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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
LA MENTIRA JUZGA. LA VERDAD ES CONDENADA
Isaías les pedía que cumplieran los mandatos del Señor con humildad, escuchando, animando a quienes estuvieran caídos, no respondiendo a las ofensas recibidas y dando la cara por quien siempre está a nuestro lado, el Señor.
Ese modelo de predicación se repitió con Jesús pues aconsejaba “amar y perdonar”, “curar a los enfermos”, “acoger a los marginados sociales”, “no promover revueltas”, “ser justos”… ¿Qué delito cometía enseñando estas prácticas?
El pueblo lo acogió bien pero quienes dominaban el poder religioso, político y económico comenzaron a no verlo así… ¿Por qué?
La religión había establecido unas normas y, quienes vivían desordenados, tenían que arrepentirse y hacer sacrificios. Jesús las respetaba pero daba prioridad a las cosas importes de la vida. Ocurría cuando se reunía con estas personas, aunque estuviera mal visto, para hablar y compartir, no les hacía reproches y sí les aconsejaba cambiar, lo hacía sin presionarlos, unos se marchaban y otros lo seguían.
Los responsables religiosos no respetaban el mensaje de Jesús, creían que su práctica era la correcta y que Él era un impostor. Los políticos se sintieron preocupados porque proponía cambiar y aseguraba que el “Reino de Dios" estaba cerca.
¿Cómo podían aceptar los romanos que Jesús ayudara a los necesitados si ellos gobernaban empobreciéndolos?
Jesús era pacífico pero los poderes fácticos recelaban porque temían perder el bienestar que disfrutaban. Esa actitud egoísta de entonces aún persiste porque para quienes actúan al margen de Dios cambiar es imposible.
El Templo y las prácticas eran un negocio para esos poderes. Un día, Jesús denunció el engaño que había y lo hizo golpeando a quienes usaban la religión para comerciar en el mercadillo que montaban en el “atrio”. Los entendidos afirman que esa acción no buscó corregir a quienes recibieron los golpes sino a quienes se beneficiaban de esas prácticas.
Actuando así crispó los ánimos del poder pero no dejó de subir a Jerusalén para la fiesta de “Pascua” y reunirse a cenar con los discípulos… ¿Lo hizo para cumplir con la tradición o movido por otras razones?
Cumplió con la tradición de reunirse en familia para compartir comida, novedades, llorar y reír; les anunció hechos futuros que les ayudarían después a entender sus palabras, a no darle la espalda, a morir por Él y a despedirse de ellos.
Después, como la Iglesia tiene doctores, éstos profundizaron en los relatos bíblicos y tomaron este pasaje para establecer el ritual de la Eucaristía. Yo me he quedado más superficial en mis reflexiones y opino que, dada su importancia y el origen, el formato no debería haberse modificado tantas veces pues la enseñanza rígida del pasado y la cambiante de nuestros días ha hecho que me cueste asimilarlas. En mi parroquia, ahora, cada semana ponen en el altar la imagen de una cofradía, en el ritual de la Eucaristía los fieles le hacen sus peticiones, al finalizar, los gestores entregan una medalla con la imagen a los nuevos cofrades, y al párroco porque es nuevo, y yo recordando Éxodo 20, 4-5 y preguntándome… ¿Qué opinará Jesús de estas tradiciones?
Él denunció las injusticias e incorrecciones de los poderes fácticos pero no lo comprendieron, lo traicionaron, lo apresaron, lo condenaron y lo asesinaron. Nuestros tiempos son un reflejo de lo que sucedió entonces pues ahora, con la mentira y la injusticia, también se busca ocultar la verdad.
Jesús ayudó a las personas, no se lo reconocieron, lo vendieron, no lo acompañaron en su dolor cuando oraba, huyeron de su lado, lo negaron, lo insultaron y… ¡Prefirieron a Barrabás!
Pablo nos recuerda que Jesús se comportaba como un hombre cualquiera, a pesar de su condición divina, se puso a la altura de los más humildes y, acusado injustamente, fue condenado a morir crucificado.
Dios no lo abandonó y lo encumbró donde le correspondía.
Cuando Jesús fue recibido con palmas y al son de gritos de alegría al entrar en Jerusalén tuvo su momento de gloria pasajera. Su camino interior se dibuja mejor en el relato de Isaías cuando describe a su siervo. Y en el salmista encontramos un fiel retrato de la crucifixión.
Hasta Pablo reconoce que Jesús ha descendido a las profundidades de su humanidad, mostrándonos, con ello, en qué consiste el ser plenamente humano.
Cuando Jesús recorre el camino de su Pasión no hace sino beber el cáliz hasta los bordes; comer el pan de la traición, del abandono y del fracaso más rotundo. Aprendemos así lo que supone ser fiel y coherente hasta el final en la entrega más absoluta de uno mismo.
Jesús es así porque no sabe ni puede ser de otra manera. Porque ha ido creciendo con el Padre y ha vivido identificado profundamente con él. Lo hemos visto durante estas últimas catequesis cuaresmales: él es el agua viva, la luz, la vida verdadera. Y solo sabe y puede transmitir y dar eso. No puede renunciar a ello, ni mentir, aunque ello acarree la incomprensión de propios y ajenos, la sospecha, la calumnia y hasta la muerte, y una muerte de cruz.
En Jesús solo hay cabida para el amor, aunque ese amor haya sido traicionado, rechazado, despreciado y ultrajado. De hecho, sigue siendo así. No cesa el goteo de crucificados en la historia. No hay época benigna donde no existan sus gritos, donde dejen de alzarse sus cruces con ellos clavados a ellas.
Y, con todo, la Vida sigue abriéndose paso, tenaz, a través de todas las muertes. Y el Amor sigue amando hasta el extremo. Es lo que hace que una nueva Pascua amanezca de nuevo.
La Pasión del Señor nos pone en silencio, un silencio profundo y nos obliga, como nos dice el prologo del Contexto, a meditar el texto de la Pasión, a leer y releer y nos vendrá a nuestra mente la pregunta ¿por qué?
No podemos buscar explicaciones humanas a los misterios, como misterio es para nosotros la propia vida de Jesús salvo los datos que nos da los historiadores de la época, creemos en un Cristo de la fe, en el Señor de la historia, pero como el mismo nos dijo, decía a Marta la semana pasada “”Yo soy la Resurrección y la Vida, crees esto?
Explicar el horror de la Pasión es imposible, buscar la causa de ella, es más viable, pues no es más que el resultado de la vida que Jesús llevó, sus signos y sus enseñanzas, sus controversias con la autoridad judía, su preferencia por los débiles, su teórica falta a los dictados de la ley y digo teórica porque la ley y los profetas se habían cumplido y ya no había razón de su vigencia, porque destrozó el negocio del templo…... todo avocaba a un final desgraciado.
La autoridad judía lo acusó primero de hacerse Dios y como esto no valía ante el gobernador romano, lo enmascara de delito de rebelión, se ha hecho rey.
Le abandonan todos, incluidos los íntimos, le niega el preferido y le vende el traidor, personaje enigmático para mi dentro del contexto de la misericordia de Dios, cierto que lo traiciona, pero se arrepiente y en su desesperación se suicida, cierto que Jesús lo maldijo ¡mas le valiera no haber nacido!, pero quienes somos nosotros….. si soy blasfemo, quisiera que alguien me lo aclarara ¿estamos en presencia del pecado contra el Espíritu Santo?
Hay un grupo de valientes, las mujeres, ¡ay el sexo fuerte!, llegaron hasta el final del camino, el sepulcro y los hombres donde están….
Toda la Pasión de Jesús la podemos llevar a nuestra vida, pues somos seguidores de Jesús, somos pueblo de Dios, algunos con autoridad, ¿en cual de los personajes nos encarnamos?
De verdad que el Triduo Pascual es para contemplarlo, y para contemplarme y sobre todo vivirlo, porque todos los días lo vivimos, “”ANUNCIAMOS TU MUERTE, PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN, VEN SEÑOR JESUS””, decimos en las Eucaristías.
Sería cuestión de preguntarnos alguna vez, como vivimos las Eucaristías, cómo vamos y cómo volvemos de ellas, sin pena ni gloria, pura rutina o por el contrario vivimos lo que se celebra?
Rogaría al autor de la hoja nos diera una catequesis sobre la Eucaristía y cómo vivirla, es necesario pues los años nos hace vivir la rutina y decimos ¡AMEN! Como si tal cosa y no es así. Gracias desde ya. Ahí lo dejo.
Desde el silencio repasemos los personajes, las actuaciones de unos y otros, los dichos, contemplemos la oración en el huerto, la cena, todo en la intimidad de la oración, vivamos la Pasión camino de la Resurrección, no nos quedemos en el Viernes Santo, acudamos al sepulcro el primer día de la semana, muy de mañana…..
Gracias, Señor, por todo, incluida tu Pasión.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a vivir lo que tú viviste, lo que tú sufriste y vivir la alegría de la Pascua, gracias ¡AMEN!
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