20 SEPTIEMBRE 2020
DOM-25A
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
LOS ÚLTIMOS Y LOS PRIMEROS
Si hoy ocurriera lo que cuenta la parábola de los jornaleros, el dueño de la viña se encontraría con no pocos problemas, pues su forma de actuar -pagar el mismo salario por diferente trabajo- parece ir contra la lógica y la justicia. La parábola ya resulta un poco extraña, porque es a primera hora cuando los jornaleros acuden a la plaza demandando empleo y no al atardecer, cuando la jornada laboral está a punto de acabar. También resulta ilógico que se pague a todos lo mismo. Una vez más, en el lenguaje de Jesús, la lógica humana falla cuando se trata de comprender los asuntos de Dios.
La verdad es que no está tratando un tema relacionado con la justicia social, sino con la bondad. Frente a los fariseos, que defendían la ley del mérito -la bondad será premiada y la maldad, castigada-, Jesús ofrece la ley de la gracia -la bondad será premiada y la maldad, perdonada-. Un planteamiento semejante tenía que ser necesariamente rechazado. Pero la parábola va a más porque indica de dónde procede el enfado: de la envidia. Que Dios sea justo con los buenos no le impide ser misericordioso con los pecadores. Los rabinos tenían tasada la recompensa y habían establecido para cada obra buena su correspondiente paga divina. Jesús, mediante la parábola, suprime este modo de pensar y establece unas nuevas bases. En definitiva, sustituye la justicia por la gracia y propone un nuevo modo de afrontar los asuntos de los hombres. En la Iglesia y en el Reino de Dios, éstos se han de guiar por reglas muy distintas de las humanas o, de lo contrario, nunca saldremos del atolladero. Y de nuevo surge el escepticismo: ¿Cómo podría sostenerse una sociedad así?
La verdad es que la sociedad entiende este planteamiento como el mejor, aunque lo aplica en muy contadas ocasiones. De hecho los tribunales son tribunales de gracia y justicia porque administran una u otra según las circunstancias aconsejan. Esto nos coloca frente al problema del régimen penitenciario actual. Parece ser que la cárcel no ha de ser medio de castigo, sino de rehabilitación del delincuente. Los últimos informes dicen que la mayor parte de los internados en ellas lo son por delitos relacionados con la droga. Y ahora viene el dislate: cuando un joven -tras un programa largo y exigente- logra rehabilitarse fuera de ella ¿qué sentido tiene la cárcel? Si ya está rehabilitado, ésta sólo tiene un valor punitivo. A no ser que la sociedad sólo pretenda quitar de enmedio a los que les estorba, es decir, no busca remediar males sino evitarse problemas. El régimen de la gracia defiende el bien final del hombre y es una apuesta por la bondad radical del mismo. Habría que ver la forma de compaginar gracia y justicia y explorar caminos que, mirando el bien del individuo y de la sociedad, resuelvan los problemas en lugar de enquistarlos. El beneficio social sería grande y el personal, aún mayor.
BUSQUEDA Y ENCUENTRO
Hoy las lecturas nos trae un mensaje de vida para el cristiano, aunque un poco extraño en una extraña parábola, posiblemente, pero no llega a tanto, si dejamos a Dios, ser Dios, si no nos fabricamos un dios a nuestra media y gusto, como solemos hacer.
La profecía de Isaías, nos dice que busquemos a Dios, mientras podemos encontrarlo, llámenlo ahora que está cerca.
Aquí podemos hacer una primera reflexión de nuestra búsqueda de Dios, de nuestra búsqueda de ese Dios de Jesús que Él nos trajo y nos reveló, no lo busquemos en las cosas grandes, ya Él lo dijo, el Reino de Dios, Dios, no vendrá espectacularmente, al Señor le gusta las cosas pequeñas, lo sencillo, lo pobre y sin relevancia alguna, busquémoslo en lo que hacemos, pero haciéndolo extraordinariamente, que no es más que poner todo nuestro amor en ello, hasta en lo más nimio, porque al Señor se le encuentra hasta en los pucheros, nos decía Santa Teresa.
Todo es posible, pero hagamos caso del profeta que en tiempos moderno, un santo hoy, entonces no lo era, repetía y decía “buscas a Cristo, encuentras a Cristo y amas a Cristo”.
Cómo es mi búsqueda de Dios, porque sus planes no son nuestros planes, tanto que unos están a años luz de los otros, pero siempre tenemos que conformar nuestro modo de vivir, al estilo del Señor, estilo que tenemos en los Evangelios.
Ese encuentro lo propone la parábola en la respuestas a las llamadas del Padre que no tenemos que pensar en que seremos más que otros por el tiempo que trabajamos sino porque al final de la jornada, al final de nuestras vidas, siempre tendremos el encuentro con el Padre y gozaremos de la plenitud de la Vida, ese es nuestro salario y esa es nuestra paga.
Y siempre, como nos dice el Apóstol Pablo que “lo importante es que vosotros (nosotros) llevéis (llevemos) una vida digna del Evangelio de Cristo: amando y sirviendo en todo, sin que el puesto sea importante en nosotros, somos comunidad.
Recemos con el salmista y meditemos la cercanía de Dios en nuestras vidas, una cosa es que nosotros y “”nuestras cosas”” no lo dejen ver y palpar, saborear y aunque sea muchas nuestras ocupaciones que para muchos como el que esto escribe, no hay más que las domesticas y esperar día a día la llamada del Señor, velando en una espera activa, conforme a lo que cada uno pueda hacer por los demás, teniendo también esa contemplación del Dios Trinitario, Amor, Verbo Encarnado y Espíritu Santificador.
“”cerca está el Señor de los que lo invocan””
“” de los que lo invocan sinceramente””
Esta es la forma de hacer nuestra oración, desde el corazón, con humildad y amor, en acción de gracias y alabanzas a nuestro Señor, en esos ratos de soledad que tanto gustaban al Señor y que podemos tener ante el Sagrario.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a buscar y vivir la cercanía del Señor, como Tú la viviste, AMEN
Nos gusta pensar que Dios es como nosotros, pero más. Es bueno y justo, como nosotros, pero más. Así lo tenemos controlado, sin sorpresas, sin salidas de programa… Podemos entenderle y adelantar sus movimientos, saber cómo piensa…
El caso es que Isaías tenía claro que sus planes no son los nuestros, ni sus caminos. Es más, distan tanto de los nuestros como el cielo de la tierra. Y el evangelio de este domingo nos descoloca porque no encontramos la lógica a la conducta del propietario. Nos cuesta asimilar que no se trata de ser bueno y libre. Es más que eso, se trata de la Bondad y la Libertad. Y de que Dios hace lo que quiere. Y nosotros, hijos suyos, estamos llamados a actuar de igual forma.
Nosotros no podemos enseñar a Dios a tratar a sus hijos, ni imponerle nuestros criterios de igualdad y justicia, porque en el reino de los cielos las cosas son de otra manera.
Pablo dejó de lado sus planes para asumir los del Maestro, opuestos diametralmente a todo lo lógico y razonable. Y descubrió entonces que lo más importante es que “vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo”, mucho más importante que los propios planes y deseos o aspiraciones, que pasan a un segundo, o tercer plano.
El salmista, como buen orante, ha aprendido, en la contemplación de Dios y sus obras, a alabar y cantar sus maravillas. A detenerse, para ello, en lo que nosotros pretendemos entender y dominar, para elevar sus manos y su alma, sus labios y todo su ser, de modo que fluyan, como de una fuente, admiración y agradecimiento al Dios de todo bien.
Publicar un comentario