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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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4 comentarios:
DE CIEGOS Y CEGUERAS (Jn 9,1-41)
El relato del ciego de nacimiento nos ofrece la oportunidad de reflexionar, una vez más, sobre las cegueras que padecemos los humanos. La primera es la de los discípulos de Jesús: ven la realidad a través de prejuicios, la interpretan a partir de presupuestos equivocados. Al ver la desgracia ajena, se preguntan qué pecado la ha ocasionado. Es como si el sufrimiento y el infortunio fuera siempre un castigo. Dado que Dios es justo, la responsabilidad tiene que ser necesariamente humana. Jesús rechaza ese planteamiento y viene a decir que no se puede salvar el honor de Dios a costa del honor del hombre. La desgracia es consecuencia de la limitación humana y, si se mira con ojos de fe, puede verse en él una ocasión de misericordia.
Luego está la ceguera del ciego: está atrapado en sus propias tinieblas interiores. Es la ceguera de la víctima y consiste en que se le impone algún tipo de mal o de maldad y se le impide ver la realidad con objetividad. En estos casos es necesaria una ayuda adecuada que arranque la venda de los ojos, cosa que no es posible sin comprometerse, sin mancharse los dedos de barro.
La tercera ceguera es la de los fariseos. Es la más terrible porque quien la padece no es consciente de ella. Son videntes ciegos que niegan la realidad cuando las cosas no se adecuan a su mentalidad o a sus intereses. Si se encuentran con el milagro, buscarán un diablo al que atribuírselo con tal de no revisar sus planteamientos. Y es que la ceguera de la mente es muy difícil de reconocer y de curar. Y lo que es peor: para justificarse ante sí mismos pretenden imponerla a los demás. Es la postura del fanático que siempre trasluce una radical inseguridad. Los hombres verdaderamente convencidos proponen su pensamiento, mientras que los que dudan de sus propias convicciones tratan de imponerlo. Por eso es tan descorazonadora la figura de un hombre insultando, despreciando o atacando a quien piensa, siente o vive de otra manera.
La cuarta ceguera es la de los familiares. No quieren complicaciones y, por eso, ante la evidencia evitan tomar postura. Es la ceguera que brota del miedo e impide el compromiso. Para estos ciegos vale más la propia seguridad y los propios intereses que la verdad por muy clara que ésta sea. Prefieren vivir instalados en su mediocridad ignorando que sólo la verdad libera del miedo.
Frente a estas cuatro cegueras está la luz que viene de lo alto y disipa las tinieblas que bloquean al hombre. Como el agua de la samaritana, esa luz se instala en el interior y da brillo a todo el ser. No pierdo la esperanza de que pronto amanezca un mundo libre de cegueras, con hombres de mente abierta, tolerante y respetuosa, donde las diferencias sean riqueza y no peligro y la diversidad, el único modo de ver la realidad completa.
El texto evangélico de esta semana, como todo el evangelio,está lleno de enseñanzas, Jesús vio un necesitado, los discípulos plantean el problema de la culpa, los diálogos comprenden la valentía del que es curado, las dudas de los vecinos, el miedo de sus padres y el encuentro sincero con el Mesías.
El inicio del pasaje nos dice que Jesús al pasar vio ……, es decir no va distraído, no va de paseo, va en lo suyo, hacer el bien, atento a aquellos que le necesitan y el ciego ni pide ni grita, ni es presentado, es Jesús quien ve la necesidad y la atiende.
¿Nosotros qué vemos o no vemos? Pasamos como el que va a lo suyo, como el que vive solo en este mundo, mirándome sin mirar y sin ver nada más o por el contrario voy atento, miro, veo, atiendo y sano?: Ahí lo dejo
Los discípulos plantean el problema antiguo de la culpa, Dios castiga al pecador y Jesús nos dice que no es cuestión de culpa, es cuestión de conversión ( Lc. 13) y, creo yo, de nuestra fragilidad y maldad.
Los diálogos nos lleva a la cerrazón de la ley y a no ver más que lo políticamente correcto, y olvidamos lo mejor, el amor, la misericordia (Mt 23) y no vemos que tenemos que cambiar, que lo políticamente correcto no vale, que tenemos que hacernos prójimo del que pasa por nuestro lado, del que te pide que al menos le des los buenos días, que….., ahora y siempre es tiempo de cambio, siempre, siempre es cuaresma y siempre es resurrección, pero los hombres necesitamos enmarcar el tiempo que para Dios no existe, es el ahora, el instante, vívelo, Vívelo con Él, andando por los caminos, plazas, dándose, dando razón del Reino y tendiendo la mano al hermano que ve y vive con él las alegrías y las penas.
Los versículos 30-33 nos trae la valentía del curado: “” Pues eso es lo raro que vosotros no sabéis de donde viene y sin embargo me haya abierto los ojos””.
Este inciso tiene una correlación con el dialogo de Jesús con Nicodemo “ Y tú maestro en Israel no sabe estas cosas…” el ciego curado interpela a los maestros de la ley y con ellos tenemos que sentirnos interpelados nosotros:
.
Como mensaje podríamos preguntarnos cómo es el conocimiento que tengo de Dios y de su enviado Jesucristo, pues en esto consiste la vida eterna (Jn 17.3), donde lo busco, qué fuentes tengo, pues solo puede venir de una oración de hijos con su Padre, de su Palabra encarnada día a día, del trato frecuente en el acontecer de cada momento, y como decíamos la semana pasada nuestro culto ya nos es aquí o allí, es en espíritu y en verdad, ¡de las entrañas de nuestro corazón!
Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis…..
¿Crees en el Hijo del hombre…. Y quien es…….
Qué suerte tuvo el ciego sanado que escuchó de Jesús su propia identidad, como la semana pasada la samaritana y es que Dios se revela a los pecadores, a los pobres, a los sencillos, a los que no son nadie en este mundo, a los que esperan siempre su resurrección desde ya en el encuentro de su dignidad, cosa que nunca abandonan…
Y yo en quien creo, en que Jesús tengo mi esperanza y mi salvación ?.
“” El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quien temeré? (Sl. 26): semana de la luz, de la recuperación de la visión por una persona atormentada y luz que tengo que pedir para mi, para todos.
Leamos y releamos con corazón el pasaje evangélico, y los de los anteriores domingos, las Tentaciones, la Transfiguración, la Samaritana, y hagamos camino hasta la Cruz de la Resurrección.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
¡qué más quiero, qué más queremos!,
pues simplemente ponernos en sus manos
y dejarle hacer (Sl. 36)
Señor, gracias por todo.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a vivir nuestra salvación ¡AMEN!
JESÚS ES LA LUZ. SUS OBRAS EL CAMINO.
Jesús curó al ciego pero esa acción no fue comprendida por el judaísmo y los discípulos, conocedores de las tradiciones del lugar, sólo se interesaron por saber si el origen de esa ceguera estuvo en sus pecados o si sus padres también lo eran, Él les afirmó que el origen de las minusvalías no era un castigo de Dios.
La realidad es que Jesús lo hizo porque nadie le ayudaba pero sí daban mucha importancia a cumplir con el precepto del sábado pero Él priorizó ayudarle al sábado y no se preocupó por las consecuencias posteriores… ¿Por qué?
Porque, supongo, esa forma que tenían los judíos de cumplir con Dios sólo eran preceptos humanos y no divinos y Jesús, al curarlo en sábado, les enseñó que abandonar esas ideas equivocadas para ayudar al prójimo era el camino de la verdad.
El ciego, al ser curado, recibió la luz, abandonó la oscuridad y reconoció la grandeza de Jesús pero los que no eran ciegos y no aceptaron la llegada de la luz continuaron caminando por las tinieblas del pensamiento religioso equivocado del judaísmo.
Las personas actuamos siguiendo criterios lógicos pero Dios no lo hace así. Curó al ciego utilizando barro y los judíos se sorprendieron porque se olvidaron de que también empleo barro para crear al hombre. Tampoco entendemos que cuando Él necesita que una persona haga algo en su nombre no se fije, como hacemos nosotros, en su aspecto externo: Estatura, fortaleza física, formación cultural, elocuencia… Al hacerlo así sólo conocemos lo menos importante de la persona y nos equivocamos pero Él, como nos conoce por dentro, no se equivocó al curar al ciego y él le respondió.
Con ese criterio, en distintos momentos históricos, el Señor hizo elecciones sorprendentes para poner en marcha sus planes: Al tartajoso Moisés, para que hablara con el faraón o a un joven pastor, David, para que derrotara a un gigante. Los hombres no los hubieran elegido porque externamente ofrecían poco pero Dios miró en sus cualidades y acertó… ¿Elegimos a nuestros políticos siguiendo el criterio de Dios, buscando el bien común, o nos guiamos empujados por la ceguera de nuestra subjetividad para caer después en las promesas atractivas que luego no se cumplen?
Por estos ejemplos podemos intuir que para Dios nada es imposible y que, con su ayuda y nuestra cooperación, podemos ayudar a mejorar lo actual.
¿Por qué no hacemos como Jesús y empezamos a descubrir qué cumplimientos de nuestra religión son preceptos humanos o tradiciones y no lo que Dios nos pide que hagamos y está en la Biblia?
No entiendo que, en estos días que se aproximan, participemos en actos religiosos que no tienen nada que ver con los deseos de Dios pues se prohíbe en la Biblia hacer imágenes y quienes deben reconducir el tema estén facilitando que esa confusión continúe.
Pablo nos enseña que el hombre tiene que elegir su camino, la luz o las tinieblas.
Si nos decidimos por el primero seremos amantes de la verdad, iremos siempre contra las injusticias de la vida y denunciaremos con valentía lo que no funciona.
Este domingo se nos invita a hacer la experiencia de los neófitos y reconocer a Jesús como nuestra luz.
El evangelista nos muestra el periplo de un ciego de nacimiento, un hombre que no ve; aunque todo su recorrido nos irá enseñando que él no es el único ciego y que hay cegueras peores que las suyas.
De hecho, la primera lectura nos presenta a Samuel en su misión más importante: buscar un rey para Israel. Samuel es un hombre que ve, pero Dios le demostrará que su mirada difiere notablemente de la de él. Samuel ve como los hombres, y Dios mira al corazón de estos. Por eso, unos se dejan engañar por las apariencias y Dios no.
El salmista expresa su confianza en Dios contando que, aunque se adentre por lugares oscuros, nada teme. La falta de luz no echa para atrás a este esforzado y valiente orante que encuentra en Dios la luz que no tienen sus ojos en determinados momentos de su vida y camino.
Pablo pinta al cristiano como un hijo de la luz en cuyas manos está vivir como tal. Deja constancia de la existencia de las tinieblas, pero la luz siempre es más fuerte.
Unidos a Jesús somos, con él, luz del mundo, y tales han de ser nuestras obras: como nacidas en y de la luz. Hay mucha ceguera y oscuridad alrededor del ciego de nacimiento, que muestra, además, una sed de verdad y una honestidad e inocencia de las que carecen todos los demás. Por eso, sus ojos se abren no solo a la luz física sino también a la fe en Jesús, y esto iluminará su existencia de un modo mucho más determinante.
En cambio, la luz que ilumina a unos hace de juez, como bien enseña Pablo, para otros; y al desvelar sus malas obras y su mala fe, los empecina en su encierro en la oscuridad. Sigue siendo cuestión de elegir: vivir en la luz o en la oscuridad. Y por difícil que parezca se puede elegir vivir en las tinieblas.
Seguir a Jesús es vivir en la luz, y eso puede traer, bien lo puede contar el que era ciego de nacimiento, nefastas consecuencias que habrá que afrontar.
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