ASCENSION-A

sábado, 13 de mayo de 2023
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4 comentarios:

Paco Echevarría at: 13 mayo, 2023 09:32 dijo...


EL MÁS ALTO PODER (Mt 28,16-20)

En el último domingo de la Pascua -el que precede a Pentecostés- se nos habla del envío misionero de Jesús. Antes de desaparecer, encarga a los suyos recorrer el mundo y hacer discípulos de todos los pueblos. No dice Jesús que formen un solo pueblo, bajo un solo poder, con una sola cultura y regido por las mismas leyes, sino que hagan discípulos sin que importe el pueblo al que pertenezcan. El evangelio encierra dentro de sí una dimensión de universalidad más allá de razas, culturas, lenguas, filosofías... Más allá de todo lo que los hombres utilizamos para establecer diferencias y vallas entre nosotros.

En estos tiempos en que soplan fuerte los vientos nacionalistas y las minorías reclaman -no digo que sin derecho- el respeto a sus características propias, el Evangelio aparece como una propuesta de unidad desde la diversidad. Los hombres de mente y corazón estrecho temen todo lo que es diferente y entienden la unidad como uniformidad, por eso excluyen lo que no es conforme a sus criterios y luchan contra todo lo que no encaja en su visión de la realidad. Cuando logran seducir a los pueblos, los conducen hacia un abismo de soledad y pobreza.

El pensamiento cristiano -aunque haya cristianos que no tengan este pensamiento- entiende que la unidad de los hombres se construye sobre la diversidad de los mismos y, por ello, valora, potencia y asume los elementos que caracterizan a un pueblo o a una cultura. La diversidad es fuente de enriquecimiento muto. La uniformidad conduce al empobrecimiento de todos, como el pensamiento único, a la debilidad de pensamiento. Aparece en la Biblia un pasaje que puede ser considerado -al menos a mí así me lo parece- una de las más antiguas y duras críticas del totalitarismo subyacente en el discurso de quienes, so pretexto de defender lo propio, no dudan en excluir lo diferente: el relato de Babel. El autor sagrado se refiere a Babilonia: un sólo pueblo, una sola lengua (cultura), un solo poder para gloria de sus dirigentes autoerigidos en dioses. Frente a este modo de entender el mundo, la Biblia, con el Evangelio a la cabeza, predica la igualdad esencial de todos los seres humanos -imágenes de Dios por nacimiento e hijos suyos por adopción- y su universal vocación a la unidad.

Jesucristo dice a los suyos: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”. El suyo es el más alto poder y, por ello, el único poder legítimo y auténtico. Y lo es porque es el único poder justo. En el mundo de los hombres el poder, primero, endiosa -y, dado que un hombre convertido en dios es un tirano, a más poder más injusticia y más crueldad- y, luego, entontece -porque, al creerse divinos, nadie, ni ellos ni sus adoradores, critican sus ideas-. Tal vez por eso no sea voluntad del cielo que todos los hombres formen un solo pueblo, pero sí que todos los corazones sean uno. El más alto poder sólo es el poder de Dios. Los otros poderes sólo son el espejismo de la vanidad de los hombres.

juan antonio at: 17 mayo, 2023 18:15 dijo...

ASCENSIÓN DEL SEÑOR, 21.5.2023

La semana pasada la Palabra de Dios nos hablaba de que Jesús no nos dejaba huérfanos, que tendríamos al Defensor que enviaría, que conocemos y que “”vive con vosotros y está con vosotros”.

En el Contexto de la Hoja, último punto y aparte,se nos dice:

“”Solo es invisible pero no es un ausente””

Nos confirma esta semana la presencia constante de Dios en nosotros como nos dice el evangelio, “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Quiero advertir que no dice estaré, sino “estoy”, es decir su presencia es actual, siempre, cada momento, cada instante, otra cosa es que esa Vida junto a nosotros la sintamos, la vivamos y la demos, porque de lo que abunda el corazón, habla la boca.

Y hoy Jesús asciende pero no nos deja solos, no nos deja huérfanos, tenemos la presencia del Espíritu prometido, tenemos su promesa de estar con nosotros, tenemos su Palabra, su Vida, y su misión.

Hoy leemos el inicio de los Hechos de los Apóstoles hasta el versículo 11, privándonos de la vuelta, - 12---14 - al piso donde se alojaban, los once, junto con algunas mujeres y María, la Madre de Jesús, donde “oraban constantemente en intima armonía”.

Hoy estamos lejos de este modo de comunidad, aunque no deberíamos de olvidar los orígenes y el fundamento de todo, comunidad, Iglesia, que llegaría a su plenitud en Pentecostés con la venida del Espíritu Santo que les renovaría desde las entrañas para la misión encomendada, “Id y haced discípulos de todos los pueblos…..”

La universalidad de la Iglesia está en la raíz de la misma, por pequeña que sea la comunidad, es universal, es católica y como tal tenemos que acoger a todos sin exclusión, sin acepción de persona, sin mirar el color, raza o ideología, todos estamos llamados a llamar y todos estamos llamados a estar con todos, lo demás no es Iglesia, habremos desvirtuado la misión.

Creo que debemos mirar cómo es nuestra comunidad, desde luego no puede ser como la que se nos dice a lo largo de los Hechos de los Apóstoles, ya que somos muchos y puede que no se dé la “intima armonía” o no la tenemos porque somos tan nuestros que cada uno está a lo suyo y eso nos aleja de la realidad querida por Jesús, donde nunca oramos solos, donde la Eucaristía es oración comunitaria por excelencia, aunque la celebre solo el sacerdote, donde proclamamos la muerte y anunciamos la resurrección, como sacramento de nuestra fe, sacramento que no es más que un signo sensible de una realidad invisible: ahí esta el misterio de nuestra fe, la que nos mueve y con la que debemos mover el mundo, pero abarcando nuestro pequeño mundo, nuestro alrededor, que ya es bastante si nos lo tomamos en serio, y de ahí el Señor derramará la gracia, que le pidamos y vivamos, a todos.

Miremos la Ascensión, como la fiesta de Jesús que está presente con nosotros, que no se ha ido, que no se ha ausentado por invisible que esté, veamosla como la presencia viva de la Vida en medio de nosotros, pues ahí esta su Reinado, por el que tenemos que trabajar con las muchas o pocas fuerzas que tengamos, pero sin perder ese norte que como nos dice S. Pedro, es la esperanza a la que se nos llama, la riqueza de la gloria que nos da en herencia y la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros.

¡qué mas queremos, si lo tenemos todo! (como siempre)

Señor, gracias por todo nos a ver, creer y vivir nuestra comunidad como sacramento de tu Hijo, ¡AMEN! ¡ALELUYA!

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a ver, creer y vivir nuestra comunidad como sacramento de tu Hijo, ¡AMEN! ¡ALELUYA!



Maite at: 19 mayo, 2023 16:42 dijo...

Este domingo, en el hermoso día de la Ascensión del Señor, recordamos que somos testigos, enviados por Jesús a todos los pueblos. Eso supone una comprensión mucho más amplia de nuestra identidad como cristianos que se limita, generalmente, a cumplir con unos cuantos preceptos e intentar ser “buenas personas”.

Lo nuestro va más allá, mucho más allá: somos seguidores de Jesús que, impulsados por la fuerza de su Espíritu, salimos de nuestro pequeño espacio e intereses para hacer nuestros, en primer lugar, los del reino de Dios. Para dar testimonio, con nuestras palabras y hechos, con humildad y respeto, pero con convicción, de nuestra fe en Jesús, Camino, Verdad y Vida.

Por eso, conscientes de llevar un tesoro en vasijas de barro, como San Pablo, nos esforzamos por pasar haciendo el bien como él, siendo buenos samaritanos de cualquier caído en el camino, compartiendo la perla preciosa que encontramos un día y por la cual vendimos todo lo que teníamos para comprarla. Tratando a todos como hermanos y promoviendo, allí donde estamos, una cultura de reconciliación, perdón, acogida y amor incondicional. Viviendo, en fin, el espíritu y la letra de las Bienaventuranzas.

Conscientes de nuestra dignidad de hijos y de la urgencia de la misión que tenemos encomendada, no caeremos en la tentación de quedarnos plantados mirando al cielo. Sobre todo, porque lo llevamos con nosotros allá donde vamos. El mismo Jesús nos dijo: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada en él” (Evangelio de Juan). Esa hermosa intimidad que podemos vivir es un regalo que también compartiremos con todos los que se crucen en nuestro camino; y la salvación y liberación de Jesús seguirán abriéndose paso en un mundo tan necesitado de ellas como el nuestro.

Paco Pérez at: 19 mayo, 2023 17:17 dijo...

LA ASCENSIÓN DE JESÚS… ¿DÓNDE ESTÁ EL CIELO?
Jesús, después de resucitar, convivió con sus discípulos y les dio los consejos finales, les encargó evangelizar para que la Palabra llegara a todos los lugares, se despidió y subió al Cielo.
Se nos habla de la Ascensión de Cristo y del Cielo pero… ¿Sabemos cómo es y dónde está?
En 1 Tim 6, 16 encontramos una buena ayuda: [… habita en una luz inaccesible…].
No entendemos bien los mensajes de Dios y por esa verdad, a veces, algunas personas necesitan palpar las cosas; con el Cielo nos ocurre igual. Con el paso de los años nuestra comprensión ha mejorado y ya no hablamos de él como un lugar de llegada y final de trayecto sino de una situación indescriptible en la que estaremos mejor. Ésta no es tangible pero sí existe y está cerca de nosotros, una vivencia nueva que nos transformará totalmente pues en ella no nos toparemos con los elementos que nos agobian a diario: El trabajo, la incomprensión, la guerra, el dolor, la enfermedad, la soledad, la indiferencia...
Alcanzar esa meta no resultará fácil pero lo conseguiremos si vivimos aquí siguiendo las enseñanzas del Maestro. Él vino desde ese lugar desconocido para las personas, la aspiración de quienes creen y que está fuera del alcance de nuestras posibilidades mentales.
Cuando Jesús acabó su misión ocurrió el hecho extraordinario de la Ascensión, regresó adonde estaba desde siempre y allí nos espera. Está en HECHOS: 1, 1-2: [En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue “haciendo y enseñando” hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.].
Afirmar o negar este hecho no es el camino pero buscar la verdad siguiendo la lógica sí. Cuando nos vamos de viaje es por algo y, cuando acabamos lo que nos hizo trasladarnos, regresamos de nuevo a casa. Luego, si Cristo vivía en el Cielo, cuando acabó su misión terrenal es lógico que regresara de nuevo a él.
Jesús nos enseñó el camino del Cielo y ahora tenemos que responderle haciendo nuestros deberes mientras caminamos aquí. No olvidemos que mirar sólo a las estrellas y no preocuparnos jamás de quienes caminan a nuestro lado estrellados es un error que nos debe hacer reflexionar para reconducir nuestros actos diarios y pedir perdón por nuestros errores… ¿Lo hacemos?
Como despedida, os propongo leer MATEO 28, 20:
[…Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.].
Luego, si Jesús subió al Cielo y Él está a nuestro lado a diario, el Cielo también está con nosotros y no debemos mirar tanto a las estrellas y mucho más a quienes caminan a nuestro lado porque una de las personas con las que nos cruzamos a diario puede ser Jesús.