DOMINGO 25-A

sábado, 16 de septiembre de 2023
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 septiembre, 2023 08:45 dijo...

LOS ÚLTIMOS Y LOS PRIMEROS

Si hoy ocurriera lo que cuenta la parábola de los jornaleros, el dueño de la viña se encontraría con no pocos problemas, pues su forma de actuar -pagar el mismo salario por diferente trabajo- parece ir contra la lógica y la justicia. La parábola ya resulta un poco extraña, porque es a primera hora cuando los jornaleros acuden a la plaza demandando empleo y no al atardecer, cuando la jornada laboral está a punto de acabar. También resulta ilógico que se pague a todos lo mismo. Una vez más, en el lenguaje de Jesús, la lógica humana falla cuando se trata de comprender los asuntos de Dios.

La verdad es que no está tratando un tema relacionado con la justicia social, sino con la bondad. Frente a los fariseos, que defendían la ley del mérito -la bondad será premiada y la maldad, castigada-, Jesús ofrece la ley de la gracia -la bondad será premiada y la maldad, perdonada-. Un planteamiento semejante tenía que ser necesariamente rechazado. Pero la parábola va a más porque indica de dónde procede el enfado: de la envidia. Que Dios sea justo con los buenos no le impide ser misericordioso con los pecadores. Los rabinos tenían tasada la recompensa y habían establecido para cada obra buena su correspondiente paga divina. Jesús, mediante la parábola, suprime este modo de pensar y establece unas nuevas bases. En definitiva, sustituye la justicia por la gracia y propone un nuevo modo de afrontar los asuntos de los hombres. En la Iglesia y en el Reino de Dios, éstos se han de guiar por reglas muy distintas de las humanas o, de lo contrario, nunca saldremos del atolladero. Y de nuevo surge el escepticismo: ¿Cómo podría sostenerse una sociedad así?

La verdad es que la sociedad entiende este planteamiento como el mejor, aunque lo aplica en muy contadas ocasiones. De hecho los tribunales son tribunales de gracia y justicia porque administran una u otra según las circunstancias aconsejan. Esto nos coloca frente al problema del régimen penitenciario actual. Parece ser que la cárcel no ha de ser medio de castigo, sino de rehabilitación del delincuente. Los últimos informes dicen que la mayor parte de los internados en ellas lo son por delitos relacionados con la droga. Y ahora viene el dislate: cuando un joven -tras un programa largo y exigente- logra rehabilitarse fuera de ella ¿qué sentido tiene la cárcel? Si ya está rehabilitado, ésta sólo tiene un valor punitivo. A no ser que la sociedad sólo pretenda quitar de enmedio a los que les estorba, es decir, no busca remediar males sino evitarse problemas. El régimen de la gracia defiende el bien final del hombre y es una apuesta por la bondad radical del mismo. Habría que ver la forma de compaginar gracia y justicia y explorar caminos que, mirando el bien del individuo y de la sociedad, resuelvan los problemas en lugar de enquistarlos. El beneficio social sería grande y el personal, aún mayor.

Maite at: 21 septiembre, 2023 22:22 dijo...

Es probable que la clave de interpretación de la parábola de este domingo esté en el final: “Los últimos serán primeros y los primeros, últimos”, ya que este parece ser el mensaje más importante que Jesús quiere transmitir con ella. Y no podemos perder de vista que la intención de Jesús es describir, lo más gráficamente posible, el reino de Dios. Solo puede hacerlo por medio de semejanzas y comparaciones, con parábolas. A lo mejor, esta quiere dejar claro que en el reino no hay primeros ni últimos, todos son iguales y reciben lo mismo. No hay méritos ni recompensas; solo un padre bueno que, durante todo el día, sale a buscar trabajadores que se ganen el pan con dignidad.

Este domingo Isaías es el encargado de enmarcar maravillosamente el texto evangélico, y nos dice - cualquiera diría que lo hace mirando fijamente la escena de los jornaleros que acuden a la viña al amanecer, a media mañana, al mediodía, a media tarde y al caer la tarde - que los planes de Dios no son nuestros planes, y que sus caminos tampoco son los nuestros. Hasta intenta que nos hagamos una idea de la distancia entre ellos comparando la que existe entre el cielo y la tierra (entonces no había cohetes, ni aviones, ni nada).

Nosotros tendemos a pensar que Dios es bueno, pero que muy bueno; como nosotros, pero llevado al extremo. Y justo; a nuestra manera, pero lo más. Y nos equivocamos. No hay comparación posible. Lo más acertado que podemos decir y pensar es que es Amor, y entonces solo puede amar, sin sombra, en toda su pureza, como apenas podemos atrevernos a soñar, porque nuestro amor hace aguas por muchas partes.

El salmista, un orante enamorado, habla de lo que conoce y experimenta de Dios. Y dice que el Señor está cerca de los que le invocan. Nosotros, que conocemos y escuchamos a Jesús, sabemos que ha puesto su morada en nuestro interior, que no hace falta esperar a que venga de fuera. Como diría San Agustín, está más cerca de nosotros que nosotros mismos.

Lucía at: 23 septiembre, 2023 22:58 dijo...

LA SOBERBIA Y LA ENVIDIA

La noticia de la reforma laboral en Grecia que habla de la posibilidad de ampliar la jornada laboral con un segundo empleo hasta un total de 13 horas al día, o imponer al trabajador un sexto día laboral… y el Evangelio de este domingo, rezado y reflexionado, traen a mi corazón una sola pregunta: “¿Qué necesito para vivir y quién me lo puede dar?”
Y esta pregunta me la puedo hacer al principio de la vida, o en la juventud, en la madurez o vejez, o justo en el último momento. En cualquier caso, sea cual sea el momento de la vida en el que encuentre la respuesta… ¡qué gran suerte tener tiempo para agradecerle al “dueño de la viña” que se haya fijado en mí! Ya sea ese tiempo toda una vida agradecida, la mitad de ella o solo un segundo…
“Si fue lo que acordamos, no me hace ninguna injusticia…” Y sin embargo surge la queja, ¿de verdad voy a protestar porque Dios sea amor sin medida? Si he encontrado la respuesta a la primera pregunta, si es Dios quien me da todo lo que necesito para vivir, ¿por qué rechazo su voluntad? ¿por qué quiero definir por mí misma lo que deber ser bueno para mí?
No importa cuándo nos encontremos con el propietario de la viña, en ella “cabemos todos” (como dijo recientemente el Papa Francisco) y eso debe alegrarnos. Si me he encontrado con Dios, dejaré mi vida en sus manos, y trataré que toda ella sea gratitud, dejando a un lado la soberbia (querer ser dueña de mi vida) y la envidia (dolerme de lo bueno que le pasa a mi hermano).