DESCARGAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
PECES (Jn 21,1-19)
Jn 21 narra la tercera aparición del resucitado según la tradición recogida por este evangelista. Él sitúa la escena a la orilla del lago de Tiberíades y su relato nos recuerda lo que, en los sinópticos, se cuenta sobre la pesca prodigiosa. Es una pieza breve, pero perfectamente construida. Es como un auto sacramental en tres actos: el primero narra el esfuerzo inútil de los discípulos; el segundo se sitúa cerca de la orilla: siguiendo las indicaciones del extraño que les ve llegar, consiguen una pesca sorprendente; finalmente -como último acto- tiene lugar el desayuno a la orilla del lago. Pero -como es frecuente en los evangelios- más importante que el relato es la dinámica simbólica del mismo.
Los discípulos -la comunidad cristiana- hacen su tarea del mejor modo posible: hacen lo que bien les parece, pero bregan en la oscuridad -es de noche- y su esfuerzo resulta inútil. En la aparición anterior les había encomendado la misión de perdonar los pecados con la fuerza del Espíritu. Tienen que sacar a los hombres -peces- del dominio del pecado y de la muerte -mar-. Pero no vale cualquier modo, ni el resultado es cosa del ingenio humano.
El segundo intento tiene lugar por indicación de Jesús a plena luz. Sólo cuando siguen las indicaciones de Jesús -cuando son fieles a su enseñanza- logran resultados. La pesca es sorprendente: 153 peces grandes. 50 es el número de miembros de las comunidades de profetas. 3 es el número que designa lo divino. 153 designa a las comunidades cristianas primitivas multiplicadas por la fuerza del Espíritu y extendidas a todo el mundo. A pesar de lo cual la red no se rompe: la unidad de las Iglesias permanece a pesar de la multiplicidad.
Finalmente tiene lugar la comida que les ha preparado. Jesús ofrece un pez y les pide que traigan de los que ellos han pescado -da lo suyo, se da a sí mismo, y espera que ellos hagan otro tanto-. Es la culminación de la misión: el encuentro, la comunión. Evidentemente hay aquí una alusión a la eucaristía.
La vida cristiana se desarrolla siempre en el ámbito de una comunidad que, animada por el Espíritu, se afana por construir el Reino de Dios en el mundo. Pero es importante seguir las indicaciones del Maestro. Cuando ha olvidado su mensaje y han prevalecido otros intereses, el esfuerzo ha sido inútil y hasta contraproducente. El fruto de la misión depende de la docilidad a su palabra. Quien la ignora pesca en el lugar equivocado. Si, por el contrario, la Iglesia es dócil a esas enseñanzas, el resultado de su esfuerzo desborda todas las previsiones. Ser fiel a esto es su misión y no debe importarle los vientos contrarios de la historia. Jesús ya lo advirtió: “¡Ay de vosotros cuando el mundo os alabe! ¡Alegraos cuando os ataque y persiga porque eso es lo que han hecho conmigo!”.
FRANCISCO ECHEVARRIA
Este tercer Domingo de Pascua contemplamos en las lecturas la valentía en confesar a Jesús, su exaltación en el cielo y el pasaje de la pesca milagrosa según S. Juan.
De la primera lectura quisiera resaltar la frase que Pedro dirige a los sacerdotes
“”hay que obedecer a Dios antes que a los hombres””
Y esto en un contexto actual en el que esa obediencia a Dios es una elección nuestra y me explico: hoy hay muchas leyes que al cristiano le choca de frente, de espalda y de costado, como son las que se refieren a la eutanasia, al aborto, a las múltiples reformas sobre las condiciones o requisitos en éste, sobre la enseñanza, sobre la enseñanza religiosa, sobre la regulación de píldoras para esto y lo otro, sobre cómo dar una formación afectiva sexual, y no recuerdo otras pues las neuronas fallan con los años.
Estas leyes se han dado porque la vida de los cristianos está lejos del Evangelio y las Cámaras son el resultado de que en ellas hay poca sensibilidad cristiana y esta queda ahogada por unas mayorías que no piensan en cristiano.
Donde está nuestra responsabilidad en el momento de votar?
Pensemoslo.
Pues obedecer a Dios antes que a los hombres, hoy por hoy no es individual, a menos que sea dar la cara en situaciones concretas, pero las leyes se hacen para todos para los que creen y para los que no, pero no podemos decir que somos cristianos y votar programas que contradicen lo que decimos creer y ello a riesgo de no votar sino encontramos en esos programas lo que creemos, porque lo contrario es la manga ancha, pues hoy el relativismo nos inunda.
Condenar por seguir esas leyes, ya es otra cosa, no, al menos así lo pienso y ya lo he manifestado otras veces, pues el Amor es más grande que todo y no somos quienes para ello: amemos, acompañemos, tendamos nuestras manos y abramos nuestro corazón y Dios nos guiará a todos.
Del Apocalipsis, solo decir que nos da la exaltación del Señor, la Resurrección y la salvación de Jesús, Cordero de Dios.
El Apocalipsis hay que leerlo sin miedo, primero porque esa palabra no significa más que revelación, revelación, manifestación de Dios, que por el estilo en que se escribe ha quedado como palabra referida a catástrofe y nada más lejos, sigamos la explicaciones del autor de la hoja y veremos.
Del Evangelio, resaltar la pesca sin y con Jesús, la misión por mi cuenta y la misión con Jesús.
Los discípulos, siete de ellos, se marchan de pesca sin contar con Jesús y no cogen nada y pescan con Jesús y tienen una pesca abundante.
Somos muy dado hoy a hacer muchas cosas, a planificar, a proyectar cosas, a hacer planes pastorales, pero ¿todo esto lo consultamos con el Señor?, ¿se lo hemos contado? ¿le hemos encomendado nuestras tareas, nuestros afanes, nuestras…..?
Es decir lo hemos llevado a la oración, lo hemos llevado a la oración por excelencia, a la Eucaristía, o vamos por nuestra cuenta?.
Sin Jesús no es posible nada de cuanto hacemos o queramos hacer, nuestra vida para hacerla Vida, tiene que ser con Él, tenemos que contar con Él, la tiene que hacer Él y nosotros simples instrumentos, como la gubia en manos del escultor, nada más, dejarnos llevar y seguir el rumbo marcado y muy explicado por la doctrina de la Iglesia y por aquellos que nos superan en saber y servir.
El final del evangelio es algo tan grandioso como es grandioso el Amor: Pedro me amas´? Y Pedro hizo la esa confesión que debemos hacer nuestra “tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero”, humilde, como en un susurro, silencioso, aquí estoy.
Sencillamente abramos el corazón a Dios cada día, cada instante, contemos con Él, tengamoslo presente en nuestro actuar y lo encontraremos en cuanto nos acontece.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ¡alegrate! Porque tu Hijo y nuestro Señor y Hermano, ¡VIVE!, ¡AMEN!, ¡ALELUYA!
Sin Jesús la Iglesia no puede evangelizar; su misión es estéril. No puede salir a pescar sin él, confiando en la fuerza de sus leyes y estructuras, en su poder e influencia, en sus siglos de historia y todo el bagaje acumulado. A lo mejor, todo aquello que la Iglesia cree que la hace fuerte es precisamente lo que más la debilita.
También los discípulos, secundando la iniciativa de Pedro, salieron de pesca con él. Era el momento oportuno. Su talento y experiencia de pescadores avezados se lo decía. Pero, como antaño, pasaron la noche bregando y no cogieron nada. Jesús no estaba con ellos.
Siempre es el amor el primero en decir: “Es el Señor”; el que lo reconoce y señala. Tal vez porque está desnudo de todo, despojado, sin nada que perder. Y centrado en una sola cosa: en el Amado. Su presente y su futuro. Su fidelidad y confianza.
Si la Iglesia predica que en Jesús está la Vida pero busca la fuerza fuera de él, no cuenta con él cuando sale a faenar. Y al amanecer volverá a la orilla con las redes vacías. Si en la barca no hay enamorados de ojos claros y limpios, nadie distinguirá a Jesús en la orilla, y la Eucaristía se quedará en rito vacío porque no habrá nada que celebrar ni compartir.
Sí, Jesús vive. Pero quienes no lo creen ni le conocen, necesitan verlo en nosotros. Ni más, ni menos.
Publicar un comentario