DOM-04C

sábado, 22 de enero de 2022
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5 comentarios:

Paco Echevarría at: 22 enero, 2022 09:12 dijo...

EL RECHAZO DEL MESÍAS (Lc 4,21-30)

Tras escuchar el anuncio de la salvación y del perdón para todos -incluidos los enemigos-, los paisanos de Jesús se sorprenden de que el hijo de José hable de esa forma. Y piden una prueba: quieren ver un milagro para creer sus palabras. Pero él se niega y les enfrenta con su propia historia. Siguen actuando como en tiempos de Elías y de Eliseo: eran muchos los enfermos y necesitados de Israel, pero sólo los paganos se beneficiaron del poder de los profetas. Lo cierto es que, cuando el corazón no está abierto a la verdad, sobran los argumentos. Ante esa denuncia, la reacción no se hizo esperar: le expulsan de la comunidad con la intención de acabar con él, pero Jesús -con la majestad de un ungido por el Espíritu- camina entre ellos y les abandona. Han perdido su oportunidad.

Hoy el ofrecimiento sigue en pie. Cuando miramos a nuestro mundo, no todo lo que vemos es agradable: la vida parece estar devaluada, el ser humano cuenta menos que los bienes materiales y la riqueza, se han desatado los mecanismos de conquista del poder, aumentan las diferencias entre los hombres y entre los pueblos, crece en muchos lugares el hambre y la miseria, se multiplican los medios de evasión de la realidad... Tal vez alguno piense ¡Qué pesimista! y yo digo ¡Qué triste!

Hoy, más que nunca, necesitamos evaluar nuestros esfuerzos para ver si el mundo que hemos hecho es el mejor de los mundos posibles. Yo creo que nos hemos equivocado en bastantes cosas. Occidente -a lo largo de siglo recién superado- ha vivido tratando de hacer realidad los tres grandes mitos de la edad moderna: el mito del progreso -la felicidad es el resultado del progreso económico-, el mito de la razón -sólo lo razonable es real- y el mito de la inmanencia -Dios es un supuesto innecesario-. Pero ¿cuál ha sido el resultado? La humanidad no remonta la crisis económica en la que vivimos y cuyo signo más terrible -la diferencia entre países ricos y pobres con- sigue creciendo; los planteamientos que tratan de explicar la realidad -los discursos globales- han perdido interés porque se ha perdido la fe en la verdad -Pilatos sigue preguntándose en qué consiste-; y el sentimiento religioso, atacado y menospreciado, o bien se ha fragmentado en mil sectas, muchas de ellas destructoras de la libertad, o bien se ha radicalizado dando lugar a los fundamentalismos con su carga de fanatismo y violencia.

Ha llegado el momento de someter a crítica a los maestros de la sospecha que han dominado el pensamiento a lo largo del pasado siglo. Frente a ellos Jesús de Nazaret sigue anunciando la Buena Noticia: el verdadero progreso humano es interior y conduce a la solidaridad entre todos los hombres; el Reino de Dios se construye sobre el amor, la verdad, la paz y la justicia. Creyentes y no creyentes tenemos la oportunidad de escuchar de nuevo sus palabras -la verdad que encierran-, sin dejar que los prejuicios históricos, filosóficos o culturales nos cieguen.
Francisco Echevarría

juan antonio at: 25 enero, 2022 13:07 dijo...

Dm 4º TO, 30.1.22
Estamos en el mismo escenario de la semana pasada, la sinagoga de Nazaret, donde el profeta, Jesús, con la fortaleza de Jeremías, anuncia sin miedo alguno que ha llegado la plenitud de los tiempos y anuncia el programa, el proyecto del Reino de Dios.
Y sus paisanos que lo escuchan con admiración no se libran de poner un “pero”, siempre hay un pero en nuestras vidas y más aún en las cuestiones que nos pueden interpelar, exigir un sí u así comienzan a decir “”¿no es éste el hijo de José?””
Sí, es el hijo de José, es el carpintero que tantos años ha estado con nosotros, nos ha hecho trabajo, nos ha hecho favores, nos ha acompañado en las alegrías y en las penas, ha sido “uno de tantos” y tan ciegos estamos que no vemos más allá, pese a lo que he oído de lo hecho en Cafarnaúm y que le echo en cara.
Siempre hay un “pero” para los que no quieren o no quiero asumir la radicalidad de la Palabra, de los hechos y Vida de Jesús, quiero y….. no quiero, esa puede ser la duda de los indecisos o de los cómodos que no quieren dar el paso definitivo y así jugamos a ser religiosos, piadosos, pero el Reino de Dios es algo más que vivir en la medianía una fe que no acabamos de asumir, de AMAR, pues es lo que nos viene a decir el tan manoseado capítulo 13 de la primera carta a los Corintios, donde se explica en qué consiste el amor, que no es un decir “te quiero, te amo” es algo concreto, como la paciencia, la amabilidad, humildad, generosidad……..
Y digo manoseado, pues lo leemos y siempre decimos “Qué bonito” y la Palabra de Dios es todo, menos bonita, porque no queremos ver el fondo de la misma ya que nos interpela y cuestiona nuestra vida y eso duele y nos obliga.
Quiero terminar como termina la hoja “”también se arroja fuera de la ciudad a los pobres y excluidos””.
Los que ya no tenemos ni canas, recordamos otros tiempos en los que cuando los o el preboste visitaba una ciudad se metía en la cárcel a todos aquellos que fueran contrarios al régimen o que fueran pordioseros, menesterosos…, pues la ciudad tenía que tener seguridad y dar una impresión de bienestar y de ello hace, pero no hace mucho tiempo, pues éste en la historia se mide lento.
Era una farsa, una mentira, como hoy lo sigue siendo, pues sin autoridad o con ella, ¿Dónde viven los pobres, donde lo metemos, qué vivienda le damos, qué condiciones de vida tienen?
Y es más, visitamos los suburbios de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, qué sabemos de las condiciones de vida de los “forasteros” de la fresa más que cuando salen ardiendo sus chabolas de plásticos?, cuestión esta que nos recuerda el autor de la hoja.
Hoy, como ayer, seguimos echando fuera de nuestra sociedad a Jesús y digo de nuestra ciudad pero también lo echamos de su casa, los templos, donde esos excluidos estorba una celebración, por su presencia ajada por la falta de todo y no queremos mancharnos nuestras manos más que para invitarle a “dejarnos en paz”.
Es pena y es para que nos dé nauseas si tuviéramos vergüenza cristiana, pero ahí está la cuestión ¿Qué tenemos de Evangelio en nuestras vidas? Ya lo he dicho varias veces, y lo seguiré diciendo y esto nos obliga a examinarnos y convertirnos, es decir, cambiar de vida, cambiar nuestra forma de vivir nuestra fe y si no llegamos a eso, mejor que seamos sincero y actuemos en consecuencia. Ahí lo dejo.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a ser auténticos pese a que nos duela, porque amar duele, como la Cruz y fue Amor, ¡AMEN!

juan antonio at: 25 enero, 2022 13:14 dijo...

La limitación del espacio para la reflexión obliga a repetir.
PD. Hoy termina el octavario de oración por la unidad de los cristianos y en la reflexión de Epifanía, decía que se dijese si se ha rezado o no en nuestras Parroquias por esa unidad tan deseada por Jesús, conforme a los textos propuestos.
En la mía se ha hecho ”algunos días” peticiones aisladas, dentro de la oración de los fieles, y nada más, ni siquiera se ha informado de esos textos que cada año se preparan para esta semana, nada.
Manifiesten hasta donde llega el interés de nuestra Iglesia particular por un problema de tanta envergadura en las Iglesias de todo el mundo y en la nuestra también, donde se habla mucho de Ecumenismo, pero será cuestión de altas esferas no de los fieles de a pie, a los que para qué informarles si no van a entender…..
No sé cuándo vamos a estar informado de las cuestiones que afectan a la comunidad de los cristianos católicos, y digo católicos porque no sé lo que hacen los hermanos separados, pero seguro que esta semana de oración se lleva a cabo en cada Iglesia, sea la que sea pues en ellas nació este deseo de orar y con ello este deseo de ser “uno”
Os ruego, manifiéstense, no es curiosidad, es compartir el deseo de Jesús.
Gracias.


Maite at: 25 enero, 2022 17:12 dijo...

Cuando se nos pregunta a los religiosos por el momento de la llamada del Señor solemos remontarnos a la niñez, la adolescencia, la juventud más o menos avanzada… Por eso recuerdo con cariño la reacción de un amigo fraile que respondió a una de mis hermanas: “Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré”. No, no fue cuando pensamos, cuando fuimos conscientes o recordamos; fue mucho antes.

Pero esa llamada no es exclusiva de la vida consagrada, es también para los laicos. Estamos tan acostumbrados a hablar u oír hablar del seguimiento de Cristo que solemos olvidar que Jesús era un laico más de su comunidad. Y, sin embargo, él tenía clara conciencia de ser “ungido” y profeta. Y, con esa autoridad pronuncia, delante de todos, en la sinagoga, las palabras de gracia que tanto escandalizan a los suyos que saben, de sobra, de dónde viene.

En el libro de Jeremías Dios advierte al profeta de la persecución que sufrirá por el hecho de hablar en su nombre; del miedo que le atenazará. Y el salmista, en su hermosa oración, invoca al Dios que le sostiene desde el vientre materno, como a Jeremías, y se apoya en aquél en quien encuentra su roca de refugio, su alcázar, su salvación.

Jesús sabe bien, y experimentará toda su vida, en carne propia, que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Quien le sigue sabe que recorrerá el mismo camino: “¿No es éste el hijo de José?”. “Médico, cúrate a ti mismo”.

El camino del amor que propone Pablo sigue siendo el más excelente, porque es el que refleja, con mayor fidelidad, el motor del programa de actuación que Jesús anunció en la sinagoga de Nazaret y que casi le vale ser despeñado desde el precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo.

Donde se habla de las cualidades del amor, pon tu nombre: es paciente, es benigno… y verás cómo andas en él. Mira también si son las palabras de gracia las que salen de tus labios, al mirar a los demás, o las de condena. Y sabrás cómo va tu identificación con Jesús.

Maite at: 25 enero, 2022 17:17 dijo...

Al compañero Juan Antonio, sobre su comentario acerca del Octavario de oración por la unidad de los cristianos, solo puedo decirle que mi experiencia es muy similar a la suya. Apenas he oído mencionarlo en las Eucaristías a las que acudo. Tampoco he visto nunca que el material que se prepara con ese motivo se ponga al alcance de los fieles. Una pena... Falta formación en ese sentido y, por ello, sensibilidad. Por eso la unidad de los cristianos apenas tiene eco en el cristiano de a pie.