedo, recelo y desconfianza. Pero tú puedes llevar la paz del Resucitado después de haberla experimentado en tu comunidad de fe. Puedes llevar palabras de perdón y reconciliación, que son la mejor carta de presentación de tu testimonio: he visto al Señor.

Hay dudas espesas a tu alrededor; no temas tocar las llagas ajenas ni dejar que toquen las tuyas. Recuerda que las heridas, como las de Jesús, curan. Son el bálsamo más eficaz para quienes buscan señales. Y a lo mejor lo único que puede devolverlos al seno de la comunidad.

Sí, verdaderamente ha resucitado el Señor; esta es nuestra alegría y nuestro gozo, porque es eterna su misericordia.

juan antonio at: 23 abril, 2019 19:44 dijo...

La primera semana la liturgia nos presentaba el sepulcro vacio, María Magdalena da la noticia a los discípulos y Pedro y Juan comprueban la vaciedad de la muerte y la alegría de la VIDA.
Esta semana Jesús Resucitado, nos sale al encuentro en nuestras casas, nuestras almas, atrancadas de miedo, de angustias y nos da su Paz y nos repite el regalo de su Paz y nos encomienda la misión, nos envía.
Resulta que en esa primera reunión faltan el traidor, muerto, y el escéptico Tomas, el de las dudas, tiene que comprobar para creer.
Pasa la semana y ya está Tomas en el grupo y de la misma forma se presenta en medio de ellos y el Evangelio nos relata ese dialogo de palabras y gestos entre Jesús y Tomás y al final, se rinde a la certeza, “Señor mío y Dios mío”
Cuantas veces la duda nos ha asaltado, cuántas veces hemos dicho “porqué” queriendo ser más que Dios, pidiéndole razón de nuestras vicisitudes en la vida y no hemos dicho “para qué” poniéndonos a los pies del Señor abriendo nuestro corazón y sintiéndolo cerca, en nuestros problemas, en nuestras debilidades y en las muestras de nuestra fragilidad.
Jesús llama “bienaventurados a los que sin ver, crean” y debemos de estar alegres de ser bienaventurados, de haber sido llamados por Jesús dichosos, felices, porque creemos en Él y solo lo hemos visto en el Pan de Vida y en el Hermano Necesitado y hemos actualizado nuestro don de la fe en la edad madura con la adhesión plena a Jesús Vivo y cerca de nosotros, tanto que nos encomienda la misión que el Padre le encomendó a Él, “como el Padre me envió….”
Esta alegría no es para guardarla en el arca de nuestra vida, sino para darla a conocer con la palabra y el testimonio, dejando las vergüenzas que quizás podamos sentir al hablar de Dios a los hombres.
María, ¡Alégrate, aleluya! y enséñanos a estar alegres, AME