23 FEBRERO 2020
DOM-07-A
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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Jesús detalla en el evangelio cuál ha de ser la conducta del cristiano. El motivo de tal comportamiento es ser hijos de nuestro Padre. Y ya se sabe: de tal palo, tal astilla.
Ese Dios santo al que imitar según el libro del Levítico es el Padre compasivo y misericordioso del salmista y de Jesús: ese que cada uno de nosotros está invitado a experimentar en su vida. Un padre al que bendecir de corazón por todos sus beneficios, que perdona las culpas y cura las enfermedades, que nos hace gustar su gracia y ternura. Un padre lleno de ternura con sus hijos que no nos trata según nuestros errores y pecados, sino con paciencia y bondad infinitas.
Un dios que es nuestro, al decir de Pablo, porque Cristo lo es; que nos habita y hace de nosotros, de cada uno, su morada.
Sí, él está aquí, escondido en mí, vivo y arropándome con su bondad, misericordia y compasión. Pero mira, también mora en el que está delante de ti o a tu lado, te guste o no, sea amigo o enemigo. Tenlo en cuenta cuando te ofenda, porque es tu hermano. Tenéis el mismo padre. Y ya sabes cómo es.
Esta semana termina las enseñanzas del capítulo cinco de Mateo, con dos supuestos, la venganza y la no violencia y con ellos el amor a los enemigos y rezar por los que nos persiguen.
En ambos casos llegamos a una cosa, como ya dije la semana pasada, al AMAOS, ahí está la clave de todo lo que Jesús nos enseñó a lo largo de esos años que predicó el Reino de Dios, el Amor de Dios, el Rostro amable del Padre.
No tenemos más que mirarnos en ese espejo del Evangelio y encarnarlo en nosotros para los que nos vean no solo sepan que somos cristianos, sino que somos hijos de nuestro Padre, no porque llevemos una medalla o una cruz al cuello, sino en nuestros actos, en nuestro trato, como hablamos, contestamos, como caminamos en el Señor, es un estilo de vida que se debe de notar, no porque hagamos mojigatería, sino porque atendamos la dignidad humana como se merece, seamos como seamos, porque sobre todos calienta el sol y cae la lluvia.
No somos privilegiados uno sobre otro, ni somos más, solamente en una cosa debemos serlo, en el amor, en una rivalidad llena de servicio, cosa muy olvidada: cuantos nos gustan llevar signos externos, los signos de que somos algo en el grupo, en la comunidad parroquial, en……, todo lo contrario de lo que nos decía Jesús “”no he venido a ser servido sino a servir””.
Esa en es nuestra bendición al Señor, atender al hermano, al frágil, al débil, el enfermo, el pobre, y ¿quién no lo es?, aún el más rico sufre y padece y….
¡Bendice alma mía al Señor y todo mi ser su santo nombre!
Hoy quiero terminar con una pregunta para mí y para cuantos se la quieran hacer ¿siento que soy hijo de nuestro Padre?, esto es ¿vivo de verdad mi seguimiento de Jesús?
Santa María, Madre de Dios y Madre mía, enséñanos a ser dignos hijos de nuestro Padre, AMEN
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