4ºADV-A

sábado, 14 de diciembre de 2019

22 DICIEMBRE 2019
4ºADVIENTO-A

5 comentarios:

Paco Echevarría at: 14 diciembre, 2019 08:51 dijo...

LAS DUDAS DE JOSÉ (Mt 1,18-24)

En el último domingo del Adviento, como un preludio de lo que va a celebrarse en los próximos días, aparece la figura de José. Está desposado con María y, sin haber convivido con ella, descubre el embarazo. Pero es un hombre justo y, por ello, proyecta desaparecer, en lugar de convertirse en padre de un hijo que no le pertenece. En el sueño se le revela el misterio con el que se encuentra y la misión que se le ha encomendado: poner el nombre de Jesús –Dios salva– a un niño que es el Enmanuel –Dios con nosotros–.

Hay, en el relato, un dinamismo interno que va desde las dudas del justo hasta la obediencia, pasando por una doble revelación. En la primera, el ángel le desvela el misterio que se esconde tras el nacimiento de ese niño: es obra del Espíritu y tiene la misión de salvar al pueblo; en la segunda, el profeta desvela el misterio que ese niño representa: es Dios con nosotros. Ambas revelaciones unidas significan que Dios se hace presente en medio de los hombres para salvarlos.

Es el último paso hacia la celebración del misterio de la Navidad. Su sentido es evidente: sólo los justos –los humildes y misericordiosos– acogen el misterio de la presencia salvadora de Dios en medio de los hombres porque sólo ellos comprenden y aceptan esa presencia. No es propio de la mentalidad humana que la grandeza se muestre con humildad y sencillez, sino todo lo contrario: solemos revestir lo miserable con apariencia de grandeza. Pero no es ese –por lo que se ve– el estilo de Dios, al menos del Dios revelado en Jesucristo. Y es así, no para que conozcamos el misterio que él es, sino para que descubramos el misterio que somos nosotros.

Esa es la clave para entender el prodigio de la Encarnación: Dios se reviste de humanidad para revestir al hombre de dignidad. Por eso, Mateo, al hablar del fin de los tiempos, podrá decir que el Señor de la vida y de la muerte reunirá a todos los hombres como juez y separará a aquellos que trataron a sus semejantes con el respeto que se debe a Dios de aquellos que no lo hicieron. Cuando Jesús dice: “Tuve hambre y me disteis de comer... estuve enfermo y me cuidasteis... estuve en la cárcel y no me olvidasteis...” está cerrando la revelación del misterio de la Encarnación: Dios se hace hombre y se queda en cada hombre para que cada uno entienda quién es él y quiénes son los demás.

La Navidad está cerca, si bien el misterio que ella anuncia nunca ha estado lejos. Si el mundo acogiera ese misterio, muchos de los males que sufrimos –y de los cuales no pocas veces culpamos a Dios– estarían resueltos porque los valores que prevalecerían en el mundo de los hombres serán aquellos que pertenecen a la esencia misma de Dios: el amor, la generosidad, el respeto, la solidaridad, la misericordia, la bondad... La Encarnación ya fue, pero el Adviento nos advierte que aquello que sucedió hace 20 siglos hoy se sigue repitiendo. Celebrar lo que fue en el pasado sólo tiene sentido en la medida en que se le descubre en el presente, en la medida en que la fe reconoce la presencia permanente del Misterio. No se trata de mirar el misterio que tiene lugar en el cielo, sino el que sigue ocurriendo en la tierra; no es contemplar la encarnación histórica del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, sino la encarnación permanente del Hijo de Dios en los hijos de Dios.

Vicente at: 16 diciembre, 2019 21:12 dijo...

El Evangelio de este domingo es plenamente Navideño: la espera ilusionada de María, su miedo lógico con San José. El enorme corazón de San José acogiendo a su mujer y al Niño.

Santa Teresa profesaba una gran devoción a San José: fue el custodio de Jesús durante su infancia y se la tendría que jugar muchas veces.

Todo es precioso y motivo de esperanza.

Dios nunca habló con San José, se comunicó con él un ángel en sueños tanto para advertirle de que María esperaba nada menos que al Hijos de Dios y en otro sueño, también es un ángel quien le advierte de que huya a Egipto.

En esta generación descreída nos olvidamos con frecuencia de los Ángeles y, creedme, están muy cerca de nosotros y nos quieren de verdad: ya os hablaré de ese tema más despacio.

Son muy pocos los hombres con quienes ha hablado Dios Padre: Abraham, Lot, Moisés …

Y con ninguna, repito, con ninguna hija de Eva ni en el Viejo ni en el Nuevo Testamento.

Este año está protagonizado por el Evangelio de San Mateo, el único que habla en términos levíticos para que los judíos de su época comprendan que Jesús es el Mesías esperado.

También habla de la genealogía de Jesús, algo que casi todo el mundo pasa por alto: Ezequías, bla, bla, bla…

A mí me llama la atención que aparezcan en su ascendencia dos mujeres y no muy presentables : Rajab: la prostituta que ayudó a Josúé a entrar en Jericó y la esposa de Urías, el militar a quien destinó David a primera línea de combate para que lo matasen y quedarse con su esposa.

¿Lo habíais observado?

Todos los Belenes tiene un burro.

Jesús adopta la condición humana con todas las consecuencias y es igual que cualquiera de nosotros salvo en el pecado. Yo sólo puedo admirarme ante tanta grandeza pudiendo haber elegido la dinastía que quisiera.

¿Qué sabes tú de tus antepasados de hace dos veces catorce generaciones? Anda, no saques pecho.

Respecto a que Dios jamás haya hablado con una hija de Eva, ya os contaré cosas otro día.

Ahora os deseo con todo mi corazón que la Luz que condujo a los Reyes, nos guíe a todos a un único destino: Cristo.

Feliz Navidad y un fuerte abrazo de tu amigo, por favor, considérame así, querido lector,

Vicente Barreras,

Maite at: 18 diciembre, 2019 14:02 dijo...

Contemplar a María y a José en estos días de espera y esperanza nos enseña mucho acerca de Dios.

El Señor que va a entrar, al decir del salmista, ese Rey de la gloria dueño de toda la tierra y cuanto la llena, del orbe y todos sus habitantes, cuya excelsa dignidad hace preguntarse quién podrá subir a su monte o estar en el recinto sacro, quiere contar con un matrimonio pobre, de un pueblo pobre, para llevar a cabo su obra de salvación universal.

Para eso pide el consentimiento de la madre elegida y pone a su lado un hombre santo para apoyarla y custodiarla junto con su hijo. Dios entra en las vidas de José y María y cambia sus planes de futuro. Va mostrando poco a poco su voluntad, paso a paso, al hilo de lo cotidiano, al compás de los días y los años, sin provisiones para el camino.

Y María y José dan lo que tienen y lo que son: su confianza y su fe, su esperanza y su amor, su obediencia y fidelidad sin fisuras.

José y María tenían muchos menos datos que nosotros para leer la presencia de Dios en sus vidas. Pero sus ojos eran puros, transparentes y limpios, como sus corazones, y entendieron desde el primer momento que, desde que Dios se coló por las rendijas de sus almas y se adueñó de ellos, su papel en la historia era el de instrumentos dóciles en sus manos.

Por eso se hizo carne en la tierra Dios con nosotros.

juan antonio at: 18 diciembre, 2019 21:00 dijo...

De los personajes que la Hoja del primer Domingo de Adviento nos presentaba, ninguno de ellos era José, se hacía reseña del profeta Elías, Juan el Bautista y María, pero de no se hablaba de José para nada, por eso podíamos decir que su rasgo habitual en los Evangelios, es su silencio, él no habla, no dice nada en la parte de la infancia de Jesús, que es cuando solamente aparece.
Tenemos la concepción, el nacimiento, la huida, la vuelta, la perdida en la peregrinación a Jerusalén y desaparece de los textos evangélicos, sin decir una sola palabra, lo contrario de María que, aunque poco, nos consta ese dialogo hermoso con el Ángel, las bodas de Cana y nada más, pero se pronuncia, acepta, pide, pero José recibe los mensajes de Dios y cumple su voluntad, es el hombre bueno y obediente
La gozada de José, como la de María, a la vez que el santo temor, debió de ser incalculable, saber que un Dios hecho hombre se le somete y ¡durante cuánto tiempo!, callado, en silencio, el carpintero de Nazaret, el esposo de María, pero guardando en su corazón el gran tesoro del que era custodio.
Es un misterio la desaparición José en los Evangelios, pues Jesús siguió su misión, María le seguía y le siguió hasta la Cruz y aun después hasta la venida del Espíritu, pero José desaparece, sin más y ahí acaba su historia.
Los paisanos de Jesús, sorprendidos por la sabiduría de sus discursos y sus hechos se preguntan ¿no es el hijo de José?
Si de Jesús se habla con cierta curiosidad sobre la vida oculta, lo mismo podríamos decir de José y María y de José más aún porque nada dijo, solo pensó, solo recibió los mensajes a través de sueños, medio común en el Antiguo Testamento de dar Dios a conocer su voluntad o recurso literario, como algunos entendidos dicen, pero sea lo que sea, José obedeció y esta es la vida de José, “”hizo siempre lo que se le pidió””
Y aquí tenemos que hacer reflexión sobre este hombre bueno y mi vida, qué me enseña José, qué me dice su vida, que no fue más que hacer la voluntad de Dios, siempre fue el fiel cumplidor de la Voluntad de Dios, voluntad de Dios que en el domingo de la Inmaculada decíamos que el “”hágase en mí según tu palabra”” debía de ser el recordatorio diario para preguntarnos cada mañana qué quiere Dios de mí, respuesta que tiene que salir de nuestra pequeña o mucha oración, de nuestro abrir el corazón a Dios y tender nuestras manos para que ayuden, acojan, acaricien y ayuden a los doloridos por las vicisitudes de la vida.
Dios con nosotros o Jesús, nos plantea el dilema de los o el nombre del Señor y como lo definen lo que he podido leer, el Dios con nosotros es el nombre profético y Jesús el que identificaba a Jesús como Mesías y Salvador.
S. Ignacio en sus ejercicios propone en la meditación del nacimiento de Jesús, que nos coloquemos en la cueva y en un rincón vivamos tal acontecimiento, desde el dolor del nacimiento hasta la alegría de la primera adoración de los pastores.
Hagámoslo, y vivamos en presente la alegría y el dolor, la soledad de la gruta y la soledad de los corazones y oiremos en nuestras entrañas la alegría especial que Dios Niño nos trae para que nosotros, frágiles hombres, tengamos la grandeza de Dios en nuestras vidas.
José, el hombre bueno, el hombre obediente, el hombre que supo ver y aceptar la voluntad de Dios, debe ser un referente en nuestra vida, no solo con Dios, sino con los que convivimos y ello en tener tendidas nuestras manos, como hemos dicho, en un servicio permanente para lo que nunca es tarde.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos los silencios de Nazaret, para que nuestra boca grite la alabanza a Dios y bendiga a los hermanos, y digamos siempre AMEN

juan antonio at: 19 diciembre, 2019 10:34 dijo...

Tenemos la Navidad a la vuelta de la semana y, si la memoria no me falla, nunca hemos deseados la Navidad a todos los que estos leáis por lo que inserto esta breve pero sincera felicitación, de un poeta ripioso, pero de todo corazón

NAVIDAD UN AÑO MÁS,
NAVIDAD, QUE PASA POR MI VIDA,
¿QUÉ ME DEJAS NAVIDAD?
EL LLANTO DE UN NIÑO,
EL LLANTO DE LA HUMANIDAD
QUE NO SABE DONDE VA,
O LA SOLEDAD EN EL PESEBRE,
¿QUE ME DEJAS NAVIDAD
QUE YO VEA, PALPE Y VIVA,
AHORA Y SIEMPRE,
PORQUE CADA DÍA ES NAVIDAD
¡DIOS CON NOSOTROS! ¡JESÚS!

FELIZ NAVIDAD 2019-20,
OS DESEAMOS UN AÑO MEJOR
QUE EL QUE TERMINA
Y UNA VIDA LLENA Y ALEGRE
PESE A LAS TORMENTAS DE LA VIDA
¡VIVA SIEMPRE TU, NUESTRA NAVIDAD