30 AGOSTO 2020
DOM-22A
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
EL SEGUIMIENTO DE JESÚS (Mt 16,21-27)
Como buen pedagogo, Jesús no se mostró a sus discípulos de una vez, sino poco a poco, en la medida en que estaban preparados para conocer lo que se refería a su destino. Esperó a que tuvieran claro que era el mesías esperado para hablar de su pasión y muerte. Ya anteriormente les había advertido que iba a tener dificultades (Mt 10,24s), pero jamás se pudieron imaginar el tipo de problemas que le aguardaban. Cuando emprenden el camino hacia Jerusalén donde van a tener lugar hechos difíciles de entender y de aceptar, Jesús habla abiertamente de la muerte que le aguarda. No disimula la crudeza de las cosas para evitarles decepciones o desengaños, sino que habla crudamente.
La reacción de Pedro -“No permita Dios que te pase nada de eso”- indica que lo entendieron perfectamente. Pero la respuesta de Jesús no puede ser más clara: “Apártate de mi, Satanás. Piensas como los hombres, no como Dios”. El Satán era el ministro de la corte divina encargado de tentar a los hombres para comprobar su fidelidad -con el tiempo pasó a ser uno de los nombres del diablo-. Pedro está poniendo tropiezos a Jesús en el cumplimiento de su misión porque su entender se ajusta más a los criterios de los hombres que a los criterios de Dios. Y es que resulta muy difícil a la lógica humana entender la cruz y más aún que sea el camino hacia la vida. El escándalo de la cruz es uno de los argumentos que se utilizan para rechazar a Dios, porque -dicen- o Dios puede evitar el sufrimiento y no quiere hacerlo -lo que indica que no es bueno- o quiere evitarlo, pero no puede hacer -lo que indica que no es poderoso-. En ningún caso es Dios. La argumentación es ingeniosa, pero no resuelve nada: ni el problema del sufrimiento ni el interrogante sobre Dios.
En las palabras que siguen, Jesús expone su punto de vista siguiendo la lógica de Dios. Seguirle a él exige la renuncia a sí mismo, que no es resignación, sino elección. No se trata de aguantarse con el malestar de las cosas, sino de renunciar libre y alegremente a lo pasajero para alcanzar lo permanente. Hay un dicho popular que refleja este pensamiento: No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos. El que no renuncia a algo, no puede conseguir algo; el que lo pretenda todo tiene que renunciar a todo. No es un trabalenguas ni un acertijo; es una ley de la vida. La segunda condición es cargar con la cruz. La cruz de la que aquí se habla se refiere a la del seguimiento de Jesús, es decir, a las dificultades que conlleva creer en él. La tercera condición es seguir sus pasos. No se trata de ganar el mundo -¿de qué sirve si se pierde la vida?-, sino de servir al reino de Dios, que no conlleva grandeza humana sino humilde servicio a los más pobres.
Éste era el estilo de Jesús: claro y radical. Disimular las exigencias para conseguir seguidores sólo es una manera de ahorrar para el fracaso.
Precioso el comentario de la hojilla sobre Jeremías, ¿verdad?, y el retrato que de él se ofrece. Una vida apasionada de un hombre enamorado, aunque tan distinta y contraria a su sicología y aspiraciones más profundas… Una vida entregada.
Jeremías muestra en carne propia qué cruz carga el que sigue a Jesús; qué sufrimientos, penas y dolores, dudas y oscuridades se pueden arrostrar como consecuencia.
Sus palabras y acciones ponen de relieve en qué consiste ese culto espiritual de que habla Pablo: en el ofrecimiento de uno mismo y el discernimiento maduro de la voluntad de Dios. Aunque no amoldarse al entorno más cercano y dejarse transformar por el Evangelio pueda acarrear burlas, desprecio, aislamiento y toda clase de infortunios por parte de quienes se sienten interpelados o corregidos.
Sí, Jeremías es, realmente, uno que sabe negarse a sí mismo. Pero eso no impide que lleve fuego en las entrañas, y por eso sus palabras y afectos son ardientes e incombustibles. Y podría hacer suya la oración del salmista y su experiencia de Dios.
El camino del seguidor de Jesús está transido de hambre y sed de Dios, de momentos fuertes de gracia, y otros más suaves, de anhelo y júbilo, de unión y confianza absoluta.
El Evangelio de esta semana nos trae varias enseñanzas, el anuncio de la pasión, muerte y resurrección, la postura de Pedro y la nuestra y las condiciones o pautas del seguimiento a Jesús.
El anuncio de la pasión, muerte y resurrección, nos trae el tema de Jesús y el sufrimiento y líbreme Dios de corregir una línea del Contexto de la hoja, pues nos llena el corazón de la postura de Jesús ante el sufrimiento ajeno, no solo el físico sino ese que clama desde el corazón de los convertidos que libra del pecado y que posiblemente no veamos y cabe preguntarse dónde estoy ante tanta necesidad física y espiritual, ante los que buscan la verdad, el camino y la vida. Que nos coja siempre en vela, como nos dice el Evangelio de hoy Jueves, pues a Jesús lo importunaban y se dejaba importunar por los necesitados de su tiempo y nos vaticinó que los pobre, los doloridos de siempre, siempre estarían con nosotros, porque sabía que nosotros no estaríamos con ellos.
Jesús tenía que cumplir su misión, que nos dirá en la última cena, la salvación de todos, pero Jesús también estorbaba por su estilo de vida claro y alto ante quien fuera.
En la postura de Pedro, nos vemos todos los que queremos hacernos un Dios a nuestra medida, en este caso era el Mesías que derribaría el poder extranjero y haría surgir el nuevo Israel y mi caso mis devociones, mis plegarias, en quinarios y novenas y sí, un poquito de caridad, pero que no me toquen, pues oleré mal, me mancharán las ropas, no estaré bien visto en esas compañías y sí, seguimos fabricándonos nuestros dioses para calmar nuestra conciencia, pues hasta en eso somos hipócritas, “”la copa por fuera”” muy limpia, pero ¿y nuestro corazón?
Las condiciones de seguir a Jesús no tiene vuelta de hoja, es radical, sí, pero radical en el amor, lo tenemos todo porque todo se nos ha dado, démoslo todo, y démoslo como lo hizo Jesús, dándose hasta ponernos en las manos del Padre, siendo hostias viva como nos dice Pablo, transformándonos discerniendo la voluntad de Dios en nuestro día a día.
Quiero terminar con una coplilla de las que se cantan en mi pueblo en la celebración de las Cruces de Mayos, Cruces de Gloria, y como pueblo sencillo y abierto a todos, está llena de de sabiduría y diría más, de teología,
Sin Cruz no puede haber gloria,
sin Cruz no se sirve a Cristo,
sin Cruz ninguno se ha visto
que haya alcanzado victoria.
Así es la sagrada historia
lo dice el mejor autor.
Otra dice así:
Es el árbol de la vida,
antorcha de clara luz,
fuente de gracia divina,
es nuestra guía la Cruz.
Leño divino y sagrado,
donde Dios quiso morir
para al hombre redimir
y librarnos del pecado
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a llevar el sufrimiento, el de nuestra fragilidad humana y el del seguimiento de Jesús, pues entraña renuncia y entrega, hasta llegar al final, la Cruz, pero que vivamos esa Cruz en la alegría de la Vida día a día, AMEN
P.D. Sugiero un escrito de Ignacio Ellacuria, “Porque murió y porque mataron a Jesús, es muy esclarecedor: creo que lo he recomendado otras veces; es fácil de obtener en internet.
Publicar un comentario