DESCARGAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
2 comentarios:
ADVIENTO II: FE, ACEPTACIÓN Y ESPERANZA
La ruleta de la vida gira sin parar y nos va adjudicando a cada persona las responsabilidades que debemos cumplir, unas agradables y otras no. Viene ocurriendo desde Adán y Eva porque Dios estableció sus leyes, las que ellos no respetaron pero María y José sí.
Pasaron los años y María también recibió un encargo de difícil comprensión y aceptación, ser madre del Hijo de Dios, debido a que en aquellos tiempos aceptar esa propuesta sin estar casada podía ser un peligro para María porque las leyes eran radicales con quienes concebían fuera del matrimonio y también porque José, su futuro esposo, tendría que decidir si la repudiaba o no.
Cuando María recibió las explicaciones necesarias aceptó, lo comunicó a José y la respuesta de ambos fue tan ejemplar que no se concibe si el proyecto futuro de matrimonio que tenían planificado no hubiera estado impulsado por el amor verdadero, la fe en Dios y la ayuda de Él.
En Adán y Eva encontramos la postura contraria e irresponsable que aparece en quienes lo tienen todo y no saben valorarlo porque lo recibieron sin esfuerzo, realidad que nos hace no tener los principios que ayudan a luchar contra las tentaciones de nuestros tiempos para no fallar a Dios pero, como Él nos conoce, actúa sin hacerse notar y nos aplaude o nos corrige con cariño a través de la conciencia.
¿Percibimos de Él estos silenciosos mensajes?
Es posible que no y por eso, cuando vienen los contratiempos, acusamos al Señor de habernos abandonado pero cuando todo nos va bien no nos acordamos de darle las gracias.
Dios, desde el comienzo de los tiempos y por amor, nos regaló a Jesucristo para que fuéramos bendecidos, pudiéramos formar parte de la comunidad cristiana y cumpliéramos de manera digna nuestra misión.
LLENOS DE GRACIA
Conocemos a María como la llena de gracia; sin embargo, a nosotros, la liturgia nos llama a menudo pecadores. Mirando a María nos reconocemos, sobre todo, llenos de la gracia de Dios.
Dios, que es amor, no puede darse a unos más que a otros. A todos se da del todo, pues tal es lo suyo propio. La clave está en la consciencia que hay en cada persona de todo lo recibido por parte suya. Y la apertura al don, a la gracia; la respuesta, la disponibilidad, la acogida. En eso es maestra María: en decir sí y en hacer un sí de toda su vida. Sí a Dios, sí a Isabel que la necesita, sí al camino de Jesús, aunque acabe colgando de una cruz.
Pablo abunda en esto mismo cuando nos llama, a los cristianos, bendecidos, elegidos, destinados a ser alabanza de su gloria. Y el salmista nos invita a reconocernos, además, objeto de las maravillas de Dios.
Quien vive así, consciente de estar desbordado por la gracia de Dios, bendecido, elegido, destinado, como María, hace de la transparencia, perdida por nuestros primeros padres, su modus vivendi. No necesita recurrir a la culpa, al miedo a Dios, a la desconfianza. Basa sus relaciones con Dios, consigo mismo y con los demás en la amistad y la confianza, en un ejercicio de realismo sin doblez, en la lealtad para con todos.
Es el mejor modo de celebrar a María, madre, hermana, amiga, compañera de camino. De ella aprendemos a ser en plenitud; a vivir conscientes de tanto don como se derrama sobre nosotros, abiertos, dóciles, entregados. En el marco de una vida corriente, sencilla, sin relumbre, a pie de calle; pero llena de Dios.
Publicar un comentario