CORPUS-B

sábado, 25 de mayo de 2024
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 25 mayo, 2024 08:35 dijo...

CUERPO Y SANGRE (Mc 14,12-16.22-26)

Cuenta san Marcos que Jesús, al comenzar la última cena, partió el pan y entregó un trozo a cada uno de los comensales. Era el modo habitual de empezar la comida entre los judíos. Ese gesto iba acompañado de una bendición. Sin embargo, en esta ocasión, Jesús pronunció unas palabras que daban al rito un sentido nuevo: "Esto es mi cuerpo". A partir de aquel momento, este sería el rito fundamental de la comunidad cristiana. En él Jesús se entrega y hace de la entrega el signo distintivo de sus discípulos. El amor es el valor central del cristianismo y nadie ama más que el que da su vida por aquellos a los que ama. La primera necesidad del ser humano es amar y sentirse amado. La fe añade que el amor es un don. Dios te ama, no por razón de tu bondad, sino por razón de la suya. No es un padre que ama sus buenos hijos, sino un padre bueno que ama a sus hijos. Quien cree y vive esto hace del amor el núcleo de su vida y se convierte en fuente de amor para aquellos que le rodean.

Luego, pasó una copa de vino diciendo: "Esta es mi sangre que va a ser derramada por muchos". Cuenta Ex 24 que, al cerrar el pacto con Dios, Moisés, tras sacrificar unos animales, derramó la mitad de la sangre sobre el altar y la otra mitad sobre el pueblo. Al hacer eso, seguía un ritual de la época nómada con el cual se sellaban los pactos y alianzas, ya que la sangre era símbolo de la vida. Jesús, sustituye la sangre de los animales -simbolizada por el vino- por la suya propia y la antigua alianza, por una nueva. Queda así expresado un segundo aspecto de la Eucaristía: la comunión de vida. La unidad con Cristo y con los demás será, ante el mundo, el signo del amor. San Juan vinculará el mandato nuevo -Amaos como yo os he amado- con la unidad -Que sean uno...- y con la misión de sus discípulos en el mundo -...para que el mundo crea-. La contemplación de la Eucaristía debe ser una meditación sobre cómo vivimos la unidad, un valor esencial en el seno de la Iglesia y de la sociedad. Todo lo que se construye sobre el amor camina hacia la unidad. Lo que divide y enfrenta está construido sobre la soberbia.

Es así como se cierra el círculo: el amor construye la unidad y la unidad engendra la fe. Y es esto lo que nos catapulta a un futuro de plenitud porque sólo los proyectos y las obras que el amor inspira están llamados a ser eternos en la mente de Dios y en la memoria de los hombres. Lo contrario no es el odio, sino el miedo, que es el origen de los mecanismos que subyacen tras todo tipo de perversión como la soberbia, la ira, la avaricia, el odio...

En tiempos de desconcierto y desorientación es bueno y saludable recordar lo esencial, para así recuperar el verdadero fundamento. La Eucaristía, al presentarnos el amor, la comunión con Dios y con los demás y la meta hacia la que caminamos, es buena noticia no sólo para el creyente, sino también para todo hombre de buena voluntad que se pregunte sobre qué cimientos se construye la vida individual y colectiva.

Francisco Echevarría

Maite at: 29 mayo, 2024 18:01 dijo...

PAN PARTIDO Y SANGRE DERRAMADA
En la última cena con sus discípulos, Jesús se entrega a ellos como pan partido y sangre derramada; pan roto que se reparte y sangre derramada para ser bebida por todos. Hace mucho tiempo que Jesús ha emprendido y recorrido el largo y lento camino de la entrega de sí mismo que ha aprendido del Padre: Dios encarnado, Dios que se entrega y se hace donación para todos. Ahora, quiere ser asimilado por los suyos y que ellos sean conscientes del compromiso que se adquiere con ello: ser, a su vez, pan partido y sangre derramada en el seno de la nueva comunidad, en el mundo. Tal es la Eucaristía.

El cuerpo de Jesús, toda su persona; su sangre, su vida entera, han estado siempre al servicio de todo ser humano, hasta el final. Es todo lo que tiene y conserva para dejar a los suyos: la identificación con él. Muestra un amor hasta el extremo, como dirá el evangelista Juan, y el mismo amor pedirá, de unos con otros.

Como apunta, atinadamente, Fray Marcos, es difícil imaginar a Jesús en este pasaje pidiendo a los discípulos ponerse de rodillas para adorarle. Si acaso, sería para lavarse los pies unos a otros, que cuadraría mejor con el evangelio. Esta es, por tanto, la manera adecuada de superar el ritualismo o una deriva exagerada hacia la adoración. Trascender, lo más posible, el individualismo en la piedad eucarística y centrarse en los signos del pan partido y la sangre derramada; de modo que los fieles que asisten a la Eucaristía y participan de ella, comulguen realmente el cuerpo y la sangre de Jesús haciéndose pan partido y sangre derramada cada día, en el seno de la comunidad cristiana y allí donde se desarrolla su vida.

Para ello hay que seguir los pasos de Jesús, y reproducir sus gestos y sentimientos. Una buena manera de empezar es poner el amor propio, al decir de Santa Teresita, donde debe estar, que es a la altura de los pies. Evitar todo poder y dominio sobre el otro, cualquier afán de pasar por encima o por delante, ya supone un gran avance en el arte de hacerse pan partido. Acompañarlo con actos y gestos de acogida y respeto, de bondad y comprensión, de buen humor y compañerismo ayuda a concretar, y mucho. Tanto como poner al alcance de todos los demás todo lo que uno es y tiene, a fondo perdido, en gratuidad absoluta, sin buscar nada a cambio. Así la Eucaristía impregnará toda la semana y las veinticuatro horas del día. Todo lo que supone hacerse a un lado para dar espacio al otro, es un salto de calidad en la entrega.

juan antonio at: 30 mayo, 2024 09:50 dijo...

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI * B *02.06.2024

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Estamos en la última de las celebraciones después de Pascua y el salmista nos pregunta como voy a pagar el bien que se ha dado.
Qué celebramos en este día, qué constituye lo esencial de la celebración?
Pues simplemente, entiendo yo, que es la adoración y alabanza de Jesús hecho Pan Y Vino, Cuerpo y Sangre para nosotros, real y presente en la Hostia pura y limpia que por nuestras calles paseamos a la veneración de los fieles y de todos.
Es la celebración de la última cena en la que Jesús, pronto a partir, quiso compartir con los discípulos haciendo posible su permanencia por siempre entre nosotros.
Permanencia que la tenemos en la comunidad – donde dos o más de vosotros...- , permanencia en su Palabra que nos da vida, su Vida, permanencia en los sencillos que transparenta lo que Jesús nos enseñó, permanencia en los débiles y frágiles de nuestra sociedad que necesitan de nuestra ayuda para sobrevivir y vivir con dignidad, permanencia en los que hacen posible que el servicio sea signo del Amor de Dios -entre vosotros no será así….-, permanencia en la adoración y alabanza de las personas contemplativas que presentan a Dios nuestras necesidades cada día en su orar y su trabajo, permanencia en la ternura de una madre, una familia, un amigo, un vecino que te tiende una mano cada día con un buenos días, un cómo estas, que te ocurre….
El Señor vio la tristeza de los amigos en esa Cena y como ese fandango de Paco Isidro quiso quedarse “”aunque me voy no me voy….””
Qué me has regalado, Señor?
Que cada cual conteste, que cada cual pongamos al descubierto nuestra vida, nuestro permanente día de Reyes y con la soledad comunitaria que da el Sagrario postremonos y sin palabra, en silencio, seamos uno con Él y con todos en el sueño de Dios Padre, la fraternidad de los hijos de Dios.
No nos quedemos con lo de fuera, necesario, vallamos más allá en todas esas circunstancias referidas y hagámosle presente en nuestra vida, custodia de Jesús Sacramentado…. No sabéis que sois templo...
Y cuando celebremos la cena del Señor, nuestra Eucaristía, no nos quedemos en el rito, tengamos también el gesto, pues Jesús dio el Pan y dio el Vino, dio su Cuerpo y dio su Sangre, compartió, gesto éste que puede que olvidemos, pues a la Eucaristía tenemos que llevar nuestra vida y de la Eucaristía tenemos que traer una luz para nuestro día a día nuestro y el de los herma
nos
Este día es más que una procesión – la única de la Iglesia- donde quizás caigamos en ver el fausto de la misma sin ir más allá, pero con el Señor siempre tenemos otra oportunidad, cuanto perdón y cuanta misericordia…..

Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¡AMEN!