5º DOM-CUARESMA-B

sábado, 9 de marzo de 2024
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4 comentarios:

Paco Echevarría at: 09 marzo, 2024 08:37 dijo...

SI EL GRANO NO MUERE... (Jn 12,20-33)

Hay textos en los evangelios que confunden porque, más que enseñanzas, parecen acertijos o bien constituyen un desafío a lo que se entiende por sentido común. Uno de ellos es la respuesta que da Jesús a unos forasteros que habían acudido a Jerusalén a celebrar la Pascua y deseaban verle: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Es una metáfora tomada del mundo agrícola que él aplica a la condición humana y que viene a decir: sólo quien está dispuesto a la renuncia total hace fecunda su vida. Esto dicho de cualquier semilla es verdad, pero referido a la persona humana, en nuestro contexto sociocultural, puede parecer, al menos, discutible.

No obstante, si analizamos la metáfora, podemos sorprendernos por la profundidad y acierto del planteamiento. Sabemos que el grano de trigo encierra dentro de sí una secuencia genética que, en condiciones favorables, se desarrolla hasta alcanzar la plenitud en la espiga. En cierto modo el grano sólo es una espiga en proyecto y la espiga, el desarrollo total de las potencialidades del grano.

Al servirse de esta metáfora para hablar del ser humano, Jesús está proponiendo un camino para alcanzar la plenitud y, con ella, la dicha. Y lo hace sugiriendo -como buen educador y maestro- elementos para el despertar. Ante todo hace una clara defensa de la riqueza interior del individuo y de su capacidad para alcanzar el propósito de la vida; supone también que la vida tiene un propósito: no es, por tanto, azar, sinsentido o casualidad; apuesta por el dinamismo como clave de la existencia; y, sobre todo, coloca el amor que se manifiesta en la entrega en el centro del ser y del vivir. Es todo un proyecto de vida para el que quiera lanzarse a la aventura de alcanzar la plenitud.

Ciertamente este planteamiento choca con la propuesta que la sociedad, desde todos los ámbitos, parece hacer porque, el nuestro, es un mundo donde el centro de la persona se sitúa fuera de ella misma -en las cosas- y la meta, en bienes tan efímeros como el prestigio que da el éxito, el poder político o la fama. Somos víctimas de una cultura que potencia la imagen sobre la realidad, la apariencia sobre la identidad, el tener sobre el ser... La pregunta es: ¿somos felices así? Me temo que la respuesta de muchos será negativa y la de otros muchos, una evasiva. Vivimos en un mundo de sucedáneos y, desgraciadamente, nos conformamos también con un sucedáneo cuando se trata de la felicidad.

La propuesta de Jesús de Nazaret puede parecer absurda, pero eso no significa que lo sea. La renuncia a sí mismo, la generosidad, la entrega, la solidaridad, la búsqueda de lo esencial, la fe en la capacidad del ser humano, la interioridad, el ser... son peldaños que nos acercan a la estancia de la vida. El egoísmo, la vanidad, la superficialidad, la apariencia... ¿a dónde nos llevan?

FRANCISCO ECHEVARRÍA







juan antonio at: 13 marzo, 2024 09:14 dijo...

5º Dm Cuaresma 17,03.24

SEÑOR QUISIÉRAMOS VER A JESÚS... Jn. 12,20-33

Así empieza el evangelio de este Domingo, que nos trae más enseñanzas, como la sorprendente respuesta de Jesús, las condiciones de su seguimiento y el adelanto de Getsemaní y la glorificación de Jesús.
Muchas cosas para una página y más aún para que el quesuscribe.
La gente buscan a Jesús, buscan a Dios, es una verdad vivida siempre aunque siempre hay quienes dicen no creer, pero con esta frase están creyendo, pues dan por cierto lo que otros viven.
Los griegos preguntan por Jesús a Felipe…. Cabe pensar porque buscan a Jesús en Felipe, cuestión que nos debe interpelar sobre nuestro testimonio, alejan o atraen a los alejados?, debemos discernir nuestro testimonio, reflejamos o no la Vida de Jesús, la Plenitud del Padre, la fuerza del Espíritu?…. lo cierto es que hay hambre de lo trascendente aunque dicen negar la realidad de Dios.
Jesús contesta por los cerros…. Y nos dice que ha llegado su hora y si el grano de trigo no muere queda infecundo, por lo que nos está anunciando una vez más cómo iba a morir, va a morir como vivió, dándolo todo, dándose por entero, hasta el extremo, hasta el final, contracorriente porque quería empezar lo nuevo y acabar lo viejo, porque quería dejarnos la tarea empezada para que supiéramos como hacerla, olvidándonos de nosotros mismos, sin miedo ni cobardía, hay que cumplir la Ley y Él la cumplió hasta la última tilde, había que morir porque no se enteraban y parece que no nos hemos enterado, de que la Verdad, Dios, cuesta hacerlo nuestro, nuestra adhesión, nuestra aceptación no es cuestión baladí, es de los fuertes, como escribía S. Juan en su primera carta 2,14.
Ha llegado la hora, mi alma está agitada…... pero pese a todo, no dejó de cumplir la voluntad del Padre, amarnos hasta al extremo, superar todos los miedos y temores hasta ser levantado en alto y aún somos ciegos que no te vemos, aún somos miedosos que nos escondemos, te dejamos solos en tu lucha, aunque siempre hubo, como en Israel, ese “resto” de mujeres y un hombre que te siguieron hasta la Cruz y hoy hay quienes repiten ese gesto dentro de esta azarosa sociedad y dentro de esta, quizás, Iglesia que muchas veces vive en lo superficial o en la comodidad.
Señor, en este último Domingo de preparación a la Pascua, danos la valentía de conocer no solo el amor grande del Padre que te entregó por nosotros, sino el Amor de tu entrega, qué nos dejaste, qué Vida nos diste, qué Camino a seguir y qué Verdad aceptar, porque yo solo no puedo, me superan, pero contigo lo puedo todo, contigo hasta el final, contigo dejarlo todo, para llenarme de Ti y darte a los demás a los que tengo que ir, no esperar que vengan sino acercarme, como te acercaste a todos los que a Ti acudían.
El que no ama a los demás, amando en ellos a Dios, se pierde, se encierra en si mismo y no tiene otra visión mas que de sí y está solo, tan solo que no vive ni para él pues con quien va a disfrutar de los regalos que se nos da cada día? Con quien va a …., solo no se vive, te quedas en seco, como un barco varado, ¡qué pena!
Hay que salir de uno para compartir vida, para compartir lo que entraña vivir, alegrías y dolores, ratos buenos y no tan buenos: todo y formaremos comunidad y haremos el sueño de Dios, como nos dice Jesús en el evangelio de Juan 6,39 que no se pierda ninguno de los que me has dado.
Recemos con el salmista, pidiendo a Dios que nos conceda un corazón puro.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!

Paco Pérez at: 13 marzo, 2024 18:48 dijo...

LA MUERTE NO ES EL FIN… ES EL INICIO DE UNA VIDA NUEVA
El pueblo de Israel celebraba varias fiestas al año, cada una tenía su relato histórico y cada uno guardaba relación con los hechos que incidieron sobre la vida de sus habitantes. En esas fechas las personas acudían a Jerusalén y eso hacía que en la ciudad hubiera mucha gente. Unas fechas antes de la fiesta de Pascua Jesús había hecho milagros y eso ocasionó, junto a sus enseñanzas, que las personas del lugar y los visitantes se ilusionaran con Él y lo buscaran. Los jefes judíos, por el interés que despertó en el pueblo y, sobre todo, porque no querían perder el poder, decidieron acabar con Él.
En nuestros días los católicos también tenemos algunas fiestas religiosas durante el año y cada una de ellas tiene su origen, en estas fechas caminamos hacia la Semana Santa y recordaremos que los judíos crucificaron a Jesús, que murió y que resucitó. En los actos de esta fiesta también hay mucha presencia humana pero no hay comparación en el fondo pues aquella acabó en un drama necesario para que la semilla enterrada brotara después y los cristianos se guiaran ayudados en aquellas enseñanzas.
En la actualidad, opino, la celebración se parece poco a lo que Jesús enseñó porque hay mucha tradición y poca siembra de semillas y cambio personal… ¿Estará Jesús de acuerdo con estas celebraciones?
Jesús, al hablar de la necesidad de cambiar, confirmó el anuncio que realizó Jeremías cuando comunicó al pueblo que la “Alianza” que Dios había hecho con ellos, después de salir de Egipto, sería renovada con el paso de los años con la “Nueva Alianza” y que con ésta ya no habría que ir mostrando a las gentes quién era el Padre y que sólo se nos pediría que “cambiemos y nos convirtamos”.
Pasaron los años, vino Cristo y, como Dios que era, supo lo que le iba a ocurrir pero, como hombre, tuvo miedo de morir y pidió al Padre que le ayudara para no sufrir la muerte. Así nos enseñó que no desearla es una reacción humana lógica si en nuestro diálogo con Él acabamos exponiéndole nuestra aceptación de los hechos y dejando en sus manos el desenlace final para que así se haga su voluntad y no la nuestra.
Jesús, con su decisión de aceptar la muerte, regaló a las personas de todos los tiempos el perdón de los pecados y la salvación.
Si la semilla debe morir para que nazca la nueva planta… ¿Cómo no vamos a desear la muerte de los viejos comportamientos para que nazcan en las personas otros nuevos que les empujen a realizar cosas distintas?

Maite at: 15 marzo, 2024 22:40 dijo...

Es tal el cúmulo de escándalos de todo tipo que con frecuencia sacuden a la Iglesia que una teme que no resuene mucho, hoy en día, ese “queremos ver a Jesús”. Sin embargo, en un mundo desgarrado y sangrante por las guerras atroces, conocidas y desconocidas, las hambrunas que padecen los más pobres, las muertes de los que nunca llegarán a tierra en pateras, las mujeres que padecen malos tratos, los niños abusados, es de suponer que todo él es un clamor que espera y necesita ver a Jesús.

El evangelio nos cuenta que los griegos que deseaban ver a Jesús se dirigieron a Felipe y Andrés. Me pregunto si se acudiría a nosotros en busca de su rostro, el tacto sanador de sus manos, su mirada compasiva, sus palabras de consuelo, amor y paz, sus gestos de liberación y perdón. Si es así, estamos de enhorabuena; en caso contrario, hemos fracasado como seguidores de Jesús.

Y, de modo especial, verán en nosotros a Jesús los que nos vean entregar la vida, poco a poco o a jirones. Los que sepan, porque eso se sabe, que somos pan partido para todos, sangre derramada, eucaristía diaria más allá del templo parroquial.

Tampoco hace falta ir por ahí desangrándose, pero sí en plan servidor de todos, con un yo a la altura del barro, bien enterradito; con la sonrisa en los labios y buenas palabras, sin quejas ni críticas. Hace falta un temple de acero para exhibir siempre un temperamento afable y acogedor contra viento y marea. Eso es negarse a una misma, y olvidarse de sí y los propios problemas y contratiempos para abrirse a la escucha del otro, a la empatía y la misericordia. Y mostrar a todos el rostro bondadoso y amable del Padre como hizo siempre Jesús.