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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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PASTOR Y PUERTA (Jn 10,1-10)
La metáfora de la puerta con la que se abre el evangelio de este domingo tiene un antecedente clarificador en el salmo 118: “Ésta es la puerta para llegar al Señor... sólo los justos pueden entrar por ella”; y un complemento necesario en el Apocalipsis “Miré y vi una puerta abierta en el cielo” (4,1). Uniendo ambos textos tenemos el significado de la parábola: Jesús se presenta a sí mismo como la única puerta por la que se puede entrar en el mundo celestial donde se encuentran los justos; o -lo que es lo mismo-: él es la conexión entre lo humano y lo divino, el paso a la salvación, el acceso a Dios. Lo contrario a la puerta de la vida es la puerta del abismo, que conduce a la destrucción.
Otra metáfora, unida a ésta, es la del pastor que conoce y guía a las ovejas caminando delante de ellas para mostrarles el camino. La figura contraria es la del ladrón y salteador; a éste no le siguen, sino que huyen de él porque no lo conocen. Hay, por tanto, una relación de conocimiento y confianza mutua entre el pastor y el rebaño.
En el contexto de la Pascua, el texto de Juan se refiere a la función de Jesús Mesías. Él representa el eslabón que uno lo divino y lo humano, el camino, la puerta, el paso obligado por el que los hombres llegan a Dios y Dios a los hombres. Son dos mundos diferentes y llegan a ser dos mundos incomunicados cuando Cristo falta. Viene esto a tocar una característica del mundo actual: la inmanencia, que no es sino el repliegue del mundo sobre sí mismo, eliminando todo lo que está más allá del horizonte humano. Para nuestro mundo, el mundo material es el único mundo real y la razón, el único medio de conocimiento. Lo sobrenatural es relegado al terreno de la fantasía, de los mundos imaginarios, inexistentes, que sólo sirven para distraer al hombre de las dificultades que encuentra en el mundo real. Viene a decir esta filosofía que el cielo no es sino una manera de escapar -temporalmente- del infierno en el que vivimos.
El problema es si esta postura soluciona algo. Ciertamente es equivocado vivir lo sobrenatural desentendiéndose del mundo en que vivimos, ilusionados con el mundo que esperamos. Pero ¿es correcta la postura contraria? Jesucristo muestra que no es humano vivir en mundos enfrentados, que lo propio es conectar ambos mundos. De esa manera lo humano se magnifica y lo divino se humaniza. Tal vez sea éste el mejor servicio que el cristianismo puede hacer al hombre de hoy: abrirle el horizonte y mostrarle que Dios no es amenaza sino plenitud, que no invita a huir sino a comprometerse, que no es ilusión sino futuro. Tal vez la unidad del mundo sólo sea posible cuando los hombres acepten la unidad de los mundos. Creo que fue éste uno de los mensaje que el Papa difunto nos dejó cuando afirmó: ¡Abrid la puertas a Cristo! ¡No tengáis miedo!
La Carta de Pedro nos recuerda con trazos vivos los momentos de la Pasión de Jesús, y que con sus heridas hemos sido curados. Cada vez que leo y releo esta frase creo comprender que no hay otra manera de curar las heridas de los demás. Para eso valen las propias, para ser bálsamo de otras. Puede una dejar que se enconen hasta infectarse y supurar, o hacer de ellas curación para otros. Siempre se puede elegir. El primer camino nos llevará a seguir “errantes como ovejas”, al decir de Pedro. El segundo, a la conversión al “pastor y guardián de nuestras almas”.
La intención de Jesús al presentarse como el buen pastor es clara: para dar vida en abundancia. Y mirándole a él, tal como hace Pedro, nos damos cuenta de que eso solo se consigue dando la propia vida por los demás. Guardar y guiar al rebaño, conocer a las ovejas por su nombre, defenderlas a costa de la propia vida, dejarlas en libertad para entrar y salir, marca la diferencia no solo entre malos y buenos pastores, sino entre dueños/amos/mercenarios/ladrones y apacentadores.
También la bellísima oración del salmista marca la diferencia. El orante reconoce y acepta al pastor; confía en él y le ama. Hay una relación entre ellos que se ha forjado en el tiempo y el espacio, en la prosperidad y la adversidad, en lo cotidiano y en lo más profundo de la historia personal.
Me gusta pensar que, cuando el salmista expresa su deseo de habitar en la casa del Señor, se refiere no solo al futuro, a lo que llamamos la otra vida, sino al presente: al aquí y ahora. Como cuando el padre de la parábola recuerda al hijo mayor que él siempre está en casa y todo lo del padre es suyo. Siempre se puede elegir no marcharse de casa. O no cambiar de pastos ni pastor.
4º Dm Pascua A, 30.04.23
La liturgia nos presenta esta semana a Jesús, Buen Pastor, pastor que pastorea a sus ovejas, que camina delante de ellas, que conocen su voz y Él las conocen a ellas, hay una relación de vida entre ellos y a la vez nos presenta a Jesús como vía, puerta de salvación.
S. Pedro nos dice que andábamos descarriados y hemos vuelto al pastor y guardián: la vuelta a Jesús, nuestro, pastor y guía porque quizás nuestra vida esté algo o un mucho fuera de lo que decimos y no hacemos, de lo que manifestamos creer y olvidamos en la vorágine del día, donde se nos está vendiendo un bienestar material, un bienestar de puro consumo, de puro subir a costa de todo en la sociedad en que vivimos sin mirar a nuestro alrededor. ¡Qué pena! Pero es así.
¿Qué tenemos que hacer hermanos? ¿ Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? (Jn.6,28)
La respuesta nos la da S. Pedro “”dejándonos un ejemplo para seguir sus huellas”
Aquí está la clave para nuestro seguimiento de Jesús, conocer qué nos dijo, qué nos enseñó, qué hizo, qué nos mandó hacer, en definitiva conocer a Jesús para seguir sus huellas y no presumamos de conocer los Evangelios, porque desde ya os digo que nos equivocamos ¿no has encontrado un día o muchos, una palabra, una frase en la que nunca habías reparado o nunca viste ese sentido de la misma para ese momento de tu vida?
Qué hemos de hacer hermanos?
Escuchar la voz de nuestro Buen Pastor y seguir sus huellas, aunque nos duela, porque cristianismo sin dolor, persecución y ésta tiene muchos modos, no lo encontrarás o si lo encuentras, no es cristianismo.
Como hemos dicho, Jesús es nuestra puerta, Jesús es la ruta que hemos de seguir para “tener vida y vida en abundancia”, ¿nos creemos esto? ¿lo vivimos? O lo decimos y lo repetimos como quien poco interés tiene en su Vida?.
Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo y que ames a Cristo, nos decía en vida un santo, porque buscando a Cristo buscamos a nuestros hermanos, encontrando a Cristo lo vivimos en los hermanos y amando a Cristo, amamos a nuestros hermanos: si a ellos olvidamos, ¿qué amor a Dios tenemos?
Recemos el Salmo de este Domingo, recémoslo todos los días como supone el autor de la hoja que muchos hacen, porque digo yo, es el salmo de la confianza, me siento seguro en el bregar de cada día conmigo y con todas las vicisitudes que se nos presentan.
Gracias; Señor, por todo
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a buscar a Cristo, a seguirlo y a hacer nuestra su Vida, ¡AMEN! ¡ALELUYA!
EL BUEN PASTOR… ¿CÓMO DEBE SER?
El buen pastor es un ejemplo de persona responsable que debe estar presente en la religión, la familia, la sociedad, el trabajo, los cargos públicos… ¿Por qué?
Porque lo que hacemos las personas es cuantificable y todas no respondemos igual. Quienes lo hacen bien contribuyen al progreso y los irresponsables deterioran el sistema.
Los cristianos no debemos olvidar cuál es el deseo de Dios pero la respuesta que le damos no es la que Él desea… ¡Vivir en paz y ayudar a los débiles!
Opino así porque nuestra respuesta presenta un balance con superávit en violencia y déficit en paz. Estas realidades propician que en el mundo haya abundancia de muerte, hambre, miseria e injusticia y escasez de amor al prójimo, justicia, respeto a los derechos, libertad…
¿Por qué hemos llegado a esta degradación?
Porque los peligros que acechaban al buen pastor él los conocía y eso le permitía defender bien al rebaño.
Hoy, los ataques que vienen de los depredadores de cuatro patas son pocos pero sí han cobrado un protagonismo muy relevante y letal los que hacen los de dos piernas y corbata pues atacan escondidos en palacios pagados por los débiles que el sistema ocasiona; en ellos se embriagan de poder, ambición, mentira e injusticia y, antes de acostarse, se miran en el espejo para que éste les diga que son los más listos y poderosos.
Para que un edificio tenga consistencia y no se derrumbe necesita tener unos buenos cimientos y si quienes dirigen los destinos del mundo desde la política y las finanzas no fueron educados bien pues nos gobiernan sin rumbo, se apoyan en una moral de nulos principios y los frutos que cosechan son tan lamentables porque son lobos que fueron alimentados con ideales equivocados y no respetan los derechos del prójimo porque desean engullirlo.
Las consecuencias que se han derivado son la crisis económica y de paz que tenemos, cuyos efectos devastadores están afectando a las ovejas más débiles del rebaño de nuestra sociedad de consumo… ¿Cuántas familias no pueden comer o se han quedado sin techo?
Pronto, esos problemas serán mayores y tendremos que arrimar el hombro haciendo algo diferente a lo anterior porque viajar por ese camino no será fácil pues quienes lo intenten deberán estar muy convencidos y apoyados en una fe verdadera.
Cuando Pedro tuvo verdadera fe comprendió qué le pedía Jesús y entonces predicó con decisión. Sin palabras bonitas, les habló del tema crucial de aquellos días: Jesús, crucificado por culpa de ellos, era el Mesías que esperaban.
Así convenció a las personas, éstas se arrepintieron, le pidieron consejo y él les mostró el camino: Convertirse, bautizarse y recibir el Espíritu Santo.
En aquellos días los bautizados no eran bien vistos por la sociedad y tenían que estar muy convencidos de su fe en Cristo para resistir la tentación de responder a las ofensas. Si lo conseguían podrían sembrar con su ejemplo en una sociedad adversa y proclamar que Jesús es el “camino” que debemos seguir cada día para hacer el bien y nuestras obras la llave que nos abrirá o no la puerta para entrar en el Reino.
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