2º CUARESMA-A

viernes, 28 de febrero de 2020

8 MARZO 2020
2º CUARESMA-A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 28 febrero, 2020 23:38 dijo...

EL ROSTRO COMO EL SOL (Mt 17,1-9)

De camino a Jerusalén, donde iba a tener lugar la pasión y la muerte en la cruz, Jesús muestra a los tres discípulos más cualificados -Pedro, Santiago y Juan- su verdadero rostro. Lo hace a modo de aviso para cuando llegue el fracaso, de manera que su fidelidad no se resienta. Dicen las Escrituras que la figura de Jesús -rostro y vestidos- se transformó y que la luz -oro y blanco- irradiaba de él como de su fuente. Jesús no es, por tanto, un iluminado, sino el iluminador. En otro lugar y en otro evangelio lo dice claramente: “Yo soy la luz del mundo”. Se refería él, ciertamente, a su doctrina y a su vida, si bien, en este monte, entendemos que se refiere también a su persona.

Y es que a Jesús se le puede mirar de muy diversas formas: centrando la atención en sus palabras -como un maestro-, en sus milagros -como un sanador-, en el modo de entender a Dios -como un líder espiritual- o en su persona -como Hijo de Dios-. La mirada de un creyente es la última y, desde ella, considera todas las demás. No está mal valorar sus enseñanzas -pero Jesús no es un filósofo- o admirar sus milagros -aunque no ha sido el único que ha hecho prodigios- o verlo como un maestro del espíritu -ha habido muchos-. Pero lo que define a un cristiano es creer en su persona: no se cree a Jesús más que en la medida en que se cree en Jesús. Eso fue lo que trató de explicarles a los tres discípulos en el monte. Todo lo que habían visto y oído tenía que ser interpretado desde lo que estaban viendo y oyendo: un ser transformado y una voz del cielo que dice “éste es mi Hijo: ¡escuchadlo!”:

Aquí radica la fuerza de la fe cristiana. No es adhesión a un mensaje, a un sistema de pensamiento, a unas enseñanzas. Es adhesión a una persona. No es -como ocurre entre los humanos- la enseñanza la que legitima al maestro, sino el maestro el que legitima la enseñanza, por eso es más importante creer en su identidad que en sus palabras. Ese es el sentido de la voz que suena desde la nube: “Éste es mi Hijo, el amado, el predilecto: escuchadle”. Primero se dice quién es -identidad-, luego se manda escuchar -mensaje-. Creo que es esto lo que identifica y, a la vez, dificulta la fe cristiana porque, para muchos, es difícil aceptar la idea de un Dios que se hace hombre. Es más fácil creer que un hombre habla en nombre de Dios. Por eso -en medios no creyentes- se valora cada día más la figura de Jesús y se le considera un ser excepcional por sus enseñanzas y sus prodigios; pero se le reduce a la categoría de un ser humano en el que Dios se ha manifestado de un modo especial. Avatar llaman a esto en el argot de la Nueva Era. Para nosotros no es suficiente. Pensamos que sólo se puede creer a Jesucristo si antes se cree en Jesucristo. De no ser así ¿cómo se pueden entender algunas de sus enseñanzas como el amor a los enemigos o las bienaventuranzas?

juan antonio at: 01 marzo, 2020 20:36 dijo...

En esta semana las tres lecturas nos lleva de una renuncia al triunfo y así, en la primera nos narra la salida de Abrahán de su tierra para llegar a la tierra prometida, en la segunda Pablo escribe e Timoteo que tome parteen los duros trabajos del Evangelio según la fuerza de Dios, no nuestra naturalmente y en el Evangelio se nos plantea la renuncia de Jesús a su voluntad cumpliendo la del Padre quien lo enaltece ante sus apóstoles con esa Transfiguración, preludio de la Resurrección.
Todas nos llevan de despojarnos de lo nuestro para entrar en la gloria de Dios.
Así vemos a Jesús que se despojó de su condición de hijo de Dios, recobrarla en lo alto de una montaña ante tres de sus discípulos, pues las palabras de pasajes anteriores los habían dejados decepcionados, aunque ese es el camino para llegar a lo que ahora disfrutan y le sobrecogen.
En el pasaje, es clave las palabras que salen de nube, “”este es mi Hijo, el amado mi predilecto escuchadlo””, todas son importantes, pero la que nos debe de llamar la atención, de llegar a nuestro corazón, es la última: la escucha de Jesús.
Sabemos que la Palabra de Dios está en las Sagradas Escrituras y así vimos el Domingo sexto del tiempo ordinario, que Jesús nos decía que no había venido a abolir la Ley y los profetas…… ¿Por qué? Porque ya se habían cumplido en Él y a partir de Él, Dios nos sigue hablando y tenemos los Evangelios y los escritos de los seguidores de Jesús.
La lectura continuada de la Palabra de Dios debe ser nuestro alimento, nuestra guía, nuestra compañera del camino al Padre, en definitiva, debe ser nuestra vida, pues debemos encarnarla en ella.
Señor que tenga hambre de tu Palabra, que tenga hambre de tus gestos y dichos, del Evangelio.
Hoy quiero rezar con el salmista, ““Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti””, no nos deje a nuestro antojo, no nos abandone a nuestra suerte, pues somos insensatos en hacer tu voluntad.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir AMEN


Maite at: 04 marzo, 2020 17:55 dijo...

Precioso el mensaje del Papa para esta Cuaresma que Juan incluye en la hojilla: “La Cuaresma no es el tiempo para cargar con moralismos innecesarios a las personas, sino para reconocer que nuestras pobres cenizas son amadas por Dios”.

Y porque nos ama nos llama a salir, como Abrahán, de nuestra tierra; a ser una bendición. Nos harán falta para eso muchos momentos de Tabor, de intimidad con Jesús, de oír la voz del Padre que nos pide que escuchemos al Señor. Y nos gustaría, entonces, quedarnos ahí, en lo alto del monte, y hacer tres tiendas, o las que haga falta, pero quedarnos. Solo que escuchar lo que Jesús nos dice nos va a empujar a bajar y a dejarnos la piel para que esa voz llegue a todos. Y la luz y la vida.

Para emprender nuestro camino de la cruz tendremos que subir muchas veces más al monte, y experimentar la misericordia del Señor muchas veces también. Y vivir en carne propia que él es nuestro auxilio y escudo. Todo para tomar parte en los padecimientos de Jesús por el Evangelio. Para que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Para que cada hombre y mujer, de cualquier edad y condición, que el Señor ponga en el camino de nuestra vida experimente también que sus pobres cenizas son amadas, hasta el extremo, por Dios.