DESCARGAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
LA FUERZA DE LO DÉBIL (Mc 6,7-13)
Marcos cuenta la elección de los Doce de un modo sencillo y escueto -es el evangelista menos dado a adornar sus relatos-. Jesús elige a doce varones -tantos como fueron los patriarcas de Israel en la antigüedad- y los envía en parejas -estaba escrito en la Ley que no era válido el testimonio de un solo hombre-. Para realizar su misión les entrega el poder de expulsar los demonios -tienen que limpiar el campo para que el Reino de Dios crezca sin obstáculos-. Las instrucciones que les da son bien sencillas: no llevarán otro equipaje que la palabra y lo indispensable para caminar -un bastón y unas sandalias-, aceptarán humildemente la hospitalidad que les ofrezcan y dejarán en paz a quienes les rechacen.
La Iglesia -en los inicios del III milenio- se encuentra ante la tarea de la Nueva Evangelización y los evangelizadores -buscando la mayor eficacia del esfuerzo- corren el riesgo de olvidar las instrucciones del Maestro. Pablo -que sabía mucho de estas cosas- explica, hablando a los corintios, la razón de esa pobreza de medios cuando dice: "Llevamos este tesoro en vasos de barro para que quede claro que este poder extraordinario pertenece a Dios y no viene de nosotros". Dios hace grandes cosas con medios pobres. Si los grandes de este mundo -en cualquiera de los campos en que la grandeza humana es posible- recordaran continuamente que, por muy grande que sea, su poder siempre es efímero y por ello débil, tal vez asistiríamos a un modo de ejercer la autoridad más humano y justo. Pero, desgraciadamente, el riesgo de todo el que sube a la montaña del poder es creer que, por estar alto, pertenece al mundo de los dioses y es más grande que el resto de los mortales...
En cuanto a la hospitalidad que ha de aceptar el evangelizador ¿qué cabe decir en estos tiempos de puertas blindadas y porteros automáticos? En la antigüedad era un valor religioso acoger al forastero, ser solidario con el caminante y ofrecerle comida y cobijo. Hoy hemos optado por desconfiar de todo lo que es diferente y extraño. El evangelizador -aceptando la hospitalidad- propone a los hombres un mundo sin barreras, un estilo de vida con las manos tendidas y abiertas, con ojos que miran a los ojos, es decir, un modo de ser y de vivir construido sobre la fraternidad.
Y luego está el respeto al que no quiere aceptar el mensaje, que no es otra cosa que el reconocimiento de su libertad. En este tiempo de multiplicación de sectas y nuevos movimientos religiosos, conviene no confundir evangelización y proselitismo. La primera es una propuesta desde el respeto; el segundo es un ataque a la dignidad del otro y una amenaza para su libertad. El evangelio de Jesús es un regalo que se ofrece, no una mercancía a la que hay que dar salida. Son tres lecciones válidas para todos los tiempos y especialmente para el nuestro: la fuerza de lo débil, el valor de la acogida y el respeto incondicional al otro.
Francisco Echevarría
El evangelio de este domingo y el resto de las lecturas son un aldabonazo para la conciencia de los discípulos de hoy.
En el contexto de la hojilla hay una frase, que Juan pone de relieve también en las preguntas, que llama mucho la atención: “Jesús no está pensando en lo que deben llevar consigo, sino en lo que no deben llevar, no sea que se alejen de los últimos”.
Es verdad que los pobres tienen cada vez más peso y protagonismo en las homilías y charlas de nuestras parroquias. Se buscan formas nuevas y eficaces de atención y solución de sus problemas. Llevamos a cabo colectas para ayudarlos en sus necesidades más urgentes. Pero no sé si nos cuestionamos nuestra forma de vida que puede ser, como también apunta la hojilla hablando de Amós y su profecía, una bofetada a esos mismos pobres que decimos ayudar.
Y es que, cuando salimos de alguna manera, a evangelizar, ¿pensamos en lo que no debemos llevar a cuestas o con nosotros, con la intención de no alejarnos de los últimos? ¿Es esta, de verdad, una de nuestras preocupaciones? ¿O, aceptamos sin más, que ellos y nosotros estamos en niveles distintos, como debe ser, y ¡qué cosas!, nosotros ocupamos el superior?
Amós no se identifica con los profetas. Sabe que no es uno de ellos. Él hace y dice lo que el Señor le pide. Es un elegido, y de eso sí que tiene conciencia; y muy clara.
Para Pablo todos los cristianos somos elegidos y bendecidos por Dios en Jesús. Y estamos marcados con el sello del Espíritu Santo. Y eso ha de tener consecuencias en nuestra vida. No podemos vivir al margen de esta realidad. Hay que acogerla y comprometerse con ella.
Nuestra misión, al alcance de todos, sigue siendo echar de los demás y de nosotros mismos, los demonios del miedo, la falta de aceptación y autoestima, la tristeza, todo lo que nos oprime y humilla como personas. Ungir con el aceite de la delicadeza y suavidad, de la comprensión y misericordia, de la acogida y la escucha; y curar en vez de enfermar a quienes se cruzan en nuestro camino. Para ello hemos de entregar la vida y vivir desde el amor, como nos recuerda Pablo.
Este Domingo la liturgia nos propone unas lecturas que como denominador común tiene “”la elección”, el profeta Amos es elegido, nosotros hemos sido elegido en la persona de Cristo antes de la creación del mundo y los apóstoles son elegido para el primer envío de dos en dos con las instrucciones de cómo deben ir y de cómo debe de llevar a cabo la misión.
En Amos vemos la humildad de los llamados, en Pablo el pensamiento del Padre sobre nosotros desde antes de la creación del mundo y en Jesús, la confianza en enviarnos a anunciar el Reino de Dios, eso sí, con el modo de Jesús, nada, pobre entre los pobres, rico entre los más ricos porque damos lo más grande, el Reino de Dios, el Amor del Padre Bueno.
Sobre nuestro modo de hablar, leamos la Encíclica La Alegría del Evangelio, en la que ya el Papa nos dice bastante
Y sobre los poderes dados a los Apóstoles, reflexionemos:
“””” Cuando Marcos relata que los discípulos fueron enviados a liberar a la gente de los “espíritus inmundos”, debemos entenderlos como todo aquello que origina y multiplica la violencia, la muerte y el caos en nuestro mundo.
¿Cuál es el poder que Jesús les confiere para esa misión imposible?
Tendríamos que releer todo el evangelio y la misma vida para reconocerlo.
Descubrimos indicios como éstos:
• El raro poder del amor al enemigo, al opositor, al contrincante, al indiferente, al distinto, al necesitado, sin jamás usar la venganza o la revancha contra de ellos; sino usando el potente recurso de poner la otra mejilla.
• El raro poder de vivir juntos, de compartir vida, sueños y misión, de caminar juntos de dos en dos, de trabar amistad, de construir puentes y derribar muros.
• El raro poder de la libertad para amar, sin amarrarse a personas, a estructuras, a posesiones, a ideologías, a países, a razas o color, a religiones, a costumbres, ni a cadena alguna que atenace el amor, aunque sea de oro.
• El raro poder de la humildad, de la simplicidad, de la austeridad, de la pobreza, de aquella imaginación que no necesita multiplicar efectivos para hacerse valer.
• El raro poder del dar y pedir perdón, el instrumento más eficaz y seguro para desarmar la obstinada violencia.
• El raro poder de la alegría, con su brillo contagioso, llamativo, convocante, luminoso, irresistible...
• El raro poder del partir y repartir el pan y el vino en mesa de fraternidad, abierta a aquellos que se alimentan no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
• El raro poder de narrar buenas noticias a través de parábolas elementales y cuentos sencillos, impregnados con la fuerza de la verdad, capaces de poner luz y mover corazones duros y obstinados.
• El raro poder de la debilidad y de la pobreza de medios, que lleva a necesitar pocas cosas y estas necesitarlas muy poco. Sin jamás tener pánico a perder.
• El raro poder de la mansedumbre, de la cordialidad, de la mirada pacificada, de la ternura capaz de seducir y conquistar lo más árido de una persona y transformarla.
• El raro poder de la simplicidad, de la limpieza de miras, de la palabra directa y verdadera, aquella que vence por la contundencia con que exhibe la verdad.
Hoy nos toca a nosotros descubrir cuáles son los ‘espíritus inmundos’ de nuestra época, aquellos que conducen a la prepotencia, el egoísmo y la marginación. Con aquellos Jesús lanzó a los discípulos a conquistar el mundo. Con los mismos instrumentos, no con otros, hoy lo podemos hacer nosotros. La obediencia nos envía, la caridad nos hace cercanos y la pobreza nos hará creíbles.”””
Hoy he copiado y pegado, pero creo que merece la pena y el tiempo me ha alcanzado, lo siento.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!
Publicar un comentario