4ºADV-C

viernes, 14 de diciembre de 2018

23 DICIEMBRE 2018
4ºADV-C

3 comentarios:

juan antonio at: 16 diciembre, 2018 13:10 dijo...

MARIA
Esta semana la protagonista es María, la mujer de fe, la mujer que se abandonó en Dios, la mujer que aceptó a Dios y todo lo que le pidió, no se reservó nada, ni se hizo concesiones para sí, de grandezas, de poder o influencia, sino que sus palabras fueron simples y sencillas, ”hágase en mi según tu palabra”, abandono total en Dios, sencillamente tuvo fe en Dios su creador (qué esto es la fe) y por eso su prima la alabó como bendita entre todas las mujeres, porque tú has creído que se cumplirá todo lo que te han dicho de parte del Señor”.
María partió apresuradamente a la montaña, el evangelista no nos dice las razones, que se deducen de las palabras del Ángel quien le anuncia que su primera, la que se tenía por estéril, está de seis meses, y allá que inicia un viaje atravesando la casi totalidad de Palestina, si como la tradición nos dice, Isabel vivía en Ain Karin, próxima a Jerusalén, para ponerse a disposición de la que le necesitaba, puesta a disposición que era normal para ella, pues ya dio su palabra a Dios.
Decimos que Abrahán es nuestro padre en la fe y yo añado que María es nuestra Madre en la fe, pues si al primero se le pidió que abandonara su tierra, a María se le pidió que fuera Madre de Dios sin intervención humana, que después de tantos siglos lo vemos bonito, pero para una joven de su tiempo explicar que está embarazada del Espíritu Santo, pues imaginemos que trago pasaría por muy religiosos que fueran sus padres y José con quien estaba desposada, aunque no casada, todo lo cual nos indica ese abandono en Dios, esa confianza total y plena en Dios su creador al que le canta desde la humildad más grande, más grande que la que se dice de Moisés en Números 12,3.
Humildad que no es más que verse en la realidad de cada uno, ni más pero tampoco menos, humilde es el que reconociéndose así mismo, se entrega a Dios desde esa realidad personal, como hizo María.
Este pasaje del Evangelio es para hacer una reflexión mayor sobre la humildad que se manifiesta en él, María e Isabel, dos mujeres creyentes, dos mujeres entregadas a los planes de Dios y desde ahí mirar que soy y que disposición tengo a la voluntad de Dios, qué discernimiento hago, que actitud adopto en las vicisitudes de la vida, como me entrego y acepto a Dios en mi día a día.
Desde la alegría del día de hoy, rezamos con el salmista “”no nos alejaremos de ti: danos vida para que invoquemos tu nombre””.
Santa María, madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a vivir y hacer como Tú, desde la humildad, la voluntad de Dios, AMEN


Maite at: 17 diciembre, 2018 14:20 dijo...

Si quieres ser un discípulo misionero mira a María. Habrá otros que diseñen sesudos planes de evangelización y estudien cómo sacar petróleo, comunicativamente hablando, de las nuevas tecnologías.

María se pone en camino deprisa para servir a quien la necesita cuando lleva a Jesús dentro. Sale de sí, de su entorno, de su comodidad y seguridad porque se ve empujada y urgida a servir a otra mujer. No suelta discursos, saluda, seguramente con cariño, con una sonrisa, con la luz de la maternidad brillándole en los ojos.

E Isabel y su hijo se llenan de alegría, claro. Y la fe de Isabel se refuerza con la de María, que ha creído la palabra del Señor.

María lleva por los caminos y da lo que tiene: a Jesús, y su experiencia de Dios, que hace maravillas en una y para las obras grandes se vale de instrumentos pequeñitos, insignificantes, sin brillo ni importancia. Y elige lugares como Belén, teniendo cerca Jerusalén, donde está el Templo con sus sacerdotes y el culto.

Dios ha elegido a María, que lo único que podía ofrecerle era hacer su voluntad y creer en él.

A lo mejor es que no necesita más.

Paco Echevarría at: 17 diciembre, 2018 21:26 dijo...

DOS MADRES (Lc 1,39-48)

Cuando faltan pocos días para la Navidad, vemos el abrazo de dos mujeres que pronto serán madres. Las dos saben que una vida nueva se está gestando en su interior. Isabel era una mujer humillada por su esterilidad. En la vejez, cuando la dificultad para concebir era doble, se ve liberada de lo que la había avergonzado durante toda su vida. Será la madre del último profeta. María es una mujer joven, que ha sentido sobre sí la mirada de Dios. Será la madre del Mesías. Son dos mujeres unidas por la maternidad y por el misterio.

Isabel, al ver a María, se llena de gozo y, con ella, el hijo que llevaba en su vientre. Es el gozo del niño en gestación -¡Qué diferente a hoy, en que muchos hijos, aun no nacidos, son temidos y vistos como una amenaza!-. La saluda con las palabras de David cuando el arca de la alianza iba a ser llevada a su palacio (2Sam 6,9). María encierra la Nueva Alianza, como el arca, las tablas de la antigua. Isabel representa el desconcierto del ser humano ante el sorprendente anuncio de que Dios haya querido venir a visitarnos. Ese es el significado auténtico de la Navidad: Jesús de Nazaret - hijo de María- es el Mesías -Hijo de Dios-. Esto podrá aceptarse o no -creerse o no creerse-, pero una cosa es cierta: quienes creemos en el misterio de la Encarnación nos sentimos comprometidos con lo que eso significa -esto es: que no es posible encontrar a Dios más que en el hombre como no es posible descubrir la identidad más profunda del hombre si no es desde Dios-. Dios en el ser humano. El ser humano en Dios. El signo será un niño colocado en un pesebre -un ser pobre y débil-. Dios se manifiesta en la pobreza y en la debilidad de lo humano.

La respuesta de María es un canto de alabanza a Dios por haberse fijado en ella. Lo habían dicho los profetas: "Yo habito en el cielo, pero también estoy con el contrito y humillado para reanimar su corazón" (Is 57,15). María -la Iglesia- sabe lo que está ocurriendo: la luz está viniendo al mundo y todo el que la acoja no caminará en tinieblas. Ella simboliza a los sencillos, a los humildes, a los que hacen posible la presencia de Dios en el mundo. A través de ellos se manifiesta como Señor, Poderoso, Santo y Misericordioso. Son los atributos de Dios en el Antiguo Testamento que se van a hacer visibles en Jesús de Nazaret. El hijo que ella está gestando será la manifestación de Dios en favor de los que viven humillados por la prepotencia de los poderosos y la indiferencia de los que nadan en la abundancia. El hijo que ella dará a luz sentirá sobre sí el Espíritu cuando anuncie la buena noticia a los pobres, ponga en libertad a los cautivos, dé la vista a los ciegos y proclame el perdón de los pecadores.

Todo esto se convierte en presencia misteriosa el día de Navidad. Que el príncipe de la paz llene de alegría tu corazón y tu hogar y que la paz rebose como la primavera en los montes.