Juan 1,6-8. 19-28: Juan, el testigo de la luz.
Descargar 3º Domingo de Adviento - A.Juan García Muñoz.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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Juan se sabía enviado por Dios y llamado a ser testigo de la luz. Conoce su papel, que no es el de protagonista, y lo desempeñará con absoluta fidelidad hasta el final. Su radicalidad y coherencia, la fuerza y convicción de sus palabras y gestos, llamaron poderosamente la atención de sus contemporáneos y preocuparon a la jerarquía religiosa de su tiempo, siempre atenta a cortar de raíz cualquier brote de insubordinación a su todopoderosa autoridad.
Por eso enviaron agentes a interrogar a Juan, y le preguntan por su identidad, pues la gente, atraída por su estilo de vida y su mensaje, subyugada por su figura austera y penitente, creía ver en él al Mesías.
Pero Juan se reconoce a sí mismo como la voz que da paso a la palabra, como el amigo que lo dispone todo para el esposo que se acerca. Juan fue en su tiempo, y sigue siendo, un aldabonazo en la conciencia, una fuerte sacudida en el alma, un revulsivo de la sociedad. Y mueve masas porque su voz es fuerte y clara, valiente y libre, como un profeta. Y porque la razón de su vivir y palpitar es ése que viene detrás, al que no puede dejar de señalar; incluso alentará a los suyos a que se vayan con Él y los deja marchar.
El más grande de los nacidos de mujer sabe que, aunque le quiten la vida no tiene nada que perder, y que una vez hecho lo que tenía que hacer, lo suyo es desaparecer.
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