2ºDOM-PASCUA-B

domingo, 31 de marzo de 2024
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 31 marzo, 2024 13:27 dijo...


EL SÍNDROME DE TOMÁS (Jn 20,19-31)

Después de ver vacío el sepulcro, los seguidores de Jesús se escondieron asustados, porque, si al corazón le es duro aceptar la muerte, a la mente le es difícil aceptar la resurrección. Aquellos pobres hombres, convertidos en testigos del misterio, sólo pensaron en desaparecer. Cuando Jesús les salió al encuentro, les mostró los trofeos de su pasión -sus heridas- para que vieran que no era un fantasma y se llenaron de alegría. ¡Sublime sentimiento que invade a todo el que se encuentra -en medio de sus dudas y temores- con el Señor de la vida! El primer rasgo de un auténtico cristiano es la alegría, ya que ella es el brillo del amor.

Luego, antes de enviarlos a liberar a los hombres de la culpa, sopla sobre ellos -como el creador sobre el barro del primer hombre- para darles su Espíritu. El Espíritu es necesario porque el poder de perdonar excede con mucho las posibilidades humanas, como decían los fariseos a Jesús, y hace falta otro poder más alto para absolver la culpa. Sólo Dios es Señor del perdón. La Iglesia se considera heredera y continuadora de esa noble misión que consiste en librar al ser humano de la angustia que generan sus propios errores.

Todo esto va precedido del saludo de la paz, el principal de los dones del Mesías. Paz, alegría y perdón: ¡Hermosa trilogía para un mundo necesitado de las tres en extremo! La misión del cristiano, como la de Cristo, es anunciar a un mundo castigado por la violencia la paz más profunda y valiosa: la del corazón; entregar la dicha más auténtica a un mundo entristecido, que oculta su insatisfacción en una compulsiva búsqueda de placeres; y liberar de la angustia de la culpa a quienes han olvidado el concepto de pecado, pero no se han podido liberar del sentimiento que conlleva la connivencia con el mal.

Tomás representa a todos los escépticos, a todos aquellos que sólo creen en lo que puede verse y tocarse, a los que hacen gala de ser prácticos y positivos. Sólo se fían de lo que entra por los sentidos. Lo cual es bien poco. A éstos Jesús les dice: Dichosos los que crean sin haber visto. No defiende la falta de rigor o las ingenuidades. Habla de que hay otra realidad tan presente y comprometedora como aquella que nos llega a través de las ventanas. Ignorarla no es cosa de sabios, sino de engreídos. Más aún: el verdadero sabio desconfía de lo aparente y sabe ver siempre más allá porque no se deja engañar, sino que busca en todos y en todo el espíritu que anima a cada ser.

Tal vez la fe no sea -como en otro tiempo se creyó- una debilidad del ignorante, sino una necesidad, un valor, para la supervivencia. Han pasado los años en los que casi había que disculparse por creer y había que soportar la ironía o el menospre¬cio. El síndrome de Tomás no es más que el síntoma de un mal oculto: la autosuficiencia con que nos defendemos del misterio.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

Paco Pérez at: 03 abril, 2024 18:16 dijo...

NECESITAMOS CONOCER A JESÚS PARA ANDAR EL CAMINO
Decimos que creemos en Dios pero… ¿A qué dios damos culto?
Jesús les mostró de manera práctica su condición divina pero fue rechazado por quienes vivía muy bien al preferir seguir con sus dioses particulares pues así no perdían su nivel de vida y esa decisión los empujó a acabar con Él. Su muerte atemorizó a los discípulos y se ocultaron pero, como después de resucitar convivieron, ya no tuvieron miedo, no se escondieron y evangelizaron… ¿Por qué cambiaron?
Porque lo comprendieron todo, recuperaron la fe y supieron con certeza quién era. Eso prueba que cuando una persona conoce a Jesús lo ama, proclama quién es y cumple los mandamientos. Por eso vivían muy unidos, se ayudaban y quienes tenían propiedades las vendían para repartir lo recaudado.
Con el paso de los años la práctica cristiana se empobreció cuando empezamos a conocer al Jesús que va en un trono por las calles en Semana Santa pero no al que visitaba los pueblos predicando y haciendo el bien. Ocurre porque somos, como Tomás, personas que necesitan hechos tangibles para creer y eso nos hace no palpar la acción permanente, silenciosa e invisible que Dios realiza cada día con nosotros. También, porque la sociedad está sumida en una crisis profunda de valores por el deterioro que sufren los pilares de la convivencia: Familia, religión, justicia, honradez, responsabilidad…
Es lamentable que nos proclamemos creyentes sin practicar las propuestas de Jesús y que continuemos agarrados a cualquiera de los dioses que a diario se acercan a nosotros: Un vendedor de cupones que nos ofrece la oportunidad egoísta de ser millonarios y compramos, una cadena de televisión que nos proyecta imágenes escandalosas de las personas y no la apagamos, un sistema judicial que, a veces, actúa con más sombras que luces cuando aplica las leyes y no protestamos, una corrupción casi generalizada que nos invita a delinquir siguiendo el ejemplo de quienes se enriquecen incorrectamente porque no les pasa nada, un despilfarro en la administración de los recursos públicos y familiares… Creer en cualquier dios no es correcto pero sí lo es desear descubrir cuál es el verdadero abriendo las puertas a la verdad que emana de Jesús: Comprender los problemas ajenos, perdonar nuestros errores y amarnos sin dobleces. Con estas acciones nos enseñó a construir un mundo más humano en el que todos pudiéramos disfrutar de una vida digna y dichosa, sin olvidarnos de los últimos.
Lo dijo Jesús: [Una religión que va contra la vida, o es falsa, o ha sido entendida de manera errónea.].

juan antonio at: 03 abril, 2024 18:44 dijo...

2º DOMINGO DE PASCUA – B – 7.4.24

Esta semana el relato evangélico nos trae dos apariciones a los discípulos, una primera sin Tomás y otra con éste y como denominador de ellas, la paz, paz que Jesús llega a desearles hasta tres veces, dos en el primer encuentro y otra en el segundo.
La paz que pedimos en la Eucaristía y que en ella nos deseamos unos a otros y creo que sin saber qué nos implica esa paz.
La paz con vosotros, una y otra vez.
Era el saludo normal pero Jesús la hace distinta, la engrandece pues la paz que nos da es distinta a la paz del mundo (Jn. 14,27) su paz viene de la reconciliación, de la unión con Dios, desde lo hondo de nuestro corazón para hacerla realidad en la comunidad, no es una paz, como tampoco la realidad del cristiano, para vivirla en soledad, es para vivirla en comunidad.
Dichosos los que luchan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios: donde está esa paz hoy?, qué paz tenemos en el mundo, qué paz en nosotros y en los más cercanos? Hacemos la paz, pedimos la paz?
No lo olvide
Pidamos por la paz, pidamos por la desaparición de todo aquello que la hace imposible, como las guerras, los odios, los rencores, los…. La paz con vosotros…..
La paz con vosotros, aquí estoy, nos dice, mirarme, ved mis manos y mi costado, soy yo y así seréis vosotros cuando la Plenitud alcance vuestras vidas.
Pero queremos pruebas, queremos ver y Jesús vuelve y se muestra con ternura, con el amor que siempre tuvo y nos tiene….. mete tus dedos...mete tu mano, palparme, soy yo y no seas incrédulo sino creyente y nos da esa bienaventuranza que nos alcanza a todos nosotros, tanto tiempo después, “dichosos los que sin ver, crean”.
¡Qué grande es nuestra fe!
Vivimos el encuentro de Jesús, porque ese tiene que ser el punto de partida para su seguimiento, seguimiento que es “lo único que nos hace cristiano” nos dice el contexto y aquí esta la cuestión: vivimos o no la Resurrección? En qué Cristo creemos, nos hemos quedado en la Pasión o en su Muerte?
Anunciamos tu Muerte, proclamamos tu Resurrección decimos en las Eucaristías, no nos podemos quedar con una sola, pasamos de la Muerte a la Vida, vivimos y llegamos a la plenitud que nos aguarda: dos realidades de una misma vivencia: Dios con nosotros.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a vivir la Resurrección y en la Resurrección de tu Hijo, !AMEN¡ ¡ALELUYA!