2º DOM-NAVIDAD-A

sábado, 28 de diciembre de 2019

5 ENERO 2020
2º DOM-NAVIDAD-A

3 comentarios:

Vicente at: 01 enero, 2020 21:05 dijo...

Este domingo se proclama uno de los versículos claves de todo el Evangelio:

“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Yo lo rezo en el Ángelus a diario y pienso en quienes quiero de verdad.

Mis otros versículos pilares son:

“ Haced lo que Él os diga” : La Virgen en la bodas de Cana.

“Sin Mí, nada podéis hacer”

“Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen” En el Calvario y con el último aliento.

Y el final de San Mateo: “ Sabed que Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”

Es lo mejor que puedo desearos para este 2020 y con todo mi cariño.

Vicente Barreras,

juan antonio at: 02 enero, 2020 19:58 dijo...

Hoy mi reflexión tendrá por tema la filiación divina a la que estamos llamados, al menos así la veo en este día, sin perjuicio de tener en cuenta que las tres lecturas son un canto maravilloso a la presencia de Dios, en carne humana en nuestra, hoy, maltratada tierra, es la idea que resalta en todo el relato, la cercanía de lo humano y lo divino
Y digo que es un canto a la llamada a la filiación divina, pues si leemos el inicio de la carta de Pablo a los Efesios, llamado por algunos el Magnificat de los seguidores con Jesús, en los versículos cuarto y nos dice que
“”Él (Padre) nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo, para fuéramos santos e irreprochables ante él por el amor””
“”Él (Padre) nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos…””
En consonancia con ello, el prologo del Evangelio de Juan, dice algún autor que condensa todo el Evangelio, lo mismo hubiera sido ponerlo al final como al principio como se hace, en el versículo once nos dice:
“”vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, pero a todos los que lo recibieron, les da el poder de ser hijos de Dios””.
Esta filiación, regalo de Dios a la humanidad, pues no es por nuestros meritos, pero si tenemos que aceptar ese don tan especial que Dios nos hace, pues tanto en un texto como en el otro, requiere el sí de nuestra libertad, la aceptación voluntaria del don que se nos hace, pues debemos ser santos e irreprochables (algunos traducen “inmaculados) y en el texto del Evangelio nos habla “…a todos los que lo recibieron...”, es decir Dios no quiere, podíamos decir, si los entendidos me permiten la palabra, ningunear al hombre, a la mujer, lo más sublime de su creación, como rezamos en el salmo número ocho:
“”Cuando veo los cielos, obra de tus manos,
la luna y las estrellas que creaste,
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para que te preocupes del él?

Y continua el salmo diciendo que apenas inferior a un dios (otros dicen Ángeles) lo hiciste, lo coronaste de gloría y dignidad, el diste el señorío de las obras de tus manos…
¡Qué grandeza, qué inmensa grandeza nos dio Dios! ¡Qué regalo!, ser hijos de Dios y ¿qué hemos hecho con esa grandeza?
Dice el profeta Isaías (1,3) “” …el buey conoce a su amo, el asno conoce el pesebre de su señor. Pero Israel no me conoce, no piensa en mí.””

Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron
Y ¿cuándo no te recibimos Señor?, podíamos preguntar como en Mateo 25 y son cuantas veces no te hemos visto en lo pequeño, porque a Dios no hay que buscarlo en lo admirable y maravilloso, sino en lo ordinario y cotidiano. No hay que indagar en lo grande, sino rastrear en lo pequeño.

Lo he dicho muchas veces y lo seguiré diciendo, “”busca a Dios en lo que haces y lo encontrarás en los que acontece””.
El final del Evangelio nos dice que a Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Vivamos el Evangelio, hagamos carne de nuestra carne el Evangelio, no lo manoseemos, no lo pasemos por alto, ah, sí esto ya lo sé…. , NO, léelo de nuevo entero y verás cómo siempre hay una coma o un punto o un párrafo entero que nunca viste y así iras conociendo a Dios, que esto es la vida eterna,
“”…que te conozcan a Ti, único Dios verdadero y al que enviaste Jesucristo”” (J 17.3).
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a buscar a tu Hijo, a encontrar a tu Hijo, a amar a tu Hijo, porque el Padre, por tu y su Hijo, nos ha hecho “sus hijos”, AMEN

Maite at: 02 enero, 2020 22:36 dijo...

Una maravilla el comentario que aparece en la hojilla sobre el prólogo de Juan, ¿verdad?. Valioso para desentrañar, siquiera un poco, la riqueza que encierra y que es difícil descubrir sin ayuda. Al final de la hojilla Juan nos da el mejor consejo para seguir profundizando: rumiar el texto. Y mejor hacerlo en la soledad y silencio de la oración.

Pablo nos ofrece la mejor de las plegarias para contemplar el texto de Juan: pedir al Padre, que nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos, santos por el amor, que nos dé sabiduría para conocerlo, luz para comprender cuál es la esperanza a que se nos llama, hasta qué punto hemos sido bendecidos en Cristo.

No quedará por Dios, ni por el Hijo, que ha puesto su morada entre nosotros haciéndose carne y habitando entre nosotros. Pero conocer la luz verdadera que alumbra a todo hombre viniendo al mundo, recibirla y acogerla, creer, es respuesta y responsabilidad de cada cual. Elegir entre la luz y las tinieblas forma parte del camino de la vida. Y todos hemos de escoger.

Nos jugamos ser hijos de Dios: esos que no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, sino de Dios.