4º DOM-CUARESMA-B

sábado, 2 de marzo de 2024
DESCARGAR

3 comentarios:

Anónimo at: 06 marzo, 2024 14:22 dijo...

4º Dm Cuaresma 10,03.24

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO... Jn. 3,14-21

Este Domingo la liturgia lo denomina de “Laetare” – alegraos – porque, antiguamente, era un alto en la cuaresma, suavizándose el rigor de la misma, incluso en la vestimenta de las celebraciones que pasa del morado al rosa.
Esta alegría viene incluso en los textos litúrgicos, pues todos cantan el Amor de Dios, desde la primera con la liberación por Ciro, Pablo nos dice que Dios es rico en misericordia y que estamos salvados por su gracia, y el evangelio proclamando ese Amor grande del Padre que nos dio a su Hijo para que no perezca ninguno de los que crean en él, sino que tengan vida eterna.
Entiendo que esta reflexión debe recaer sobre esta síntesis del evangelio: tanto amó Dios al mundo….
Tanto te ha amado, tanto me ha amado, tanto nos ha amado que tenemos a su Hijo por hermano, que tenemos a su Hijo como salvador, porque no nos condena sino que nos da la Vida en su Palabra, en sus hechos y en su entrega: nos dio toda una vida, un estilo de vida, Amor, “amaos unos a otros como yo os he amado” y siempre amor, nunca condena, ha sido los hombres los que hemos visto nuestra relación con Dios desde lo negativo, desde el pecado y la condena y de ahí que no hayamos visto ni vivido el amor y la misericordia.
Debemos preguntarnos, como hace la Hoja en la tercera pregunta, “soy consciente de ese amor y ese regalo?”, porque si no vivimos en positivo ese Amor, aún con nuestras debilidades, es que estamos pasando las páginas del evangelio, no haciéndolas vida, siempre son las mismas, sí, pero siempre son distintas, parecen iguales pero cada vez que las medite te dirán algo nuevo, porque, entre otras cosas, tus circunstancias serán también distintas y tus ojos y tu vida verán algo nuevo.
Tanto amó Dios…… y yo andando por las batuecas o viviendo sueños vacíos de Dios y más en estos días en que puedo aplicarme aquella condena de Jesús:
“… hipócritas, ofrecéis el diezmo de… y olvidáis lo más importante que es la justicia, la misericordia y la fe”, es decir tenemos una vida vacía: --- ahí lo dejo ---.
El evangelio empieza con las palabras de Jesús a Nicodemo, “…. así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.
Hay que mirar al Crucificado, hay que ver al Crucificado, final de un amor, de una entrega hasta el extremo, hasta el final, una entrega que empieza en Belén y termina en un trono de esperanza, el trono de Cruz que nos hará resucitar con el Resucitado, porque habremos seguidos sus pasos con el Padre y con todos los hermanos.
Pablo nos dirá (R. 14.8) “...si vivimos, para el Señor vivimos; si morimos, para el Señor morimos…” vive el Amor que es lo que hoy nos viene a decir el evangelio, en mi pobre entender, lo demás, sí, como dice Jesús del diezmo, pero sin olvidar lo principal.
El evangelio termina con nuestra opción: “ la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz o como dijo Juan en el llamado prologo, “vino a los suyos y los suyos no le recibieron….” en nosotros está.
El salmo nos habla de la añoranza de Israel por parte de los desterrados, que como ellos, tengamos ansia de Dios.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!

juan antonio at: 06 marzo, 2024 14:25 dijo...

P.D. Corregir el lapsus del autor de la anterior reflexión: es de juan antonio.

Maite at: 07 marzo, 2024 18:12 dijo...

PREFERIR LA TINIEBLA A LA LUZ
Parece un sinsentido o una sinrazón pero, más a menudo de lo que nos gustaría, preferimos las tinieblas a la luz. La primera lectura de este domingo es gráfica al respecto y dibuja una situación deplorable del pueblo elegido que, en uso de su libertad, obra no mal, sino peor. Paradójicamente, será Ciro, rey pagano, quien, movido por Dios, libere al pueblo judío del destierro.

Una excelente manera de acercarse a la luz y moverse en ella es practicar buenas obras, obras de amor y misericordia, a semejanza de las que hace nuestro Padre, como apunta Pablo.
Lo cierto es que, como hijos e hijas amados y amadas de Dios, somos seres de luz; luminosos por naturaleza, en esencia; por mucho que se nos haya repetido, y durante esta cuaresma resuene en nuestros oídos, que somos pecadores. En lo más profundo de nuestro ser somos luz y estamos llamados a irradiar luz. Si somos capaces, y lo somos, de ahondar, de profundizar en busca de esa luz sin desmayo, a conciencia, atravesando los fuertes y fronteras, al decir de San Juan de la Cruz, la encontraremos, y alcanzaremos nuestra plenitud.

Pero hace falta, como tanto nos aconsejan los santos, nuestros hermanos, no apartar los ojos de Jesús, nuestra luz. En él encontraremos la nuestra y la que emana de todos los demás, aunque sea muy pequeña y esté muy oculta; podremos ser conscientes, entonces, de nuestro auténtico valor, y el de los demás.

La batalla contra las tinieblas siempre será ardua, dura, áspera y cruel; porque siempre están ahí. Jesús las sitúa en las malas obras. Siempre están al acecho, a diario, en cada momento. Oscurecen la luz, y por momentos dan la impresión de hacerla desaparecer, pero es solo una falsa impresión. Nada puede con la luz. Basta encender una muy pequeñita en un lugar oscuro y la oscuridad desaparece, se rasga y se rompe.

La mejor manera de encontrar la luz interior que uno/a posee es aprendiendo a hacer el vacío dentro de sí, despojándose del yo egoísta y absurdo alrededor del cual giramos a diario y que nos manipula y tiraniza las veinticuatro horas del día. Un buen camino es salir de nosotros mismos a la escucha y el servicio del otro. Si nos convertimos en sanadores y liberadores, como dice la Palabra, nuestra oscuridad se volverá mediodía, luz.