DOMINGO 7º-A

sábado, 11 de febrero de 2023
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3 comentarios:

juan antonio at: 15 febrero, 2023 07:37 dijo...

Las enseñanzas de este Domingo es continuación de las del anterior y como en el anterior empezaremos diciendo que “”LA LEY JUDÍA DE JESÚS, ES EL AMOR””

Esta semana Jesús termina las dos últimas enseñanzas que inició subiendo el listón sobre la conducta de los escribas y fariseos en orden a la implantación del Reino de Dios.

Y el pasaje empieza con el dicho de ojo por ojo, contraponiendo la resistencia pasiva, la mansedumbre podríamos decir, y la explica diciendo, al que te pegue, ponle la otra mejilla, al que te pone pleito por la túnica, dale también el manto, a quien te requiera caminar….., siempre más, siempre yendo más allá de lo establecido o normal, porque de lo que se trata es de que hay que dar amor y el amor no se contenta con la compensación estricta, el trueque, te doy porque me das, no, el amor no tiene limite, el amor rompe todas las barreras, el amor es universal para todo y para todos, S. Pablo lo dice mejor que todos nosotros en ese capítulo 13 de la 1ª Carta a los Corintios, canto y definición de lo que debe y tiene que ser el amor de un cristiano.

La segunda y última enseñanza de hoy es dura, dura por cuanto tengo que AMAR a uno o unos que no me quieren más que para hacerme daño, de lo que sabemos muchos los hombr@s de nuestro tiempo, pues las guerras hoy se cuentan por decenas y a cual más horrorosa, la agresividad hasta en lo que debiera ser relajación, como las competiciones deportivas, los insultos, las desavenencias por lo mínimo y las expresiones “yo a ese o con ese, no me hablo, no me trato” y ésto entre familia, vecinos, políticos y en la propia Iglesia donde el zancadilleo en la carrera clerical es evidente y se desobedece a los pastores de las comunidades desde el más alto al último, en lo mio mando yo, sean parroquia, hermandades, cofradías, todo nos lleva a a una ausencia de Amor, a mirame y nada más y no llego al otro, a los otros, porque no he visto “”que el tiempo se ha cumplido y está cerca el reino de Dios”” y ¿qué es el Reino de Dios sino AMOR?.

Donde está, y me repito, el sueño de Dios? que un misionero decía es “la solidaridad humana””, no darme dinero,decía, sed solidarios y…..

Qué distinto sería el mundo, nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra Iglesia, pues no estamos exentos de ello y no hay más que ver los medios de comunicación, que distinto digo, si nos tuviéramos Amor y lo tendríamos todo, toda la felicidad del mundo, AMOR, ama, intenta amar, dar y acoger, escuchar y hablar, sonreír, tender la mano.

Después de reprender nuestro trueque en las relaciones – amo al que me ama, saludo al que me saluda- nos dice
“” Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto””, es decir somos lo más grande del mundo, somos hijos de Dios, y ni siquiera nos miramos y basta salir a la calle, todo el mundo corriendo, todos a lo suyo, los demás pues eso son los demás, no me dicen nada, pero y si nos tuviéramos amor?, aunque sea pequeñito, como el grano de mostaza, dicho de Jesús de la fe, romperíamos el mundo actual y se acabarían todos los problemas, inventaríamos de nuevo el paraíso.

Y ¿porqué no amamos?, sencillamente porque estamos ocupados en amarnos a nosotros mismos.

Señor, gracias por todo y por enseñarnos a AMAR

“Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre” recemos con el salmista

Santa María , Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¡AMEN!

Maite at: 17 febrero, 2023 22:59 dijo...

Este domingo continuamos en la misma senda de ir más allá de lo establecido. Ahora, con un horizonte más definido: la imagen del Padre. Ser sus hijos implica actuar como él, pensar y sentir como él, reflejarle en todo. Por eso, no somos cumplidores de normas y leyes, sino generosos con ellas, nobles en las actitudes, dignos y magnánimos.

Es algo así como jugar en otra liga, a otro nivel; como tener siempre presente otra meta. Y es que se busca el bien del otro por encima de todo, en vez de compensar a un yo herido o ultrajado. Se buscan la paz, la fraternidad, por encima de cualquier compensación o recompensa personales. Se pone al otro, sea cual sea su condición respecto a mí, amigo o enemigo, por delante de mí; y a mí, por detrás de él.

Y en la mente y en el corazón, dentro de mí y fuera, solo está la imagen bendita de mi Padre, todo entrañas de amor y misericordia, conmigo y con todos. Hasta llegar a la experiencia de Pablo, que se sabía templo habitado por Dios, y percibía la misma realidad en los hermanos. Y en Cristo tenía la certeza de poseerlo todo: el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro, Dios mismo.

El Padre que ha fascinado a Jesús se refleja maravillosamente en la experiencia del salmista. Desde esa ternura, compasión y misericordia, desde ese abismo de amor inmenso, se puede, se debe, no es posible sino ir más allá de la ley, de cualquier ley, para ser como el Padre.

Lucía at: 18 febrero, 2023 22:14 dijo...

Esta semana, leía algo en relación a la “huella ecológica” que cada uno de nosotros va dejando, que es algo así como el impacto que nuestro modo de vida tiene sobre nuestro entorno.
Y al leer el Evangelio de esta semana pensé en la huella que mi vida estaba dejando a mi alrededor. Intentar ser perfecta a mi manera, siempre ha sido agotador, y a veces, quizás muchas veces, desalentador al tomar conciencia del rastro que iba dejando tras de mí.
Ser perfecta, como nuestro Padre del Cielo es perfecto, creo que es más agotador aún. Es cansado adentrarse en el mar y nadar a contracorriente; dejar la comodidad de la llanura y subir a la montaña; saberte herida y dejar que te curen, aunque duela. Es agotador luchar en las mil pequeñas batallas de cada día, intentando portar la bandera de la paz y del amor, y cargar con pequeñas ofensas y humillaciones, sin caer en la tentación de querer rendirte a la primera.
Pero cuando hemos experimentado y sentimos de corazón, que sólo Él es nuestro Descanso... que en Él vivimos, nos movemos y existimos, entonces podemos intentar vivir como nos propone en el Evangelio de hoy y buscar la perfección de Dios, de un corazón compasivo y misericordioso sin condiciones (...y sin claudicar por el cansancio).
Que la huella que deje tras de mí sea la del paso de Dios por mi vida, para que otros las encuentren y puedan seguir el camino hacia el Padre.