Natividad del Señor - A

viernes, 17 de diciembre de 2010
25 Diciembre 2010

Isaías: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló.
Tito: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.
Lucas: Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.


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Juan García Muñoz.

2 comentarios:

Paco Echevarría at: 17 diciembre, 2010 19:01 dijo...

¡FELIZ NAVIDAD!

Son muchos los siglos que lleva Occidente celebrando la Navidad el 25 de Diciembre. El testimonio más antiguo es un calendario del año 336 en el que se recogen las fiestas que celebraban los cristianos en Roma. En cuanto a las razones para celebrarla el 25, hay que decir que no sabemos el motivo que llevó a la Iglesia a hacerlo ese día. Son muchas las hipótesis que se han formulado, pero ninguna ha podido ser confirmada. Entre ellas, se ha señalado la necesidad de oponer el culto a Cristo al culto al sol que, por influencia de Mitra, gozaba de tanta popularidad en el paganismo. Pero esto es una hipótesis no se ha podido demostrar con documentos. El hecho cierto es que la fiesta del nacimiento de Cristo se viene celebrando el 25 de Diciembre desde los primeros siglos.
Pero –¡lo que son las cosas!–, algunos se han propuesto acabar con el contenido de estas fiestas. En el dislate al que estamos asistiendo en cuestión de costumbres y tradiciones, este sería uno más, si no fuera por la maniobra de manipulación lingüística que supone. La estrategia es evidente: si no se puede acabar con la fiesta, se le cambia de nombre o se mantiene el nombre pero se le cambia el contenido o las dos cosas. Como, evidentemente, resulta imposible quitar las fiestas de Navidad –imaginen las consecuencias de una medida así en el campo académico o económico, por ejemplo–, se les llama fiestas de invierno, y a los belenes, paisajes de invierno y se eliminan de la calle todos los símbolos religiosos.
Es evidente que cada uno puede celebrar lo que le dé la gana según sus ideas, opciones o preferencias. Pero no podemos cambiar la naturaleza de las cosas. La Navidad es una fiesta cristiana –como el ramadán es una práctica religiosa islámica y a nadie se le ocurre decir que no es ayuno sino una dieta de adelgazamiento–. Se tenga fe o no se tenga fe, el fundamento y la razón de estas fiestas es el nacimiento de Cristo. Por tanto, se les puede llamar fiestas de invierno, pero son fiestas de invierno para celebrar el nacimiento del iniciador del cristianismo. Podemos hacer regalos y decir que es para celebrar la lluvia, por ejemplo, pero regalar en estas fechas es una evocación de los regalos que los magos hicieron a Jesús. Y así podríamos seguir.
También debemos tener claro que la elección de la fecha viene de los primeros siglos, si bien parece que es algo aleatorio. Esto significa que celebramos el “hecho” del nacimiento de Cristo con el sentido que a ello le damos los cristianos, pero no el “día” en que tuvo lugar porque no tenemos ese dato. Lo cual no quita legitimidad a la celebración. No saber la fecha del nacimiento de una persona no significa que no haya nacido ni que no podamos celebrarlo. Si desconocemos el dato exacto, podemos elegir el día que nos parezca más oportuno. Eso fue lo que hicieron con todo derecho los cristianos desde los primeros siglos. Atacar la Navidad, como algunos han hecho, porque ignoramos el dato concreto del día en que Jesucristo nació, no deja de ser otra burda manipulación.
Finalmente, también tenemos que dejar claro que el respeto mutuo que, en una sociedad democrática, todos merecemos –hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, judíos, cristianos y musulmanes, budistas, hinduistas o sintoistas...– implica también el respeto a las creencias religiosas, lo que significa que puedo profesar la religión que quiera o no profesar ninguna. Atacar a las personas, sus manifestaciones y sus símbolos, simplemente porque no los comparto es adentrarse en un sendero peligroso que lleva, a la larga, al totalitarismo, porque, cuando se considera legítimo atacar un derecho, se termina negándolo y, negado un derecho, se pueden negar todos los demás.

Maite at: 22 diciembre, 2010 10:38 dijo...

Navidad

Abajarse y descender,
qué difícil de entender.
Ser el dueño, y tan pequeño...
si parece solo un sueño.
¿Desde cuándo en la pobreza
se halla oculta la belleza?
Ha de ser malo el pecado
pues Dios mismo se ha encarnado.
Mas no nace en un palacio
que a Belén se va despacio.
Ni le acogen los mejores,
al pesebre solo van unos pastores.
También fueron avisados unos Magos
que viajaron presurosos a estos pagos.
El pequeño se convierte en emigrante
pues Herodes piensa que es un peligro constante.
Y su Madre, bella y pura,
lo medita todo con ternura.
Y a fuerza de sueños José
va decidiendo lo que hay que hacer.

En este tiempo bendito
todos jugamos un poquito.
Y armamos unos portales
con ovejas y zagales,
y ponemos purpurina,
musgo verde, cosa fina...
No te extrañe, Dios Eterno,
Tú descendiste al averno.
Te abajaste tanto, tanto,
que olvidamos que eres Santo.
Pues viniste desde el cielo
para ser nuestro consuelo
recibe nuestros abrazos,
nuestros besos, nuestros lazos.
Pues eres uno de tantos
te ofrecemos nuestros cantos.
No nos dejes olvidar
que lo nuestro no es medrar.
El Hijo en la Trinidad
se hace ahora humanidad.
Nace en nuestro corazón
quien nos trae la salvación.